Hay que ver cómo salta Wos en sus conciertos. Tan alto y liviano, con tanta fuerza, imparable. Parece que vuela. Es un impacto verlo en escena, con esa soltura y ese empuje en el cuerpo. También sus canciones parecen volar. Porque si alguna vez partieron del mundo del rap y el hip hop, del freestyle y las batallas de gallos, hoy siguen pisando allí pero se abren y se expanden, cruzan géneros e influencias. Y suenan, como muy poco en estos tiempos de sobreabundancia adocenada, tremendamente originales y nuevas, solamente suyas. Lo mismo lo que dicen, y cómo lo dicen. Tal vez por eso es que Wos se ganó, también inéditamente, públicos de las edades y palos más diversos, cada vez más amplios. 

El viernes y el sábado Wos "llegó" a un estadio como el de Argentinos Juniors. Reunió 30.000 almas en cada fecha, en dos noches de fiesta. No se guardó despliegue escenográfico, plantó una historia diferente en cada canción. Mucho menos, despliegue musical: sonó una gran banda con momentos de furia, remansos acústicos, arreglos con nutridas filas de caños o de cuerdas, bombo legüero, ¡un coro góspel subido a una plataforma móvil! Como invitado apareció Ricardo Mollo, que toca un tema en el disco y que antes invitó a Wos a regrabar un tema de Divididos; fue un gran momento de la noche. Y estuvo además la nueva guardia urbana con Nicki Nicole, y Ca7riel, y Acru, Klan, Zone, referentes del freestyle, a quienes presentó como "los que me ayudaron a empezar con todo esto", con quienes se entregó a un disfrute compartido de batalla de rimas, que ahora llegan en plan de agradecimiento y de celebración, de amigos que se dicen: cuánto te merecés haber llegado acá, cuánto me alegro. 

Foto: Alejandra Morasano

Con sus canciones Wos les dice a los pibes y las pibas que es mejor estar despiertos, mirar de cerca, involucrarse, no adormecerse, ni conformarse, ni pasar sin sentir. Suena tan opuesto a todo lo que les dicen sin decir, por todos lados, cotidianamente. Les dice que si este es un mundo de mierda, queda algo por hacer al respecto. En las pantallas antes del show, la publicidad es de La Garganta Poderosa: "Si el presente es lucha el futuro es nuestro". "Somos la la nueva generación que va a dar vuelta la tortilla". "La única certeza que tenemos es hacer las cosas con amor", dice Wos en el show.  

"Es hermoso estar en casa, loco", dice el pibe de 24 años que como ya todos saben se llama Valentín Oliva, creció en La Paternal, es hijo la bailarina y cantante Maia Mónaco y del músico Alejandro Oliva, uno de los fundadores de La Bomba de Tiempo. El más joven ganador de un Gardel de Oro, que sin embargo hizo su carrera por fuera y nada en deuda con esa industria musical que lo premió. El que es "Wosito" para el público que lo sigue, y que así corea su nombre en multitud. 

Foto: Alejandra Morasano

Entre las muchas cosas diferentes, originales, frescas, que tiene Wos una muy singular es su público. Que también es de verdad único. Porque resulta que está el público "natural" que copa el estadio Diego Armando Maradona durante dos noches de fiesta multitudinaria y celebrante, la pendejada que tiene la misma edad que él o un poco menos, esa que empatiza con el yo sufriente y crítico de sus letras. Pero también hay muchos, muchísimas y muchísimos, seguidores de otras edades. Chicas y chicos muy chicos, de primaria, de 6, 9, 10 años. Y un poquito más, preadolescentes. Y sus padres y madres, que de alguna manera también se sienten incluidos por esa música que suena en sus casas. 

En los conciertos de Argentinos Juniors se lo vio en cantidad. Familias que llegaban temprano y hacían picnic en el campo, antes de que se transformara en un mar de cuerpos entregados al concierto. Primeras experiencias de recital de cancha, compartidas por madre e hija en esa edad ventana que ya se abre a la autonomía para muchas cosas, pero aún no para un evento masivo. Padres y madres que llevaron grupos de amigos a cargo. Los más jugados: dos padres con ¡veinte! pibes de alrededor de 10 años, compañeritos de escuela. Una verdadera excursión musical.    

Foto: Juli García.

Los pibitos se saben enteros todos los temas de Wos, sus canciones largas y sin estribillo. Las comentan con sus amigos, piden escucharlas en el auto camino a la escuela, miran sus videos. Preguntan cómo sería el "oscuro éxtasis" del que habla la canción, porque a ellos eso les suena a feliz, y por lo tanto a colores. 

"A mí lo que me gusta de Wos es que no tiene auto tune, como otros que yo también escucho pero que, no sé, me parecen más iguales", destaca Mateo, de 9 años, que ya antes de la pandemia había aprendido "Púrpura" en el taller de música.

Es un fenóneno realmente diferente, intergeneracional, el que se da con Wos y se verifica en los conciertos. 

“En un principio creo que mi forma de componer era más hablando a mis pares, a otros de mi edad, pero de pronto me empecé a acostumbrar a que lo que decía iba llegando a otros lugares inesperados”, contaba Wos en una entrevista que le hizo Luis Paz en el suplemento NO de Página/12. “Desde que se hizo esa Red Bull en el Luna Park (la que lo consagró campeón mundial), los eventos empezaron a ser como un partido de fútbol, que lo ven un nene de 5 y el papá que tiene 40, y el del medio también. Empezó a abarcar a todas las edades y a gente que le gustaba la música, a gente que capaz no escuchaba música, a gente que no sabía ni lo que era el rap y a otra fan del rap”, explicaba. 

Tal vez de ese fenómeno popular que nació en las plazas con los encuentros de freestyle y se extendió en las competencias, multiplicado por las redes, se desprende también esta amplitud de Wos. 

Foto: Juli García.

"Yo creo que la figura de Wos, su forma de ser y de hablar, de mostrarse en público, de manejar la carrera, genera algo en los chicos", dice Cecilia. Ella fue a ver a Wos a Argentinos Juniors con su hija de 5 y su hijo de 10, junto a otros amigos del mayor, que a su vez también fueron con sus padres y madres. "Yo lo veo a mi hijo cómo se fascina y cómo lo mira con amor, para mí ahí está el punto. Hay algo muy entrañable y cercano en él, y los chicos lo captan", es su análisis.

Mailén y Martín son de City Bell, fueron a ver a Wos con Manuel de 6, y Juan de 10. Para el más chico es el primer concierto, en cambio el grande cancherea: "Yo ya fui a verlo a Atenas (en La Plata) y me encantó". Los padres destacan lo cuidado de la organización, la cantidad de gente dispuesta en los accesos, el clima tranquilo, las entradas con precios más bajos que otros conciertos del estilo. "Eso también te convence de venir, los más jóvenes viven su fiesta, nosotros podemos vivir la nuestra", observan.

No son muchos los espacios, mucho menos los conciertos, que hoy puedan compartirse tan plenamente entre distintas generaciones. Esa sola condición "fuera de estante" hace importante a la música de Wos, y a su manera de proponerla.