Desde fines del año pasado es posible observar acciones que contribuyen a las dudas y anticipan un rumbo incierto para el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, que desde sus orígenes en 2007 dirige Lino Barañao. Incluso, algunos miembros de la comunidad científica ya se ponen en guardia y adivinan las intenciones del Gobierno en octubre próximo: disolver la cartera para transformarla otra vez en una secretaría bajo la órbita de Educación. 

Algunos indicios que llevan a esa hipótesis son el ajuste presupuestario a partir de la reducción de los ingresos a la Carrera del Investigador Científico (así como de los cargos técnicos y administrativos en el sector); la emergencia de brechas que parecían zanjadas entre ciencias “básicas” y aplicadas”, reeditadas en temas “estratégicos” y “libres” que apuntan a erosionar las relaciones al interior del área; la reubicación de los 500 investigadores que desde fines de 2016 no ingresaron al sistema a pesar de ser recomendados y sortear todas las instancias de evaluación; el decreto de Mauricio Macri que transfirió las 21 Academias Nacionales desde el MinCyT al Ministerio de Educación y Deportes; la falta de datos oficiales y estadísticas desde 2013.

Ante este escenario, Daniel Filmus (ministro de Educación, Ciencia y Tecnología 2003-2007), Roberto Salvarezza (presidente de Conicet 2012-2015) y Fernando Peirano (subsecretario de Políticas del MinCyT 2011-2015),  realizan un diagnóstico de los problemas actuales, evalúan qué ocurriría si Ciencia y Tecnología efectivamente volviese a estar bajo la órbita de Educación y desarrollan una lectura profunda acerca del estado del sistema científico a diez años de la creación de la cartera: lo que pasó y lo que vendrá. 

Salvarezza ocupa el segundo lugar de la lista de precandidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires de Unidad Ciudadana; Daniel Filmus es primer precandidato porteño a diputado nacional. El propio caso de Salvarezza es un indicio más de la situación: fue votado por sus pares como Director de Conicet, pero su designación fue “cajoneada” por el Ejecutivo.

–El sistema de ciencia y tecnología sufrió un recorte de vacantes y ajustes en todas sus áreas.

Salvarezza: –El año pasado Conicet experimentó un recorte presupuestario que puede observarse en las vacantes de los investigadores para los años próximos (en un 60 por ciento), y por otro lado, en aquellos 500 investigadores que fueron recomendados y pasaron todas las instancias de evaluación y finalmente no ingresaron. Es cierto que ese fue el tema que más estuvo en la agenda mediática por la toma del MinCyT en diciembre, pero el recorte es de una magnitud mayor. También se quitó la mitad de los subsidios, pues si bien antes se habilitaba a los científicos a contar con un proyecto radicado en el Consejo y otro en la Agencia (Nacional de Promoción Científica y Tecnológica), en la actualidad deben elegir entre uno u otro. 

–También fueron suspendido los llamados a técnicos.

Salvarezza: –Recursos humanos que cumplen un rol fundamental para el andamiaje de todo el sistema científico, así como se frenó la incorporación de cargos administrativos, que implica todo un problema en la medida en que Conicet es una institución con 24 mil trabajadores y 250 institutos. Todo eso hay que ubicarlo en el contexto del Plan 2020, que fue ejecutado por el mismo ministro que está en funciones y que proponía la creación de 25 mil nuevos cargos. Estamos discutiendo la situación de 500 cuando se resignaron 20 mil puestos. 

–Sin embargo, el Gobierno llevó su política de ajustes a todos los sectores. Ciencia y tecnología no representa ninguna excepción.

Filmus: –Por supuesto, pero hay que marcar una diferencia. Lo que estamos viendo en ciencia y tecnología no es solamente ajuste, sino que va más allá. El impulso del campo científico es innecesario para el modelo económico-social del Gobierno. Desde su concepción, es un área totalmente superflua para un proyecto de país que no distingue entre comprar los productos hechos o fabricarlos aquí, que le da lo mismo desarrollar ciencia o pagar patentes extranjeras. Por eso se destinan tan pocos recursos al área. Además, en el contexto de presupuesto general del país, ¿cuánto puede costar el sueldo de 500 investigadores? Unos 200 millones de pesos. Son cuestiones mínimas que tienen un motivo más profundo detrás.

