“Me gusta escribir tu nombre en las paredes del barrio/ Me gusta oír cómo suena cuando lo grito por la avenida”. El verso pertenece a “Nunca encontraré una casa como la que hay en mí”, una bellísima canción que Litto Nebbia escribió a comienzos de la década del '70 pero que nunca había grabado. Alguna vez Edgardo Cardozo interpretó una versión de la canción en el Centro Cultural Haroldo Conti sin estar seguro de que era una antigua obra de Nebbia. La canción circulaba de boca en boca, de oído en oído. “Un pájaro necesita el nido y su compañera/ Yo necesito mi alma para cantar esta melodía”, sigue la letra del histórico compositor rosarino. En diciembre del año pasado, Nebbia le hizo justicia a su propia canción y la grabó finalmente en el disco de igual nombre: Nunca encontraré una casa como la que hay en mí (2021), editado por su sello Melopea.

“Está escrita para algo bello, algo que te alienta el día, que te hermosea el ánimo. Casi siempre es algo femenino. Puede ser la mujer, la guitarra, la música, la noche, la tierra”, explica ahora Nebbia sobre la canción, cincuenta años después de haberla compuesto. El disco está centrado en el piano como instrumento guía de las canciones, y descansa también en la voz de Nebbia y su melancolía luminosa. Es un conjunto de canciones reflexivas, profundas, con letras de largo aliento. El rosarino es, sobre todo, un narrador de historias. Y eso se refleja en piezas como "No supe qué hacer", "Algo así", “Pájaro de la locura” o "Sentimiento natural". “Hay mucha melodía, bastante letra y un gran acento puesto sobre el amor”, sintetiza. “El material de este álbum es la sumatoria de una aproximación espiritual a quien escucha. De pronto alguien lo toma como que son ‘canciones de amor’. Y efectivamente lo son, pero desde una visión reflexiva, con la mira puesta en ser mejor, crecer. Y eso nos lleva a tratar temas que cada vez más, en lo cotidiano, están como prohibidos”, le cuenta a Página/12.

Producido, escrito y arreglado por Nebbia, el disco está integrado por 16 canciones. La mayoría fueron escritas durante el tiempo de “encierro” pandémico (2020-2021) y hay tres canciones viejas. Además de la que da nombre al disco, están “Lo básico de hoy (cuando alguien lo sepa)”, de 1986, que fue un bonus track del disco Demasiadas maneras de no saber nada; y “Quién es quién para cada quien”, de 1974, que ya había sido publicada en el disco Siempre en sábado (2020). “Siempre aparece alguna canción. Las dejo estar, confiado en que siempre uno está más entusiasmado en grabar lo más nuevo. Pero a veces algo se prende y decís ‘vamos a darle a esta’. No hay una razón concreta y no tiene nada que ver con el tiempo-reloj”, explica el compositor de 74 años.

“No encuentro diferencias entre ‘Quién es quién para cada quien’ y “Algo así”, que es de las ultimas que escribí, en 2021. De alguna manera, hablan de lo mismo. Lo diferente en sus letras es que en la primera soy un joven que habla de cómo ve las relaciones amorosas, las de pareja concretamente. Y en la más nueva habla el mismo tipo, pero con mucha más experiencia. Casi sin dudas”, apunta el sobre el oficio de hacer canciones. El concepto de Nunca encontraré una casa como la que hay en mí también apunta a refugiarse en el mundo interior y habitar los sentimientos. "Se escucha en la calle, se siente en el alma / eso que uno tanto resguardó al final creció / No importa que suene un viento distinto / Si lo que uno sembró aquí se quedó", canta en "Sentimiento natural".

-El piano es un instrumento central en este disco. ¿La composición siempre nace desde el piano? ¿Qué posibilidades te permite para la canción este instrumento?

-En los dos instrumentos (el piano y la guitarra) podés lograr la belleza y la riqueza de la conjunción armónica y rítmica. Para lograr abrir las armonías, que transiten cómodamente bajo una buena línea melódica, me siento bien con ambos instrumentos. Pero es cierto, los conocimientos y técnica que tengo en uno, no los tengo en el otro. Son distintos, pero a su vez se complementan. Quizá porque no están atados a ninguna regla básica.

-En el disco sobrevuela una melancolía vinculada con el tango o el clima templado del Río de la Plata. ¿La melancolía es un material importante para tu obra?

-Es cierto. No olvidemos que soy urbano, nocturno, sobreviviente de las trasnochadas en los bares. Por suerte, ha pasado el tiempo y sigo impregnado de ese clima. A pesar que ahora pase mucho más tiempo encerrado en mi hogar. Por eso vale que el hogar es uno, finalmente.

-Y en estos años de aislamiento social, ¿en dónde encontraste la inspiración para escribir canciones? ¿En la memoria, en vos mismo?

-Mis letras casi siempre hablan de las relaciones humanas. A veces soy el que narra, casi desde un lugar autobiográfico; otras veces cuento la historia en tercera persona. Pero más allá de la estilística que aborde, hay que tomarlas como reflexiones. Uno está contando de alguna manera la actitud que tiene frente a la vida. Para mí, la historia es casi siempre una declaración reflexiva que construyo. Lo hago para escucharme decir lo que pienso y apelando a que pueda ser compañía grata para alguien.

-¿Cómo encontrás un equilibrio entre la ficción y el componente de experiencia personal? Porque no todas las situaciones amorosas que canta un músico le sucedieron.

-Es cierto, no todo lo que uno escribe sucede literalmente. Pero uno siempre está exponiendo su pensamiento, sus creencias. Para ser más claro: dentro de toda la ficción y/o fantasía que pueda aparecer en alguno de los textos, nunca estoy escribiendo algo en lo que no creo.

