Mario Alfredo Sandoval intentó durante muchos años evitar lo que va a suceder en pocos días en Comodoro Py: se fue del país, se inventó una historia de prestigio en París, jugó a ser profesor universitario y experto académico sin cambiar su nombre ni ocultar que fue policía federal durante la última dictadura; un provocador que durante décadas creyó que se saldría con la suya. Pero no: desde este miércoles a las 9.30, el Tribunal Oral Federal 5 de la Ciudad de Buenos Aires lo juzgará por la privación ilegítima de la libertad de Hernán Abriata, secuestrado en 1976, mantenido cautivo en la ESMA y, desde entonces desaparecido.

Churrasco Sandoval era subinspector y trabajaba en el Departamento de Asuntos Políticos de la Superintendencia de Seguridad Federal cuando se presentó como el hombre a cargo del operativo de fuerzas de seguridad que irrumpió la noche del 30 de octubre del 76 en lo de la familia Dittmar, en el barrio porteño de Belgrano. El hombre al frente de una patota de la ESMA.

“Le dijo a Tito –Carlos Abriata, el papá del joven– que él era el jefe del operativo, que lo estaban buscando a Hernán por una denuncia de la Facultad de Arquitectura, le mostró el carnet donde decía que era subinspector de la Federal. No se escondía. Después hizo lo mismo conmigo”, recordó Mónica Dittmar, que por estos días está tan ansiosa como precavida en los pasos que da. No se quiere enfermar, dijo. "Estoy bien, pero muy ansiosa” por el comienzo del juicio que espera desde hace 46 años.

El juicio esperado

El debate iba a empezar en mayo pasado, dos años y medio después de que se concretara la extradición de Sandoval, quien vivió, trabajó y circuló libre en París entre 1987 y diciembre de 2019. Pero fue suspendido por cuestiones de agenda de les jueces Adriana Palliotti, Daniel Obligado y Fernando Canero. El mismo argumento plantearon a principios de mes, cuando volvieron a posponer el debate que finalmente comenzará el miércoles. “Ahora nos dicen que será virtual. Teníamos la esperanza de que el juicio fuera oral, público y presencial. Tener esta posibilidad de verlo a los ojos, de justicia cara a cara que tiene todo un significado reparatorio para nosotros. Y no podrá ser", se lamentó Dittmar.

La querella que representa de la familia Abriata –Dittmar y la madre y hermanas de Abriata– así como las otras que tomarán parte en el juicio –KAOS, CELS, la Secretaría de Derechos Humanos– rechazaron la negativa del TOF 5 a llevar adelante el debate de manera presencial. Les jueces se refirieron a la pandemia de coronavirus para argumentar a favor de la virtualidad. “La emergencia sanitaria que ha concluido hace meses y entendemos que el tribunal y todo el Poder Judicial pretende extender medidas excepcionales de incumplimento del Código Procesal Penal de la Nación por razones de comodidad. Hacer eso es causal de nulidad”, explicó el abogado Adrian Krmpotic, querellante junto a Ariel Noli.

Las partes acusadoras también rechazaron el planteo que realizó la defensa del represor para que “no se permita la transmisión en vivo del juicio oral por lo menos hasta producida toda la prueba”. También pidió que “se evite mostrar primeros planos de su cara”. Nunca tuvo problemas en “figurar”, pero ahora, en el juicio en el que su rol como genocida quedará expuesto, Churrasco prefiere no mostrarse.

El juicio contra Sandoval es “un momento fundamental” en la vida de Dittmar y, está segura ella, también en la del resto de la familia de Abriata, su compañero. "Fue una lucha constante para todos nosotros esta historia, desde el secuestro de Hernán la lucha por buscarlo, por saber adónde se lo habían llevado, cuándo iba a volver”, insistió la mujer que despertó aquella madrugada del 30 de octubre de 1976 con los gritos de su suegro: “Hernán, Mónica, abran que soy yo”, dijo el hombre detrás de la puerta del departamento en el que la pareja vivía, a cuadras del domicilio al que la patota, con dos camionetas de la ESMA, había llegado primero. “Abrimos y vimos a Tito apuntado con armas, encapuchado. Lo sentaron en una silla, me sentaron a mí también y se llevaron a Hernán”, recordó.