–Este argumento es muy común entre los propios investigadores que sostienen la lucha, cuando plantean que “la plata está, pero no hay intenciones de promover el crecimiento del sector”. 

Filmus: –Exactamente. Por eso, uno no puede dejar de pensar en la disgregación del MinCyT. Es la primera cartera que cayó en Brasil cuando asumió Temer, mientras que en España se transformó en secretaría bajo la órbita del Ministerio de Producción, así que ni siquiera es una cuestión de originalidad intelectual del gobierno de Macri. Detrás de todo eso, se recuperan antiguas divisiones entre ciencia útil e inútil.

Salvarezza: –Es parte de la estrategia que desarrollan para llevar adelante el recorte. Pretenden enfrentar a los propios miembros de la comunidad científica cuando lo que se observa es un recorte del conjunto. Detrás del conflicto, hay un mensaje político muy fuerte: la plata está, lo que no quieren es que vaya al Conicet particularmente, porque los científicos ejercen un papel de vigilancia que al Gobierno no le agrada. Un caso concreto fue el protagonismo de los científicos en el freno a la reforma política que pretendía la implementación del voto electrónico. Los cientistas sociales, casualmente, son quienes miden el aumento de la pobreza, que genera incomodidad en un marco de políticas neoliberales. 

–Incluso, se retrocedió en la participación de ciencia y tecnología en el PBI. Hasta hace poco se pretendía alcanzar el 1 por ciento, hoy parece una utopía.

Peirano: –Sí, estoy de acuerdo. El proyecto que nació con el MinCyT hace 10 años hoy está en jaque por tres dimensiones: la presupuestaria, ya que necesitamos alcanzar el 2 por ciento del PBI de cara al 2030, con unos 110 mil investigadores más (de los cuales un tercio sean doctores) y en la actualidad no avanzamos; la institucional, por la falta de conformación del Directorio de acuerdo a reglas democráticas; y la contextual, porque tenemos un escenario de país en que la inversión no responde, el desempleo crece y la apertura comercial no está regulada. Se frenó la etapa de impacto y articulación que debíamos comenzar a cumplir en esta segunda década. 

–Para eso se necesita un Estado interventor para planificar el sector.

Filmus: –Exacto, para comprender cada modelo de país siempre es vital analizar el rol del Estado. Cuando el mercado es el que conduce y decide estamos en problemas porque sobreviene la improvisación. 

–Tras las elecciones, el MinCyT podría volver a ser una Secretaría bajo la órbita de Educación. ¿Qué piensan al respeto?

Filmus: –Durante la transición de los gobiernos de Néstor y Cristina, fui ministro de Educación, Ciencia y Tecnología (2003-2007), y me tocó participar de la discusión vinculada a la necesidad de la creación de una cartera propia que se ocupara de las temáticas puntuales del área. Y garantizar su autonomía era vital. Nosotros buscábamos que la ciencia fuera motor de desarrollo y que pudieran unificarse las políticas y las iniciativas que se encontraban dispersas. Durante el último tiempo, un claro ejemplo de articulación fue la implementación del proyecto Pampa Azul (investigaciones sobre el Mar Argentino), con la aprobación de siete ministerios comprometidos. De este modo, si el MinCyT se replegara nuevamente perdería capacidad de coordinación, conducción y su transversalidad interministerial. 

Peirano: –Limitar la jerarquía del MinCyT, además, implicaría dejar inconclusos los desafíos pendientes. Pampa Azul, la creación de empresas mixtas como Y-TEC, el impulso de los centros tecnológicos, la importancia de la vinculación y la articulación con las universidades son iniciativas muy interesantes que no se verán favorecidas por un cambio de estructuras.

–La falta de planificación no hace más que exhibir la improvisación con la que todas las problemáticas fueron abordadas durante el año.

Salvarezza: –Por supuesto, es muy clara la presencia de la improvisación. De nuevo, el mejor ejemplo son los 500 investigadores, individuos que se quedaban afuera y que solo se mantienen porque su lucha tomó relevancia. Fue por esta presión que se lograron extender las becas y buscar un plan de emergencia, que los ubicara en una institución cualquiera. Aunque está claro: la única planificación era recortar los cargos. El mismo modus operandi se observa en la decisión del Directorio de Conicet de destinar el 50 por ciento de los próximos cargos a proyectos tecnológicos, sin respetar la enorme tradición de ciencia básica ni los propios tiempos que lleva la planificación en el país.

