¡Qué difícil traducir en palabras lo que ha significado la muerte de Carlitos Balá! ¿Qué más se puede agregar a todo lo que se ha dicho sobre su calidad de persona y sobre su humor sano, esa noble misión de hacer reír que impactó en tantas generaciones?

Mi niñez, como la de tantxs, quedó marcada por Carlitos, sus gestos, sus chistes y sus frases. Sentarme a tomar la merienda viendo su programa de canal 7 era una cita obligada de todas las tardes después del colegio. Sepan disculpar si la columna de hoy se parece más a un derrame de sentimientos que a un discurso con alguna coherencia. Sucede que ante la pérdida de un ídolo popular que alegró tanto nuestras vidas, me parece que lo más sano es compartir con ustedes algunas de las emociones y reflexiones que se cruzaron en mi corazón por estos días. Sé que mis palabras pueden encontrar un eco, ya que no estoy sola en mi tristeza y seguramente muchas de las cosas que me pasaron con la noticia, me unen a ustedes y a tantxs argentinxs que súbitamente nos dimos cuenta de que estábamos unidos en el amor, la risa y la admiración por este artista infinito llamado Carlitos Balá.

Yo creo que el reconocimiento que tanta gente manifestó honesta y espontáneamente frente a su muerte es un gesto que nos da pie para meditar sobre lo importante del humor, algo verdaderamente relevante según la medicina. Dicen que sonreír puede reducir el estrés, incluso se ha llegado a probar nuestro córtex cerebral libera impulsos eléctricos ni bien comenzamos a reír y en ese momento, el cuerpo segrega endorfinas. Es decir, eso de que el humor es bueno para nuestra salud no es una frase sin sustento: para la ciencia la risa es terapéutica.

¿Cuánta gente vemos con permanente gesto serio o cara de tener muchos problemas? Sabemos que en Argentina las cosas están muy difíciles para muchas personas, familias que no llegan a fin de mes, que no pueden llenar la heladera, muchas comen una vez por día y otras no pueden pagar el alquiler. Debe ser muy difícil vivir cualquiera de estas circunstancias. Por eso creo que hoy más que nunca el humor cumple un rol clave: es una herramienta que trae un poco de alivio en cualquier situación ardua, que nos suspende en un paréntesis de bienestar, aunque sea por un breve instante.

Recuerdo en pleno aislamiento pandémico que muchas personas decían que los memes les estaban salvando la vida. No creo que sea exagerado decir que reírse en los peores momentos es un gran gesto de esperanza. Nada puede robarnos las sonrisas: son gratuitas y están ahí para recordarnos que no todo está perdido. No sé si coinciden, pero a veces creo que lxs argentinxs tenemos una fortaleza que otros países con culturas diferentes no muestran: a pesar de las adversidades, no perdemos tan fácilmente el humor y siempre aparece la risa.

Gracias, Carlitos Balá, por hacer reír a generaciones enteras de argentinxs. Ese es tu legado y esa es la mejor manera de recordarte. Hoy, tu partida me hace saber que la risa no muere con vos; hoy se amplifica y me hace tomar conciencia de que no quiero dejar de reír nunca. Ese debería ser nuestro compromiso y el mejor homenaje que nosotros te podemos regalar, querido Carlitos. Como decía el genio de Charles Chaplin: «Un día que uno no ha reído es un día perdido».

Me gustaría despedirme con una reflexión leída en el Instagram de Enzo Maqueira, que sintetiza de una manera hermosa al gran Carlitos Balá: «Me da bronca que la muerte de Balá me haga llorar. Siento que estoy traicionando todas las veces que me hizo reír. Por suerte, las lágrimas tienen el mismo gusto que la sal y eso me saca otra vez una sonrisa».

Ya te fuiste, genio, amigo de todos los niñxs que reímos con vos. No podemos saber cuántas sonrisas nos arrebató tu muerte, nos sobra saber cuantas sonrisas nos regaló tu vida.