La vitivinicultura salteña se sostiene en las tradiciones familiares que continúan innovando desde hace unos 200 años en los Valles Calchaquíes. A su vez, con la entrada del este siglo, el crecimiento productivo y la puesta en valor de un terruño con marcada singularidad en el país, atrajo no sólo inversores, también diversos profesionales relacionados con el mundo del vino. Salta se convirtió así en un destino atractivo para enólogos, ingenieros agrónomos, sommeliers, que encontraron una oportunidad para desarrollar sus expectativas en una industria que despierta pasiones.

Agustina Gonzáles Iriarte forma parte de esa dinámica, pero desde un lugar muy especial: comunicar el vino. Con raíces salteñas por parte de su padre, nació en Buenos Aires, pasó un breve periodo de su niñez en Salta, y luego volvió a la capital. Después de recibirse de bióloga recorrió varios países donde descubrió su pasión y una vez de vuelta a Argentina, estaban dadas las condiciones para combinar, profesión, vida y pasión.

Su estilo descontracturado, su profundo conocimiento y su capacidad para transmitir saber y disfrute son una marca distintiva de sus eventos y de su espacio Descorcharclub.

¿Cómo llegás desde la biología al mundo del vino?

—Parece difícil de conectar ambos mundos, pero dos meses después de recibirme de Licenciada en Ciencias Biológicas hice un viaje round trip comenzando en Nueva Zelanda. Ahí descubrí un nuevo estilo de vida, cultura de trabajo diferente, y donde sin darme cuenta fue mi primera aproximación al mundo del vino. Trabajé en viñedos, bodegas y hasta en un restaurant llamado Vino Vino. Luego siguió mi viaje por Australia, China, sudeste asiático y finalmente, Sudáfrica y España. De regreso a Argentina ya estaba enamorada del mundo del vino desde el viñedo hasta la copa. Así que hice un curso de enología de un año en la Escuela Argentina de Vino en Buenos Aires, y de ahí ya me mudé a Salta donde comencé con DescorcharClub. Pero volviendo a tu pregunta, creo que lo que tienen en común es la exploración, buscar el por qué de las expresiones, asombrarse, y que ambos mundos están en constante movimiento.


Entonces todo empezó con un viaje que también sirve como una metáfora para describir las sensaciones que produce un buen maridaje.

—Desde chica siempre me atrajo viajar y conocer lugares y la mayoría de los recuerdos de situaciones, momentos, lugares sin duda que son a través de la gastronomía. Para nada tiene que ser sofisticado, por darte algún ejemplo, un rico bollo de San Lorenzo, una tarde de lluvia, no tiene igual; así como platos y chefs que me hicieron emocionar al punto de lagrimear. Me encanta cocinar, explorar sabores y combinarlos. Soy muy crítica con lo que cocino porque siempre se puede mejorar, o si algo fue un acierto dejarlo como parte de mi recetario. Creo que a través de un plato hecho con amor uno trasmite mucho más que un plato de comida. Todo esto me llevó a conectar el mundo del vino con el análisis sensorial de los alimentos, maridaje y armonizaciones.

En las catas que organizás se aprende desde el placer y el compartir; eso contrasta con cierta experticia que se ha puesto de moda y que deja a muchas personas afuera, ¿cuál crees que debe ser el vínculo para expandir la comunidad del vino?

—El vino es una bebida noble que desde tiempos remotos se hizo y se sigue haciendo para ser disfrutada. El vino nos conecta y no hay que saber de vino ni mucho menos ser un experto para disfrutar una buena copa de vino solo, con amigos, en familia. Desde las experiencias Descorchar buscamos acercar el vino a gente con un lenguaje ameno donde a nadie le dé vergüenza preguntar, expresar lo que sintió al beber el vino. Sí me parece que hay un distintivo clave, que es que a través de las experiencias uno puede probar cierta cantidad de etiquetas que quizás por precio, desconocimiento de bodegas, enólogos, no se anima a probar o comprar. Y, además, algo que también es clave es que cuanto más probamos, más nos damos cuenta qué estilos de vinos, cepas, terruños le gusta a cada uno.