De Abriata supieron a los meses que había sido llevado a la ESMA por el relato que le acercaron los sobrevivientes Carlos Loza, Rodolfo Picheni y Oscar Repossi, quienes pasaron algunos días con él en Capuchita. El nombre y el rostro de Sandoval permanecieron atascados en la memoria de Mónica hasta que supieron que vivía en Francia. A la lucha por saber qué habían hecho con Abriata se le sumó otra: la lucha por traer al país a quien se lo había llevado.

Una vida inventada en París

Según figura en su legajo, Churrasco ingresó a la Escuela de Cadetes de la Policía Federal en 1971. Tenía 18 años. Su ingreso en la Superintendencia de Seguridad Federal –”Coordinación”, como se conoce a la sede policial que funcionó como centro clandestino– está registrado en 1975 y la puerta de entrada es, directamente, el Departamento de Asuntos Políticos. “Un agente de inteligencia”, indica la querella de la familia. De su recorrido institucional hay pocos elementos que describan su actividad en la fuerza, de la que se retiró en 1983. Entre lo escaso, figura un reconocimiento que le otorgan “por procedimientos antisubversivos” en noviembre de 1976. Ahí nomás del secuestro de Abriata.

En 1984 recibe un ascenso post retiro, de parte de Antonio Tróccoli, entonces ministro del Interior de Raúl Alfonsín. Tras informar que viajará al “extranjero” para llevar a cabo actividades de formación académica, se va. Primero a Estados Unidos. Luego, a París, donde llega en 1987 y se dedica a construirse una vida de experto en seguridad militar –asesora a varias empresas– y de “prestigio” académico que lo eleva hasta la universidad de La Sorbona e introduce en el círculo de asesores de Nicolás Sarkozy cuando éste era presidente, como lo reveló en 2008 la periodista Nora Veiras en un artículo de Página/12. Así como su rol en Inteligencia de la Federal durante la dictadura pasó inadvertido en Francia, también, al parecer, sucedió en Argentina: en 2001 fue designado asesor ad honorem en políticas de seguridad por el entonces jefe de la Federal, Rubén Santos.

El principio del fin

El artículo de Página/12, no obstante, volvió visible aquel dato y lo vinculó con el caso Abriata. Es que, desde su denuncia ante la Conadep, Dittmar y Tito Abriata lo habían nombrado como el personaje que había dirigido el operativo en el que se habían llevado al joven estudiante de Arquitectura. La cosa se empezó a complicar para el represor devenido académico cuando varios medios franceses se hicieron eco de la información.

Francia, no obstante, demoró ocho años en habilitar la extradición de Churrasco, ciudadano francés desde 1997. “Sabemos que en la ESMA operaban oficiales de la Policía Federal, eran parte del grupo de tareas. Lo que tiene de particular el caso de Sandoval es que hay un reconocimiento claro de la familia Abriata de su participación en su secuestro, pero también fue reconocido por sobrevivientes como parte de la patota”, indicó Sol Horcade, del CELS. Y si bien el pedido emitido por el entonce juez federal Sergio Torres en 2012 planteó la necesidad de indagarlo y juzgarlo por su participación en cerca de 500 casos de violaciones a los derechos humanos sucedidas en la ESMA, la Justicia francesa solo habilitó que lo sea por uno: el de Abriata.

Se espera un juicio no demasiado extenso. Aún no hay una lista confirmada de testigos, algo que sucederá el mismo miércoles. La orden del día de la jornada de apertura fijada por el TOF 5 cuenta con la presentación de prueba, algo que suele suceder en una audiencia preliminar al juicio, la lectura del auto de elevación a juicio y la indagatoria al acusado. La esperanza de las querellas es que a lo largo de las audiencias surjan datos que posibiliten un nuevo intento ante la Justicia francesa para poder juzgar a Sandoval por el resto de los crímenes que tuvieron lugar en la ESMA mientras él fue agente activo de la Federal.