Hay turno recién para febrero. Si querés, te lo agendo”, dice la recepcionista de una reconocida clínica privada de la Ciudad de Buenos Aires. “Antes es imposible”, agrega y sugiere que, si no, pruebe llamando al consultorio particular del médico.

El diálogo ocurre con frecuencia al llamar para solicitar atención casi en cualquier especialidad, y grafica una compleja realidad: cada vez cuesta más conseguir un turno médico a través de la prepaga. Para algunas especialidades, la demora puede ser de hasta seis meses. Basta con hacer una simple prueba. La dificultad coincide con un nuevo incremento del 13,8 por ciento dispuesto la semana pasada: al finalizar el 2022, las empresas de medicina privada habrán tenido un incremento promedio del 114 %, muy por encima de la inflación pronosticada.

“Salimos de una pandemia y todos pidieron turnos al mismo tiempo. Es entendible el tema de los turnos. Pero, ¿cuánto hace que hemos salido de la pandemia y ese cuello de botella sigue existiendo?”, cuestiona Claudia Collado, presidenta de Acción del Consumidor (Adelco), ante la consulta de Página/12. Además, reclama un mayor control estatal y advierte que “nunca fue tan escandalosa como ahora” la disparidad entre lo que cobran las prepagas y el servicio que ofrecen.

Suben las cuotas y baja la oferta

“Cuando le digo a un paciente de ir a un especialista me contestan que no consiguen turno. Hay uno solo especialista en el centro médico y no hay oferta en cartilla”, relata a Página/12 Natalia, médica familiar que en la actualidad trabaja en una clínica perteneciente a una famosa prepaga y, además, alquila un consultorio por hora donde atiende de forma particular.

Natalia, de 32 años, explica que “cada vez más médicos se van de las prepagas por el bajo pago”. Además, señala que no tienen injerencia ni sobre la agenda de pacientes, ni sobre los honorarios y tiempos de atención.

El valor promedio por hora que recibe el médico trabajando para una prepaga es de $1.700. A esto, en el caso de los prestadores externos, se le deben descontar costos de impuestos, alquiler y eventualmente el sueldo de una secretaria o secretario.

En la atención particular hacen una diferencia importante. Así lo explica Natalia, que señala que, incluso cobrando un honorario económico de $2.000 por consulta y dedicando el doble tiempo destinado a cada paciente puede duplicar el valor hora.

La lógica que impera en la prepaga es la de atender, atender y atender. Eso dice el protocolo, por el cual deben destinar máximo 15 minutos por paciente y 20 minutos si es la primera consulta.

Los médicos no deciden los sobreturnos y, si los quieren dar, deben hacerlo achicando los tiempos de los demás pacientes. “La prepaga te cubre la lista en un rango horario y en el tiempo que ellos necesitan”, cuestiona.

Y denuncia: “Cada uno está haciendo su trabajo en un cubículo de oficina, pero tenés problemáticas que necesitan un abordaje más a fondo. La priorización de los recursos está cambiada. Se prioriza la cantidad de atención de pacientes”.

Otro motivo: los turnos mal sacados

Natalia señala, además, que hay otro motivo que explica la saturación en el sistema de salud prepago que tiene que ver con el hecho de que son los propios pacientes quienes solicitan turnos directos con especialistas sin pasar antes por un médico clínico.

Hay pacientes a los que les duele la cabeza y sacan turno con el neurólogo, entonces se va a saturar la agenda cuando quizás la consulta la podría resolver la atención primaria”, explica.

¿Hay un vuelco al hospital público?

Collado explica que “en este país, la mayoría de las personas saben que la medicina en la salud pública es buena, pero que el proceso para sacar turnos es engorroso. Por eso contratan una prepaga para ver al médico en un tiempo más corto”.

Sin embargo, denuncia que esto en la actualidad no se está cumpliendo. “La Superintendencia de Servicios de Salud dice que eso no pasa. Eso muestra que hay otro condimento, que es la falta de control”, añade.

