Quizá se lo llame el Mundial del Tratado de Libre Comercio. O el que logre burlar el muro de Donald Trump. El 11 de agosto próximo vence el plazo para anunciar candidaturas a organizar la primera Copa del Mundo de 48 selecciones. Se jugará en el lejano 2026. Pero aunque todavía falten nueve años, tres países se asociaron para ser las sedes de esta cumbre ecuménica de la FIFA: Estados Unidos, México y Canadá. La semana pasada crearon un comité para trabajar en esta iniciativa conjunta que promete ser un gran negocio, sobre todo para EE.UU. De la oferta prevista de 80 partidos que tendrá el torneo, 60 se disputarán en donde al fútbol lo llaman soccer. Sus vecinos apenas se quedarán con 10 cada uno. Adelantándose a otros – Marruecos le propuso a España hacerlo junto a Portugal, aunque este último no aceptaría–, las federaciones de las tres naciones de América del Norte partieron con amplia ventaja hacia el objetivo. La historia de esta triple postulación ratifica también la idea de que los Mundiales son una formidable herramienta de la geopolítica.

La presentación de esta candidatura se formalizó el 10 de abril pasado en la llamada Torre de la Libertad, un lugar emblemático de Nueva York. Ahí se levantaba hasta el 11 de septiembre de 2001 el World Trade Center con sus Torres Gemelas. Sunil Gulati, el presidente de la federación estadounidense, anunció aquel día: “Iremos juntos con Canadá y México: queremos 60 de los 80 partidos en Estados Unidos”. A esa aspiración hay que sumarle que, a partir de los cuartos de final, todos los encuentros hasta el último se disputarían en EE.UU. El partido inaugural es el único que no está definido. ¿Será en el estadio Azteca?

“El presidente Trump ha expresado su pleno apoyo, y está particularmente complacido de que México esté participando en esta licitación con nosotros”, comentó Gulati en Nueva York, citado por el diario Chicago Tribune. Un mes después, durante el último Congreso de la FIFA en Bahrein, anticipó: “En el futuro podremos ver una confirmación por parte de Trump y en Washington”. La insistencia del dirigente indio-estadounidense con el tema, acaso se relacione con aventar las sospechas de falta de cooperación entre los dos países para organizar el Mundial. La conflictiva relación política entre EE.UU. y México –agravada desde que el magnate llegó a la Casa Blanca– genera ciertas dudas sobre el emprendimiento conjunto. 

Entrevistado por Univisión Deportes, el máximo dirigente de la Federación mexicana, Decio de María, minimizó las dificultades de entenderse con alguien como Trump: “El fútbol tiene esa gran capacidad, esa gran magia, de dejar contenta a mucha gente, incluyendo al señor presidente de Estados Unidos”. También confesó en aquella reunión neoyorquina que la primera potencia mundial “no nos necesita a nosotros ni a Canadá para organizar un Mundial. Pero México, de la mano de Estados Unidos está dando un mensaje de que podemos hacer las cosas juntos”.         

Norteamérica organizó hasta hoy tres copas mundiales. La primera fue en México ‘70, que repitió la experiencia en 1986. Estados Unidos hizo la última en 1994. Si prosperara en la FIFA la candidatura tripartita, cuando se juegue el torneo habrán pasado 32 años de aquel Mundial que Brasil le ganó a Italia en la final con definición por penales. También en el que Diego Maradona dijo “me cortaron las piernas” después de su caso de doping. Canadá será sede por primera vez en su historia, aunque realizó una Copa del Mundo femenina en 2015. Su primer ministro, Justin Trudeau, renegocia con EE.UU. el Tratado de Libre Comercio que también involucra a México. El TLC sigue por ahora vigente, aunque será maquillado porque Trump retrocedió en sus ínfulas de borrarlo del mapa. Un Mundial de Fútbol quizá no le mueva demasiado el amperímetro al presidente de EE.UU. Pero negocios son negocios.

Los países interesados en organizar la Copa tienen un plazo formal para presentar sus candidaturas que vence en diciembre de 2018. También deben hacer pública esa voluntad antes del 11 de agosto próximo. La FIFA igual definirá a quiénes les otorga la sede en mayo de 2020, seis años antes del certamen. Falta demasiado aunque la prioridad la tienen países de África, América y Oceanía. Si hablamos de federaciones, las naciones afiliadas a la CAF, la Concacaf, la Conmebol y la OFC.     

Estados Unidos y sus vecinos armaron el consejo directivo de la candidatura. Ya largaron con ventaja. Sus cargos están distribuidos así: cinco para EE.UU. y dos cada uno para México y Canadá. Entre sus integrantes sobresale Don Garber, el comisionado de la MLS (la liga profesional estadounidense), que está en expansión constante. Preside la entidad desde 1999 y se fijó como objetivo hacerla un producto rentable. Durante su gestión pasó de 12 a 22 equipos y el promedio de asistencia a los partidos creció de 13.700 a casi 22.000 espectadores. No era tan conocido fuera de su país mientras Chuck Blazer controlaba el fútbol en EE.UU. Pero el dirigente que se convirtió en soplón del FBI, confesó haber recibido sobornos y terminó disparando el escándalo de la FIFA, cayó en desgracia. Hasta ese momento, para Garber había sido “una de las personas más importantes en la historia del fútbol de este país”. 

El comisionado de la MLS no es tonto ni perezoso. Creó la SUM (Soccer United Marketing) en 2002, una empresa que depende de él, y desplazó en Estados Unidos al desprestigiado Traffic Group, de Brasil. El mismo cuya casa matriz está en Miami y que pagó sobornos a varios dirigentes de la FIFA que terminaron en prisión. Los dos pugnaban por los mismos derechos comerciales en la Concacaf. 

SUM se quedó con la parte del león desde que su competencia se arruinó. Maneja a la selección de Estados Unidos, la MLS, la Concacaf y hasta la Copa América Centenario. Pero su apuesta más antigua y redituable son los derechos del seleccionado mexicano para EE.UU. La colectividad que sigue al equipo tiene algo más de 33 millones al otro lado del río Bravo. Unos 11,7 millones son oriundos de México y el resto descendientes de aquellos nacidos en Estados Unidos. A esa audiencia mantiene cautiva la SUM, con cinco partidos amistosos por año entre las dos selecciones más fuertes de América del Norte. Los mexicanos no se quedaron atrás cuando designaron a Yon de Luisa como uno de sus representantes para defender la candidatura conjunta. Es el director del Comité Ejecutivo de Fútbol de Televisa y dirigente del América, el club más poderoso del país.

Prevista para 2020, la votación que definirá al país o países organizadores del séptimo Mundial del siglo XXI quizá sea un trámite muy simple. Participarán cada una de las 211 federaciones de la FIFA. Son más que las 193 naciones o territorios que integran la ONU. Estados Unidos se sintió despojado cuando perdió con Qatar la sede del Mundial 2022. Pero ahora va por la revancha con Trump, su jugador más indescifrable; un muro en la defensa de su frontera con México y en la delantera el Tratado de Libre Comercio que quiere renegociar Canadá.