Foto: Kala Moreno Parra.

-Una de las canciones más representativas del disco es "Pájaro de la locura". ¿En qué circunstancias la escribiste? ¿Es una metáfora de la libertad?

-Exactamente. El “Pájaro de la locura” es cualquiera de nosotros que no se ha dejado atrapar por esta lobotomia de alto consumo y mal gusto. Pero para nada es un ave que confronta. Se defiende y cuando llega el momento, vuela alto, piensa y ama. Es decir, la figura del pájaro de la locura es la que sobrevuela en una persona que ansía mantener su libertad, su verdadero ideal, sin presiones. La sociedad actual, con sus medios de divulgación, los elementos de publicidad, las narraciones periodísticas reiteradas, mete una presión constante que finalmente termina influyendo exageradamente a parte de la población.

La otra novedad que tiene para contar este incansable creador de canciones es el reciente lanzamiento de La suite rosarina (2022), un disco compartido con su coterráneo y amigo Adrián Abonizio. “Un sensible homenaje a Rosario, articulado por medio de postales afectivas de lugares, personajes y costumbres de la ciudad”, se detalla en la web de Melopea. La particularidad del disco es que los textos son de Abonizio y la música de Nebbia. “Hace unos cuantos años que nos ‘amenazamos’ con hacer un trabajo juntos. Esporádicamente lo hicimos. Hay un par de canciones en el triple álbum La canción del mundo (2011). Pero aquí ocurrió que Abonizio me dijo: ‘¿Por qué no hacemos una obra?’. A veces plantearse una obra puede esclavizarte. Me pareció más oportuno crear una serie de canciones evocando el lugar donde hemos nacido y nos han criado. Entonces nació la idea de La suite rosarina”, cuenta Nebbia.

“Puede entenderse como una cantata o simplemente disfrutarla como un manojo de canciones de dos apasionados de la poesía y el canto. Por allí aparecen el Negro Fontanarrosa, el Che, Alberto Olmedo, el barrio de Pichincha, el bar El Cairo y así”, precisa. “La sonoridad del álbum fue el resultado de ir directamente a la ‘parrilla’ con cada grabación. Prácticamente toco casi todos los instrumentos, exceptuando unas flautas que toca Leopoldo Deza, una estrofa de canto que hizo Silvina Garré, y Yayi Gómez en clarinete, que flirtea en un tema. Me gusta musicalizar textos de otro. Textos que sean distintos a mi propio estilo y de los que me emocionen las imágenes. Adrián es muy intenso, súper trabajador en honor al arte. Eso es bueno para mí”.

-¿La idea también fue que hubiera un diálogo entre las voces de ambos?

-Sí. La idea era que no pareciera el disco de un "solista", pero tampoco somos "un dúo". Y aparece también la voz de Garré en un texto que si o si tenía que ser femenino, "Señorita costurera". También nos ha dejado muy felices el arte de tapa de Alejandro O’Kif y el trabajo sonoro final de Mario Sobrino en Melopea. Nos ha encantado hacer este disco, pero nos ha dejado con la inquietud de hacer otro, con más detalles de producción, participación de otros músicos, más atención en los arreglos y así.

-¿Por qué creés que la ciudad de Rosario tiene una fuerte impronta cultural?

-Es un lugar extraño, Rosario. No es el interior propiamente dicho y no se quiere parecer a la Capital Federal. No hay una respuesta final para esto. Como decía el gran Antonio Agri: "el rosarino es el mejor amigo del hombre".

-¿Cómo ves este momento de la música argentina? ¿Te interesa estar actualizado acerca de los nuevos artistas que aparecen en escena?

-Veo que casi todo es excesivamente comercial. Todo el mundo quiere ser famoso. Eso le quita profundidad al arte. Pero hay de todo, por suerte. La escena, de cualquier manera, es sólida. Hay mucha gente joven con talento. Estoy al tanto más o menos de lo que va apareciendo en escena. Todos los tiempos han sido parecidos. De pronto aparece alguien súper talentoso y de pronto surge alguien que es horrible (risas). No hay drama. ¡Viva la música!

Pospandemia

Girar todo lo que se pueda

Litto Nebbia responde las preguntas de Página/12 vía mail. Se siente más cómodo haciendo las entrevistas en ese formato, porque le permite cuidar mejor los datos y encontrar más claridad en las palabras. Avisa que se está yendo de gira a Mendoza, pero que “todos los días” revisa el correo electrónico. Desde que la música en vivo se reactivó, Nebbia no para de tocar. “Digamos que la Santísima Trinidad de esta profesión es iniciar con la actitud solitaria de la composición, continuar en el estudio de grabación para dejar plasmada la canción y empezar a girar cuando sale el disco por todo lugar donde se pueda”, dice con naturalidad. “Nos bancamos los dos años en que todo el planeta tuvo que parar por la pandemia. Ahora comenzamos de a poco con esta banda de amigos a mostrarnos. Debutamos en el Lollapooza 2022 y luego hemos dado conciertos en Córdoba, Tucumán, Tecnópolis y Tunuyán”, cuenta entusiasmado. “Este fin de semana vamos a Santiago del Estero, luego tenemos La Plata, Rosario, Mar del Plata y también para fin de año haremos el Centro Cultural Kirchner, en el divino Auditorio Nacional”, anuncia. Y lanza una primicia: “También estamos grabando algunas cositas para tener un nuevo disco en el 2023, que será la celebración de mis 75 años”. En vivo, lo acompañan Ariel Minimal en guitarra y voz, Leopoldo Deza en flauta y teclados, Nica Corley en guitarra, bajo y voces, y Tomás Corley en batería y voces.