Por su lado, Ignacio Cámpora, socio fundador del sitio especializado MiObraSocial, matiza los datos: “No hemos visto informes que muestren una mayor demora en el sistema privado que en el público”. “El sistema de salud en general muestra señales de colapso. Entre sondeos a afiliados a medicina prepaga, la demora promedio en conseguir turnos para especialidades de consulta habitual no excede los 30 días”, añade. Pero aclara que “puede pasar que en especialidades o estudios más específicos la demora sea mayor”.

Página/12 intentó consultar la Unión Argentina de Salud, que nuclea a las principales empresas privadas del sector, aunque al cierre de esta nota no obtuvo respuestas. 

“El médico ya no trabaja con la prepaga”

En este contexto la respuesta, en el mejor de los casos, puede ser como la de la secretaria de la famosa clínica porteña, que sugirió buscar un turno más próximo en la atención particular del mismo médico. En otros casos, directamente, los médicos abandonan la prestación de la prepaga y se vuelcan de lleno a la atención particular.

Se habilita, entonces, una doble vara. Por prepaga el turno disponible puede tener una demora de hasta tres meses, pero si es una consulta particular hay horarios para dentro de una semana. “El médico se queda con la lista de la prepaga cubierta y después tiene libre la otra parte del día. Les conviene reducir el tiempo que le destinan a la prepaga”, traduce Natalia sobre el faltante de turnos.

Y explica que “se llevan pacientes de la prepaga o la obra social y los pacientes los siguen a la consulta privada porque cuesta conseguir otros médicos”. “Usan al médico de manera particular y usan la prepaga para estudios, medicamentos e internaciones”, grafica.

Cuánto cuesta una prepaga en Argentina

El precio de la medicina prepaga está de nuevo en el ojo de la tormenta, luego de que el Gobierno autorizara un nuevo aumento del 13,8 por ciento, que regirá a partir de diciembre

De este modo, el sector acumulará una suba del 113,8 por ciento en los últimos doce meses, por encima de la inflación estimada y la totalidad de las paritarias. Este lunes el propio ministro de Economía, Sergio Massa, fue crítico con este aumento y aseguró que “no tiene ninguna explicación”.

Con esta suba, el plan básico para una familia tipo - dos adultos y dos niños - costará $24.205, para la más económica. Sin embargo, en las más caras el precio será de $63.857. Para los mayores de 65 años es otra la realidad. Para este segmento hay un precio base que puede modificarse según una auditoría médica.

“La ley permite el cobro de una cuota mayor para este segmento etario, de hasta tres veces lo que paga el segmento anterior”, comenta a Página/12 Cámpora, quien explica que una prepaga económica hoy tiene una cuota base de $18.800 para una sola persona sola mayor de 65 años y que este valor puede incrementarse hasta $56.400, según las pautas de la superintendencia.

“Podríamos decir que un plan de medicina prepaga en muchos casos se lleva el 70 por ciento de lo que gana un jubilado promedio”, explica Collado.

Un aumento contrarreloj

Collado también denuncia que el último aumento de las prepagas se hizo contrarreloj y se anunció antes de tiempo. Asegura que si bien el análisis de costos sobre los que se debe determinar el porcentaje de aumentos corresponde hacerlo a finales de octubre, la suba del 13,8 por ciento comenzó a ser notificada entre el 25 y 26 de octubre.

Para Collado, esto tiene una clara correlación con el hecho de que para poder aplicar las subas, las prepagas deben avisar con tres meses de anticipación las modificaciones en los valores de los planes. “Me llama la atención que las cartas de quienes ya anunciaron el aumento en diciembre dicen ‘Buenos Aires, octubre del 2022’, no tiene una fecha específica”, reveló a este medio.

Si bien ante cada aumento reciben picos de consultas, Cámpora explica que estas preguntas no se traducen en una fuga de socios de las prepagas, sino todo lo contrario. “Es más, hay meses, como por ejemplo agosto, en el que hay más consultas (48%) por nuevas afiliaciones, que por un cambio de plan (19%)”, puntualizó.