La máquina de mirar es el apropiado título de una muestra de Andy Cherniavsky, la fotógrafa del rock argentino de los 80, que inaugurará el sábado 5 en el Centro Cultural San José de la ciudad bonaerense de Olavarría, con un repaso que va de los 80 al presente: imágenes que reúnen a algunas de las bandas más célebres de la historia rockera nacional, Sumo y los Redondos entre otros; retratos que van de Fito Páez y Andrés Calamaro a Fabi Cantilo e Hilda Lizarazu, pasando por Soda Stereo y Babasónicos, hasta una sala dedicada a Charly García.

De ella son los hermanos Moura de Virus en su momento de esplendor, de ella el Charly plateado de Say No More; Los Abuelos de la Nada pasaron por las retinas de varias generaciones retratados desde su mirada. Fue testigo con su cámara -una cámara vieja pero con poco uso por su parte, siendo una adolescente que había tomado un curso básico y que fotografiaba niños en las plazas para ganarse el día-, de la precuela de Serú Girán en San Pablo, el grupo que formó Charly con David Lebón, Oscar Moro y Pedro Aznar.

Hija de madre psicóloga en los experimentales 60, Martha Berlin, y de Daniel Cherniavsky, director de cine que fundó el Centro de Artes y Ciencias por donde pasaron, antes del exilio pre dictadura argentina, músicos como Chico Buarque y Vinicius, y escritores como Borges y Walsh, Andy entró a la fotografía y a la escena del rock argentino con 17 años, duelando a su hermano adolescente, Ariel, con quien convivía en un dúplex que les había dejado su madre, y habiendo alquilado esa habitación al hermano de su novio del colegio: Daniel García Moreno. El inquilino era Charly.

Sobreviviente y pionera: de la locura, el patriarcado y la violencia de algunas de las décadas musicales más desaforadas del país. La violencia en los recitales, la preeminencia machista de la industria del rock, las piñas a la salida de los shows, del embate del HIV cuando el mundo cultural bullía. Fue junto a Hilda Lizarazu y Nora Lezano una de las retratistas más frescas de esos actores y actoras: María Gabriela Epumer, Patricia Sosa, la Negra Poli, Los Twist. “Con Andy realmente me enganché como pareja ´fotal’. No creo que nos separemos nunca del blanco y negro y de las pinturitas”, dijo de ella Charly.

La idea era mostrar fotos que no fueron expuestas en otras muestras o que pasaron por revistas no especializadas. “Es rock argentino, no hay una línea de tiempo y el nombre, La máquina de mirar, más allá de la alusión a La máquina de hacer pájaros (la banda de rock progresivo que entre 1976 y 1977 formaron Charly, Moro, Carlos Cutaia, Gustavo Bazterrica y José Luis Fernández) o 'La máquina de ser feliz' (de Random, de Charly, de 2017), tiene algo muy lindo: juega a intervenir el espacio con frases potentes de cada retratado, hasta diría un poco combativas o románticas, que generan una cosa muy emocionante”, dice Cherniavsky.

“Más allá de las fotos están las palabras, hay paredes totalmente invadidas por estas frases poderosas. Está mi mirada, pero también esto de mirar lo que dijo el otro, leer lo que dijo el otro. Me gusta este juego y hay un montón de actividades que tienen que ver con esto de mirar: va a haber un mapping antes del ingreso a las salas, dos de rock argentino y una de Charly, y hay un túnel Say no More donde la gente podrá jugar un rato y salir”, advierte la fotógrafa.

Dentro de la muestra, el sábado 19 de noviembre a las 20 habrá un “Recital de Fotos”, algo que Cherniavsky viene haciendo hace varios veranos con Dany Jiménez, periodista especializado en rock. Con él charlará sobre fotos suyas que irán proyectando, que hacen a la historia del rock argentino, y que irán acompañando con música en vivo. “Las fotos van pasando, está la música y de repente quedan detenidas, es algo que cada vez que lo hago me emociona terriblemente”, señala.

-¿De dónde salieron esas frases que acompañan las fotos: charlas que tuviste, lecturas que hiciste?

-Investigué un poco, había frases que me gustaban muchísimo hacía años y otras las fui leyendo y atrapando en relación a las fotos y a este traspaso generacional que vivimos en la música, donde yo siento que de alguna manera se perdió la poesía, se perdió la melodía y se sexualizó, si bien hay cosas del trap, del hip hop y el rap que son rescatables. El otro día escuchaba a un músico de rock que se preguntaba cuántos de todos estos miles de temas de trap, rap, hip hop y reguetón van a quedar como un acervo cultural ideológico importante. Los textos y las fotos tienden a rescatar al rock como lugar de lucha, de reivindicación de derechos y movimiento cultural que en los 80 vino a romper estructuras. Veníamos de unos 70 donde había que decir cosas inteligentes e ideológicamente super importantes y los 80 fueron una mezcla donde nos pudimos divertir y escuchar poesías increíbles como las de Spinetta o Miguel Abuelo con otros contenidos. Me gustó que las paredes no sean solamente fotográficas sino que también tengan estas frases.

