¿Cómo estuvo el fin de semana? Éste fue el mío” dice el post de la cuenta oficial de Instagram de Serena Williams el día después de que jugara su último partido en el tenis profesional. Al post  lo acompaña una foto en la que ella descansa en una cama arropada con una manta de Moana, la protagonista negra de una película de Disney.

Hace algunas semanas la jugadora afrodescendiente de 41 años había anunciado la noticia a través de una columna en la revista Vogue: se retiraría en esta edición del US Open, uno de los cinco Grand Slams del circuito: “Créanme que nunca quise elegir entre el tenis y la familia. No creo que sea justo. Si fuera hombre, no tendría que estar diciendo esto porque yo estaría jugando mientras mi esposa hace el trabajo físico de expandir la familia. Y no me malentiendan, me encanta ser mujer y disfruté estar embarazada. Mucha gente no sabe que tenía dos meses de embarazo cuando gané el Abierto de Australia en 2017. Pero voy a cumplir 41 años y algo tiene que ceder”.

Ceder es para Serena Williams despedirse de las canchas que pobló durante 27 años, enfrentando hostigamientos y hasta castigos por “no saber comportarse”. A ella no le entró ningún disciplinamiento por querer corregir su desobediencia, con ese cuerpo que parece habitado por un huracán no solo ganó y batió récords, sino que dejó una huella inborrable en un deporte por demás elitista y sin lugar para las personas racializadas.

El último baile


Para la despedida del deporte que la consagró como una de las mejores tenistas de todos los tiempos, Serena diseñó junto a la marca que la auspicia un atuendo especial, extravagante y desobediente, rompedora de los esterotipos de la atleta modelo, molesta, irritante para muchxs -por negra, mujer y desacatada- salió a la cancha con un conjunto deportivo, corpiño y tutú negros inspirado en el cielo estrellado de Nueva York, sede del escenario que eligió para su último partido. El modelo tenía diamantes incrustados y los cordones decían “mama” andqueen”. Reina de diamantes y madre de Olympia de cinco años, Serena le ganó a la número 2 del mundo Anet Kontaveit en el partido que parecía iba a ser el último. Una más y nos vamos. Finalmente, el viernes terminó perdiendo ante Ajla Tomljanovic en tres sets y dijo adiós. Su plan para después era una noche de karaoke.

El último partido de Serena tuvo un promedio de 4,6 millones de espectadores durante la transmisión por televisión, el récord anterior, de 3,9 millones, pertenecía a la final de singles masculina de Wimbledon 2012.

¿Es Serena Wiliams un ícono popular hackeando un deporte elitista? Como mujer y afrodescendiente ha hecho temblar las canchas de polvo ladrillo, las rápidas y las de césped, por su performance en el juego, una pantera suelta, sedienta de puntos y dispuesta a responder a quien se atreva a atacar a su cría: el tenis que ella eligió jugar, uno en el que grita, patalea y muestra sus emociones sin tapujos. Salida de la corrección política y con un característica que a los varones en el deporte le queda linda y que para las mujeres es algo que no va: la ambición.

En el año 2001 la tenista se presentaba en Inidan Wells recibiendo abucheos y comentarios racictas. Durante muchos años no participó del torneo como medida de protesta. Cuando regresó, en 2014 dijo “que aquella era una nueva generación de personas y que fue agradable volver y ver niños y niñas que nunca me habían visto jugar”.

Serena ganó 6 veces el Us Open, 7 Wimbledon, 3 Roland Garros, 7 Australia Open y una vez el oro en los Juegos Olímpicos. El del viernes fue su último partido. 


La cantera


La historia fue cocinada en familia y con el muchas veces criticado Richard Wiliams, padre de Venus y Serena. Cuenta la leyenda que inspirado en ver en televisión cómo la rumana Virginia Ruzici ganaba un cheque en un torneo en Austria en 1985, comenzó a entrenar a las niñas para que fueran exitosas y ganaran dinero con el tenis. Desde un barrio pandillero de Campton en California a los cielos iluminados de los estadios más importantes del mundo, el objetivo fue cumplido. Con apenas 18 años, Serena levantó su primer trofeo en el US Open ganándole a Martina Hings y convirtiéndose en la primera mujer afrodescendiente en ganar un Grand Slam. Desde que debutó en 1995 hasta septiembre de 2022 Serena ganó 6 veces el Us Open, 7 Wimbledon, 3 Roland Garros, 7 Australia Open y una vez el oro en los Juegos Olímpicos, fueron un total de 73 títulos en una carrera legendaria.

En esta despedida, Serena también se dió el gusto de jugar junto a su hermana quince meses mayor en dobles: juntas ganaron 22 títulos.

La maternidad vs el ranking

En abril de 2017, Serena anunció que debido a su embarazo no iba a jugar el resto del año en el circuito de competición. Debido a su ausencia durante los siguientes meses su posición en el ranking bajó significativamente. A su vuelta, el debate estaba instalado: ¿por qué las mujeres tienen que perder el ranking por embarazo? En 2018, la Asociación Argentina de Tenis Femenino anunció una medida para que aquellas jugadoras que quedaran embarazadas durante su carrera profesional no tengan que perder puntos en relación a la competición. Ese mismo año, Serena regresó a las canchas luego de parir, lo hizo con una vestimenta especial posparto en Roland Garros que fue rechazada por las autoridades del torneo. Otra vez el juego era ir contra ella.

Serena Williams llegó para quedarse, aunque se hayan despedido sus piernas enormes llegando a la red en tres zancadas, seguirán sonando en cada cancha y en cada rincón del mundo en donde lo que parece imposible solo tarda un poco más.