En Argentina, una historia en placas, Facundo Pedrini le da al célebre formato de Crónica TV una utilidad hasta hora inaplicada: el revisionismo histórico. Si las placas se definen como un registro amplio (desde lo formal hasta lo bizarro) pero siempre enclavado en la inmediatez del presente periodístico (“la noticia”), su libro recalcula esas coordenadas titulando hechos que no están ocurriendo en este urgente-último-momento, sino años, décadas y hasta siglos atrás. Algo así como San Martín pisteando como un campeón por la cordillera con Batman como único testigo.
Facundo tiene 27 años y hace ocho que trabaja en el canal. Comenzó tipiando contenidos ya procesados, hasta que le dieron lugar en el elenco de esos generadores de memes que son los pensadores de las “placas rojas”. La expresión, por contrato, es exclusiva del canal, por lo que nadie puede “explotarla” fuera de Crónica. Entonces Facundo pensó algo mejor que un libro de placas: este tomo es, en el fondo, un homenaje a ellas.
Con una matriz codificada entre hechos reales, creencias populares e ídolos intocables (“desde la fe hasta el dulce de leche”), se vale del célebre formato que Crónica descubrió 20 años antes de que lo hiciera Twitter, y que hoy constituye la unidad mínima de su pensamiento: todo lo que ve, a cada instante, lo procesa como si fuera una placa de ocho palabras con la famosa marchita yanqui sonando de fondo.
El libro no comienza el 9 de julio de 1816 sino el 7 de junio de 1810, cuando se fundó La Gazeta de Buenos Aires (o sea: el periodismo en Argentina). La acumulación de hechos históricos da como resultado una nueva historia que, como ya se dijo aquí, no la escriben los que ganan sino… los que escriben. “Los sucesos que aparecen en el libro jamás figurarán en ningún boletín oficial, porque se trata de situaciones que son del pueblo, tanto en su sentido de trascendencia como en la peor de sus banquinas. Los textos sagrados son tan importantes como el libro de quejas, ése es el equilibrio buscado”, resume.
“Pasaron 200 años y todavía esperamos la independencia”, dice Pedrini en una de las últimas placas del libro, y remata parafraseando a Riverito, otro emblema de Crónica: “¡A cruzar los dedos!”. Para entonces ya había hablado de guerras civiles, hechos políticos, presidentes asumidos y derrocados, hitos artísticos y deportes en ese tono híbrido entre el registro y la ironía. “El repentismo y el sentido del humor salvarán al periodismo, creer que la solemnidad va de la mano del rigor y del compromiso es mezquino y triste”, sostiene Facundo. Como sabe que ningún producto podrá conformar a todas las audiencias, cierra su libro con una máxima indisoluble de nuestra historia: “La grieta es para siempre”.