–Desprolijidades que forman parte de un escenario carente de ideas. 

Peirano: –Incluso ya no se contemplan a las 6 mil pymes que aprovecharon los beneficios de la Agencia y pudieron llevar adelante proyectos de innovación evaluados por expertos. Es un acervo que se está destruyendo. Pasamos de pensar en el 2030 a no saber cómo seguimos en los próximos seis meses. 

–Si hay un área que requiere de planificación es ciencia y tecnología.

Filmus: –La ruptura de la confianza es grave porque se requiere de recursos humanos que apuesten a doctorarse, a seguir investigando y eso lleva tiempo. Incluso, el programa Raíces y la repatriación de científicos son iniciativas que serán perjudicadas. Las políticas van acompañadas de nuevas concepciones, por ejemplo, la del emprendedurismo: se genera la idea de que hoy el investigador tiene que estar preparado para crear puestos de trabajo. Es decir, además de investigar tiene que ser empresario.

Salvarezza: –La ciencia se redujo a lo tecnológico y a la capacidad de generar empresas. Y la realidad es que si alguien investiga una enfermedad o los niveles de pobreza, no logra encuadrarse en ninguno de los dos espacios. Hoy la utilidad es dinero, porque no piensan en los investigadores que, por ejemplo, trabajan en la generación de diagnósticos para mejorar los tratamientos de una patología.

–En esta línea, otra prueba de arbitrariedad es la no-designación del doctor Salvarezza en el Directorio de Conicet, a pesar de ser votado por sus pares. 

Filmus: –Se trata de una situación gravísima que implica una discriminación ideológica y política hacia Salvarezza, que se traduce en el desconocimiento y la ignorancia de la voluntad de los investigadores en la elección de sus directores. Una ruptura institucional, en la medida en que decide un Directorio que no es legítimo. 

Salvarezza: –Como si fuera poco, a comienzos de 2018 deberán convocarse las elecciones de las Ciencias Sociales y las Ciencias Biológicas y de la Salud, con lo cual si esto no se regulariza durante 2017, tendremos en suspenso todo el sistema democrático de Conicet. 

–A 10 años de la creación del MinCyT, ¿cuál es el diagnóstico que hacen de la situación actual? 

Peirano: –Mi visión es que existió un compromiso muy grande por hacer de la ciencia y la tecnología un motor para el desarrollo de Argentina. Eso se expresó en un apoyo a la comunidad científica, en la recuperación del Conicet, en inversiones en becas, infraestructuras y universidades. Un compromiso que en 2007 se institucionalizó a partir de la jerarquización del área en Ministerio y desde allí inició la marcha de un modelo con un Estado interventor que contó con elogios y logros muy importantes. Ese modelo de planificación, evaluación, criterios y prioridades, quedó trunco y en el futuro será leído como una instancia de retroceso. En 2015, los países venían a Argentina para copiar nuestras fórmulas, éramos un ejemplo. Hoy la realidad es muy diferente. 

–¿Y en relación al futuro?

Salvarezza: –Si tuviera que realizar un pronóstico sería desalentador, sobre todo desde la perspectiva de los más jóvenes que tenían como proyecto continuar la carrera científica e incorporarse a un sistema en expansión continua. Estamos yendo hacia el quinto éxodo de jóvenes calificados (1966, 1976, 1989, 2001) que deberán buscarse un puesto en el exterior.

Filmus: –Volvimos a escuchar que no es posible invertir en ciencia si existen demandas más importantes. Por eso, es importante destacar la figura de Néstor Kirchner, que en 2003, con una situación adversa, optó por priorizar el área pensando en el mediano y en el largo plazo. En ese momento se impulsó el área satelital, se recuperó el Conicet y el salario de los investigadores, y las universidades pasaron a ocupar un rol central. Colocó en agenda el concepto de un país apoyado en la educación y en la ciencia para conquistar objetivos de desarrollo. Eso es parte de una decisión política, la misma que no tiene este gobierno y provoca la ruptura. Durante los años posteriores se logró cierta articulación entre la ciencia, la tecnología, el sector productivo y las universidades. Había mucho por mejorar pero teníamos un modelo detrás. De tener una legitimación electoral, el actual gobierno irá por el MinCyT porque cree que la ciencia y la tecnología son prescindibles. Es por eso que la comunidad científica tiene que estar en alerta.

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