¿Cuál es la clave para comunicar un producto tan subjetivo y a la vez tan competitivo?

—El vino llegó a mi vida de una manera inesperada, en el momento justo y extraordinario de mi vida. Como bióloga y con especialización en genética y biología del desarrollo, difícilmente tengas una conversación con alguien que le interese o maneje el mismo lenguaje. Es tan amplio el campo de investigación e intereses diferentes que hasta con colegas es muy difícil. Así que cuando inicié con Descorchar me propuse como primer objetivo utilizar un lenguaje ameno, fácil de entender, llevar con claridad una degustación y hacer un poco de escuela, pero desde el disfrute. Soy una persona muy sociable y además me gusta hablar mucho, jajaja, así que me parecía una buena combinación.

Existe un enorme abanico de ofertas ¿qué consejo le darías a alguien que quiere disfrutar de un buen vino sin errarle?

—Qué buena pregunta… soy de las que considera que existe un vino para cada ocasión. No es lo mismo regalar un vino, elegir un vino para llevar a un asado con amigos o para una cena de trabajo y mucho menos para el suegro, por eso creo y defiendo a capa y espada las vinotecas especializadas donde vos podés llegar con esta inquietud y que te asesoren.

¿Qué distinguen los vinos salteños de otras regiones?

—Los vinos salteños, y hago la extensión a todo el Valle Calchaquí, tienen una personalidad muy marcada, son genuinos y cuentan una historia maravillosa. Nuestros vinos son auténticos, robustos, con cuerpo, colores llenos de intensidad. Los viñedos nacen a 1650 msnm y eso ya los hace únicos en el mundo, pero además llegan hasta los 3100 msnm. Para ser breve, la altura, las horas de sol, la amplitud térmica que puede variar en 30º en un solo día, la sanidad de las uvas por las condiciones climáticas dadas, las pocas precipitaciones anuales, son todos factores que dan características únicas. Pero, además, hay protagonistas claves y fundamentales que son su gente y el trabajo maravilloso que hacen los enólogos y winemakers.

¿En perspectiva, cómo ves la actualidad de la vitivinicultura de Salta?

—No voy a hablar de ventas ni de números, porque a nivel mundial hubo una caída grande en ventas y consumo. Pero dejando este tema de lado, y hablando de actualidad y perspectiva del valle, creo que está atravesando un gran momento. Hoy hay mucha más visibilidad y se posiciona cada vez más como destino enoturístico. El consumidor actual busca vinos que cuenten historias, busca conectar con los proyectos. Y Salta tiene excelentes vinos, deslumbrantes, muy a la vanguardia, con mucha personalidad, grandes enólogos y cada bodega tiene mucho para ofrecer y transmitir. Las bodegas, enólogos, proyectos personales, asociaciones trabajan de forma colaborativa y eso es muy positivo. Todavía hay mucho trabajo por delante en comunicación y hospitalidad, pero mi en humilde opinión están en la senda correcta.

Llevás adelante el proyecto DescorcharClub, ¿en qué consiste?

—Descorchar diseña experiencias alrededor del mundo del vino. Cada una de las experiencias que propongo, son creadas y pensadas para disfrutar, aprender y conectar con el mundo del vino de una forma diferente. Es muy importante para mi transmitir que las degustaciones son exclusivas, cuidando cada detalle, donde solo quede espacio para divertirse, distenderse. Hay un popurrí de todo lo me gusta hacer, transmitir conocimiento, hacer pruebas sensoriales, explorar, conectar con los sentidos, jugar y cuidar cada detalle. En cada experiencia el vino se convierte en el hilo conductor de descubrimiento y aprendizaje.