Desde Santiago

El camino para una nueva constitución en Chile se ha entrampado tras la feroz derrota en el plebiscito de salida del pasado 4 de septiembre donde el “Rechazo” al nuevo texto obtuvo 61% frente al 38% del “Apruebo”. Un resultado sorprendente, considerando que casi el 80% de los chilenos aprobó la idea de cambiar la Carta Magna de 1980 —hecha en plena dictadura de Pinochet— en el plebiscito de entrada en octubre de 2020. Y por otro lado, que esta propuesta, realizada por una Convención Constituyente, donde la derecha era minoría, garantizaba derechos ciudadanos como el acceso a la educación y salud, el cuidado al medio ambiente, una mayor fiscalización a la actividad empresarial y reconocimiento a los pueblos originarios y las diversidades sexuales.

Y es justamente la derecha, que sintiéndose ganadora, ha pasado del discurso de colaborar a hacer una nueva constitución “que nos una”. Es decir, ni la de 1980 ni la propuesta actual, sino una “diferente”. Algo que cautivó al electorado que desconfiaba de la Convención debido a numerosos episodios, amplificados a rabiar por los medios chilenos, como supuestas fiestas durante uno de sus viajes a provincia, un convencional que fingió tener cáncer (y que renunció al cargo) y otro que votó desde la ducha pero también a supuestos contenidos como el fin de la libertad religiosa y la propiedad privada divulgados sobre todo en redes sociales.

Los bordes de la nueva constitución

Esta sensación de triunfo les ha permitido ir dilatando el proceso, a pesar de que el gobierno progresista de Gabriel Boric ya había anunciado un nuevo plebiscito para elegir una nueva convención e incorporar un panel de expertos para trabajar sobre lo ya propuesto. Durante su reciente gira por Nueva York y entrevistado por CNN, el presidente había señalado que “No puedes ir más rápido que tu gente. He dicho esto antes, pero pretender estar adelantado a tu época es una forma elegante de estar equivocado (…) “el veredicto de la gente en Chile, en mi opinión, fue ‘queremos cambios, cambios profundos, pero queremos mantener lo que hemos ganados en las últimas décadas"”.

En esa misma gira, donde pronunció un discurso en la ONU y se reunió con Justin Trudeau y el expresidente Obama, Boric habló del marco del nuevo texto constitucional, “con bordes más claros, que eso lo tienen que definir en el Congreso, quizás con plazos más acotados, recogiendo la experiencia anterior y con apoyo de comités de expertos y gente que contribuya a hacer la conversación más fácil y digerible para todos”.

La idea de “bordes”, aunque comentada y sobreanalizada por el mundo político, no fue muy bien recibida en la oposición. El oficialismo, que no tiene otro camino que buscar acuerdos ya que todo este proceso se jugará en el Congreso donde no tienen mayoría, ha ido girando hacia la idea de “bases constitucionales”.

La oposición se adueña de la pelota

La oposición, tras un mes de reuniones y negociaciones, al menos tienen claro lo que buscan: garantizar la mirada de expertos (por sobre la de constituyentes elegidos popularmente), resguardar el sistema político (en la nueva constitución se había fijado el fin del senado, por ejemplo) y el sistema económico, que sería lo principal. Estas reuniones están fijadas para el martes y jueves de esta semana. E incluso ronda la idea de hacer otro plebiscito de ”entrada” para comprobar si los chilenos realmente quieren una nueva constitución en este nuevo ciclo.

En efecto: este sábado se anunció el fin del uso de la mascarilla (barbijo) y la solicitud del “pase de movilidad” para ingresar a lugares cerrados. Algo que acompañado por la llegada de los primeros días realmente calurosos junto a fin de mes, donde los chilenos reciben sus sueldos, la sensación en las calles es levemente optimista tras años de protestas, idas a las urnas, teletrabajo y restricciones. Algo que evidentemente será utilizado políticamente.

 “La ciudadanía nos ha dado esta lección: no quieren un extremo a otro ni que haya excesos ni incertidumbres”, señaló la presidenta de Evopoli -el sector más “progresista” de la derecha— Luz Poblete, dejando claro que si hay una nueva constitución será bastante parecida a la actual. Boric, por otro lado, busca convertirse nuevamente en el gran conductor del proceso, tal como lo fue de la fallida nueva constitución, donde él ayudó a gestar el Acuerdo por la Paz en noviembre de 2019 que pavimentó el camino a la nueva constitución y ayudó a encausar el estallido social iniciado un mes antes. Ahora ha señalado la importancia de saber escuchar al pueblo, de estar atento a las demandas y no encerrarse en una burbuja política: “quienes defendieron la opción Rechazo en el reciente plebiscito constitucional no cometan el mismo error que cometimos en nuestro sector”. Esta semana se verá si le hacen caso.