-También estás rescatando un lugar desde el cual leer esa historia del rock.

-Sí, del lado que me tocó a mí que son los 80 hay muchas cosas que me gustan pero este rescate es de todas y todos los de aquel tiempo. Que todas son bastante pocas y en esta oportunidad fueron las que pudieron, porque no alcanzamos a escanear algunas cosas, pero yo también soy mujer y estoy dentro de la muestra. Me gusta mucho haber hecho toda la curaduría y haber metido esto tan importante de los textos, me gusta el recorrido que se armó dentro de la muestra, me gusta que no termine solamente en la muestra, sino que después venga el recital de fotos.

-Las fotos que se verán son icónicas dentro de la historia del rock. ¿Hay alguna que sea icónica dentro de tu propia historia?

-La de Charly con los enteritos. Para mí es tremenda. Es como que no existíamos en ese momento, como la industria, el rock, Charly García, Andy Cherniavsky. Era un momento de intimidad, de total naturalidad, era como nos vestíamos, como vivíamos, con los almohadones en el piso, no teníamos sillones, la bandeja con el dulce de leche. Esa foto me encanta por eso. Es como la prehistoria, antes de cualquier pose, es casi como una foto familiar, tiene esa cosa de ´mirá a mamá’, ‘mirá a papá’, algo de la índole de lo espontáneo, lo que está fuera de control consciente.

-¿Cómo fue tu encuentro con el lenguaje de la fotografía y que nexo le encontrás con la psicología? Habías empezado a estudiar esa carrera que dejaste por la imagen, venís de una familia de psicoanalistas.

-Mi vida estaba totalmente destinada a ser psicóloga, según mis propias creencias. tengo y tenía pasta para eso. De hecho mi hija psicóloga, mi vieja psicóloga, en mi familia todo el mundo es psicólogue, mi hermana, mis primes, todo y todas, y en algún momento mi carrera pensé en volver, cuando ya era una fotógrafa consagrada. Creo que la fotografía es un momento de una comunión íntima, que aparte va creciendo porque va tomando distintas connotaciones con el paso del tiempo y sí, al momento de apretar el obturador, hay una decisión incluso con el otro inconsciente.

-¿Cómo definirías tu vínculo con ese mundo del rock que retrataste en tus fotos?

-El rock era una fascinación total, de la mano de mi papá y después de la mano de Charly. Eran mis ídolos y yo era fan, me pasaba esa cosa de admiración, de llorar y emocionarme si escuchaba una canción. Hoy no tengo ídolos y en ese momento no cabía la menor duda de que los ídolos existían y eran ellos y yo encima los iba a conocer e iba a convivir con ellos, estar ahí con el enterito comiendo dulce de leche. Me encantan esas vueltas de la vida. Con mi viejo era una nena que miraba un mundo inalcanzable, allá arriba, con Arco Iris, con Manal, Spinetta. Y esa nena encontró una máquina de mirar con la que se siguió fascinando.

-Además una máquina obrera, ¿no?

-Siempre dije y lo sostengo que no me siento de ninguna manera una artista, sino una laburante de la fotografía. Yo no estudié, no tuve maestros, fui una chica como muy insegura porque no tenía ningún referente de si lo que estaba haciendo estaba bien o era una mierda. Entonces hoy, que doy clases en universidades y veo a esos chicos, pienso qué importante es esta trama de trabajo que te va diciendo un poco quién sos y dónde estás. Me siento una laburante que aprendió a mirar, a trabajar y estuvo en el momento preciso en el lugar correcto. Aunque para las mujeres que laburamos en el rock no era nada fácil, nos plantamos y dijimos aquí estoy, no me muevo. Y una de las personas que más espacio nos dio fue Charly, tanto a Fabi como a Hilda como a mí como María Gabriela como a Nora Lezano. Charly fue el que nos abrió las puertas. Por otra parte era muy curiosa y entonces me adelantaba y siempre llegaba a algún lugar: nunca había trabajado en publicidad y ya tenía una carpeta armada mientras laburaba las plazas. Esos 10 años, en los 80, y en general en la vida, quedé como “la fotógrafa del rock”, pero yo he hecho más moda y publicidad, más laburos de cualquier otra cosa que de rock.

* Agencia Télam.