La característica más destacable de Upa! 2 - El regreso es la misma que marcaba a fuego a su antecesora, Upa! Una película argentina: las ganas de divertirse de los realizadores/guionistas/actores. Claro que en medio del puente que une a ambas han corrido muchos litros de agua: Santiago Giralt ha firmado casi media docena de títulos, Tamae Garateguy dirigió dos películas y tiene una tercera en preproducción y Camila Toker acaba de debutar con su primer largometraje en solitario. Los chicos crecieron y ya no son los mismos que ganaron el premio a Mejor Película en el Bafici 2007. O quizá sí lo sean, a juzgar por el creciente desparpajo de su inesperada secuela. Los mismos personajes de ficción que intentaban en aquel entonces llevar por buen camino, aunque sin demasiado éxito, un proyecto cinematográfico, vuelven a encontrarse casi una década más tarde con intenciones similares. Así sean alter egos, proyecciones más o menos basadas en la realidad o simples criaturas creadas por la imaginación, el trío de director, productora y actriz encarnados respectivamente por Giralt, Garateguy y Toker vuelve a la carga. Y recargado.

La Upa! seminal -que disfrutará de un reestreno en un par de semanas- fue leída en su momento como una poco velada sátira al mundillo del cine independiente local. Y algo de eso había en la descripción de tipologías y casos testigo que tensaban la historia. Pero, así como El crítico de Hernán Guerschuny es una comedia romántica tradicional oculta debajo de un chasis narrativo que ambiciona recrear un oficio a partir de lugares comunes que circulan alrededor de él, la película del trío amputaba cualquier disquisición sociológica a partir del trazo grueso y el tono de estudiantina que siempre amagaba con asomar la cabeza. Algo similar ocurre con la parte dos, que además elimina la carga dramática de la primera parte, su pathos de jóvenes a punto de dar el salto. Y a mucha honra: la hipérbole, el grotesco, es absolutamente consciente, más un punto de partida estético que un desliz de dibujante de aguafuertes en un mal día. El director que quiere levantarse a toda costa a la joven promesa actoral (Martín Slipak), la productora que consigue financiación europea sin caer en la cuenta de que se trata de un deshonroso fiasco, la actriz independiente pero prestigiosa que ha adquirido todas las características de la diva más rancia, son puntos de partida muy poco naturalistas.

Upa! 2 arranca en un ámbito conocido con figuras reales interpretando versiones alternativas de sí mismas: la ceremonia final de un Bafici, Marcelo Panozzo como director de ese festival, el crítico Diego Lerer participando en uno de los jurados. Ocasión ideal para el reencuentro de los personajes que, vinos gratis de cóctel mediante, deciden darse una segunda oportunidad y volver a hacer algo juntos. En algún momento de las preparaciones de ese pretencioso proyecto, que va convirtiéndose en un espejismo donde nadie ve reflejado su propio ridículo, se suma a la ecuación Nancy Dupláa, encarnando una versión estilizada y absurda de sí misma: una actriz popular de la tevé interesada en actuar para “los chicos” en una peli indie. A partir de ese momento y desde el primer día de rodaje, celos, envidias, egos desproporcionados y caprichos marcan el paso del desastre inminente. En sus mejores momentos, la película logra sortear los riesgos del sketch autocomplaciente y dibuja una pintura en la cual los creadores parecen querer exorcizar sus miedos, excesos y tics más personales. No siempre lo logran, pero la buena noticia es que lo hacen con humor y sin una gota de mala leche.