Aguirre vuelve a los escenarios, y lo hace recargado. El laboratorio de rock de Pablo Tapia y el baterista de Virus, Mario Serra, presenta formalmente este sábado en la sala Humboldt (de Niceto Club), a las 20, su más reciente álbum Siete vidas, lanzado en diciembre de 2021 en las plataformas digitales de música y con flamante edición en vinilo. Hace 30 años, su hit “El camión” (incluido en su homónimo disco debut, producido por Zeta Bosio) convirtió al grupo platense en una rara avis en la escena local, lo que bien supo capitalizar al sumarse a la gira Cargo, que trajo a Mano Negra por primera vez al país para hacer varias actuaciones en un barco. Y como parece que le sientan bien las embarcaciones, más tarde se aventuraron a organizar un serie de shows en varios lugares del Paraná emulando el paso del conquistador Lope de Aguirre (le deben su nombre) por la Argentina. Eso, sumado a sus epilépticas apariciones, ocasionó que el dúo se debata hoy entre el mito y el culto.

“Aguirre apareció en una época en la que ir a Miami era como ir a Berazategui”, ejemplifica Serra, baterista de Charly García en los años de Say No More. “Eran tiempos en los que MTV pasaba rock nacional. Pero nosotros no desaparecimos. Si bien es cierto que no somos una banda que está rodando, estamos activos. Haciendo música permanentemente. Y por eso sale este disco”. En el otro lado de la mesa, dispuesta en la puerta de una cantina del barrio de Palermo, se encuentra su coequiper. “La idea la propuso un sello de Suiza en 2019”, explica Tapia. “La grabación se hizo ese año, y tuvimos 2020 y 2021 para corregir. Mario, quien se encargó aparte de la producción artística, es bastante perfeccionista. Y por la pandemia tuvimos tiempo para eso. Teníamos borradores, y la propuesta nos vino bien para organizarnos”. Entonces Serra retoma: “Por más que vayamos y vengamos, él es el cantante y letrista. Y será así hasta que se pueda”.

A pesar de esos idas y vueltas, la banda se mantiene fiel a su carácter. De eso dan fe los tópicos que abordan, entre los que destacan las rutas del Gran Buenos Aires. Si en el primer disco le cantaban al Camino Viejo (ubicado en Campana), por ejemplo, en esta ocasión el protagonista es el Camino General Belgrano. “Hasta los Virus, todos, vivimos alguna historia con el Camino General Belgrano. Eso tiene que ver mucho con el Conurbano, que es de donde somos nosotros y de donde proviene parte de la realidad argentina”, argumenta Tapia. “No tengo mucho problema en escribir letras. Hay una comunión. La composición surge a partir de las zapadas, y las ideas más tarde se pulen. Cuando tengo una armonía vocal, después armo la letra. Los temas nacen entre los integrantes del grupo. En la canción ‘El fanfarrón’ empezamos a tirar entre todos frases del típico argentino ostentoso. Siempre con ironía. Un poco de joda no hace mal”.

En tanto que el tema que titula a este trabajo, además de jugar con la cantidad de tracks que tiene el disco y de invocar a la cábala, es una celebración a la supervivencia. Apelando a la metáfora del gato y sus siete vidas. “Somos supervivientes del siglo XX. Nuestro guitarrista, Fabián Passaro, es sobreviviente de Malvinas. El estuvo en las islas, y yo tengo campañeros desaparecidos en la dictadura”, explica el cantante. “Mario es un superviviente del rock. Sobrevivió al sida, a la falopa y a todo lo que te imagines. Pero no es una canción nostálgica ni nada por el estilo. Los coros los hacen nuestras hijas, y la nieta de él. La letra apunta a mirar al futuro”. A propósito de eso, Serra recoge el guante y dice que su necesidad en la música, por más que a veces tenga que repertirse, es esencialmente hacer cosas nuevas todo el tiempo. “Como estoy atento a los clásicos y a los pibes de ahora, puedo afirmar que Aguirre no se parece a nada”.

Al momento de refererise a las definiciones estéticas del nuevo disco, cuyo caleidoscopio sonoro va en esta oportunidad del funk a la música dance, pasando por el blues y propiamente por el rock, Mario Serra justifica: “Por el grupo pasaron diferentes músicos, lo que condicionó el rumbo de cada disco. Por eso algunos son más rockeros. También tiene que ver con el momento que vive cada uno. En lo particular, estoy muy arengado con escuchar y tocar todo el tiempo”. Además de aferrarse a su identikit y de la efervescencia que atraviesa a este puñado de canciones, Siete vidas cuenta con dos invitados de lujo: Glen Matlock (bajista de los Sex Pistols) y Henri Padovani (primer guitarrista de The Police). “La participación de Matlock vino por nuestras conexiones europeas, mientras que con Padovani tuve la suerte de tocar en 2016”, evoca el baterista de 73 años. “Luego volvió a venir, y nos presentamos en La Plata. A partir de ahí, nos hicimos medio amigos”.

La salida del disco de Aguirre encuentra muy activo a Serra, quien aparte de sumarse a la gira de despedida de Virus, el año pasado puso a circular el único registro que existe de Las Violetas: banda de la que fue parte y que se tornó en el preámbulo del grupo que bien supo comandar el inolvidable e influyente Federico Moura. “Eso fue una reliquia”, enfatiza el músico. “No sólo por todo lo que significa, sino también porque está grabada en 24 canales en el año 78. No es poca cosa. Tiene bastante calidad sonora”. Desde ese entonces se puede percibir el glamour, la sofisticación y la modernidad que hizo de Moura una de las principales escuelas del rock argentino. Lo que convierte a Mario en el único músico que tocó tanto con él como con Charly García, quienes fueron homenajeados en 2021 por los 70 años de sus respectivos natalicios. “Creo que tuve mucha suerte”. A lo que Pablo Tapia (tocó en Marabunta, la otra banda previa a Virus) atesta: “El es como una Biblia”.

Ahora que se celebran tres décadas de la creación de Aguirre, el frontman recuerda el momento en que recibieron la bendición de Werner Herzog, director de Aguirre, la ira de Dios, largometraje que alimentó la leyenda de Lope de Aguirre y que igualmente sirvió de inspiración para darle nombre a su banda. “A Herzog lo vimos es una conferencia en el Instituto Goethe de Buenos Aires. Cuando terminó, nos presentamos y le mostramos el material. Entonces entendió en el momento la analogía, y nos dijo que Aguirre tiene que ver con el rock porque él encarna básicamente la rebeldía. Y tiene razón. Eso es lo que nosotros intentamos plasmar en la música y las letras”. Ante la pregunta de si Siete vidas es la excusa para un nuevo regreso del grupo, Tapia se indigna: “No sé por qué lo quieren dar por muerto. Al igual que la película, la banda es una balsa que va a la deriva. No sabemos cuándo va a estallar o hasta cuándo seguimos”.