El cielo limpio y el entusiasmo intacto hicieron de marco para que los equipos ganadores de Cansat Argentina lanzaran los satélites pensados y diseñados por estudiantes de todo el país. Cinco grupos de alumnos y alumnas de Córdoba, Formosa, Misiones y Ciudad Autónoma de Buenos Aires se trasladaron al Centro Espacial Teófilo Tabanera que la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) posee en Falda del Cañete, en las afueras de la provincia cordobesa. Orientados por profesionales de la Conae y de la Universidad Tecnológica Nacional, hicieron despegar artefactos tan pequeños como complejos (debían tener un tamaño menor a una lata) y cerraron así su primera experiencia cósmica.

Realizaron diferentes pruebas y mediciones: algunos lanzaron su misión con el objetivo de evaluar variables atmosféricas, como la temperatura, la presión y la concentración de dióxido de carbono, mientras que otros consiguieron examinar aspectos adicionales como la contaminación del aire y examinar diversos impactos ambientales. A su turno, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, señaló: “Un país que quiere tener un proyecto espacial y que lo plasma en un plan a largo plazo, como es el 2030, tiene una conciencia respecto de este sector y lo considera estratégico”. Luego completó: “Argentina es una de las naciones líderes en la región y una de los 10 en el mundo que forman parte de ese club selecto que tiene la capacidad de desarrollar esta clase de tecnologías”.

A partir de 2020, Argentina ha recuperado su interés en el desarrollo satelital y aeroespacial, a partir de la reactivación de líneas de trabajo específico como Arsat, la consolidación de Saocom y la revalorización del lanzador Tronador II, que permitirá a la nación no solo tener sus propios satélites sino también ubicarlos en el espacio. “Del 2015 al 2019, todo lo vinculado a la tecnología espacial y satelital también había sido dejado de lado”, expresó el funcionario.

La reivindicación de las escuelas técnicas

En Falda del Cañete, a la vera de la ruta, la Conae tiene un predio imponente en el que, precisamente, se dieron cita los ganadores del concurso: estudiantes de colegios secundarios de todo el territorio nacional. Debían, a partir de junio y como parte del desafío, construir una carga útil del tamaño de una lata de gaseosa y planificar su lanzamiento en un cohete, usando hardware y software libre. En el certamen, se presentaron nada menos que 850 equipos --un total de 4500 estudiantes--, pertenecientes a instituciones públicas y privadas, que recibieron capacitaciones de diversos especialistas. La condición era que los grupos estuvieran conformados por cinco estudiantes y un docente. De ese total, solo 28 fueron preseleccionados y recibieron sus kits de parte de la Conae.

“El concurso Cansat busca despertar vocaciones tempranas en los jóvenes, con el objetivo de que elijan carreras del rubro y se conviertan en profesionales idóneos en un área compleja y de creciente competitividad internacional. Al mismo tiempo, es una reivindicación para las escuelas técnicas que juegan un papel clave en la educación de ingenieros e ingenieras que ocuparán puestos determinantes para nuestra economía”, explicó Filmus y justificó la importancia de un certamen como este.

A la instancia final pasaron cinco proyectos, que consiguieron lanzar sus satélites a bordo de un cohete (de la empresa Skytec de 1,10 m de altura y 80 mm de diámetro: alumnos y alumnas de la Escuela Técnica n° 9 “Ingeniero Huergo” de CABA (a partir de su proyecto “Caelus”); el Instituto Técnico San José de Córdoba (con “electroSix”); el Instituto Técnico Salesiano Villada, también de Córdoba (“gVIE”); de la Escuela de Educación Técnica n° 3 de Formosa (“Meraki”); y de la Escuela Provincial de Educación Técnica n° 18 de Misiones (“Ad Astra”).

La estudiante del equipo cordobés “electroSix”, Abril Carballo, contó que las funciones de su satélite son “censar presión, temperatura, dióxido y monóxido de carbono”. Esto responde a un problema ambiental que existe en su ciudad, Justiniano Posse: “Es una zona industrial, donde tenemos basural y planta de reciclaje a cielo abierto, por lo que vivimos incendios de manera frecuente. A futuro, tenemos pensado proyectos que generen conciencia sobre lo que nos producen estos incendios e industrias”, detalló.

Por su parte, Emanuel Durks, del equipo Ad Astra de Misiones, relató que la misión en su caso se vinculaba con la dispersión del yoduro de plata. Y advirtió: “Se trata de una demostración técnica, porque esta sustancia resultó inaccesible por el costo. De todas maneras, pudimos realizar la dispersión y recopilar los datos. Estamos felices”. Respecto del yoduro de plata, explicó que su función es la inseminación de nubes para el control de granizo. “Misiones es una zona agrícola y las nubes de granizo tienden a hacer destrozos en los cultivos, como el tabaco y el maíz. Lo que nosotros pensábamos hacer es la inseminación de las nubes para que, en lugar de que caiga granizo, llueva”, especificó el estudiante.

“Quiero resaltar el espíritu profundamente federal. Ha sido un concurso en el que han participado alumnos y profesores de cientos de escuelas de todo el territorio nacional. Es lindo especialmente porque se trata de chicos que con toda su garra e inteligencia pusieron en práctica lo que aprendieron en el colegio”, remarcó Filmus.

Argentina: parte de un club selecto

Cansat es una competencia internacional promovida por las agencias espaciales de diversos países, entre las que se destacan la NASA (EEUU) y la ESA (Agencia Espacial Europea). Tiene el objetivo de despertar vocaciones científicas y de democratizar las condiciones de acceso al espacio. En este marco, Argentina ha construido una destacable historia satelital; de hecho, es el único país de América Latina que tiene satélites propios, de fabricación nacional.

En territorio doméstico se diseñan, principalmente, dos clases de satélites: los que prestan servicios de telecomunicaciones, vinculados al acceso a internet, transmisión de datos y telefonía (como Arsat) y los que generan imágenes satelitales de la Tierra y pueden ser útiles para prevenir desastres naturales y control sobre los cultivos (como los que componen la flota Saocom). Ambos grupos de satélites constituyen un ejemplo de las capacidades tecnológicas locales. Bajo esta premisa, para que el sistema continúe retroalimentándose es clave que más profesionales se dediquen al espacio. Empresas como Invap y Veng son algunas de las más pujantes en el sector.

Otros de los actores pujantes en el rubro es Satellogic, liderada por el argentino Emiliano Kagierman. Se trata de una empresa local que desarrolla satélites de pequeña escala y que meses atrás firmó un acuerdo con Space X, del magnate Elon Musk, y sus acciones se dispararon por encima del 20 por ciento. El acuerdo permitirá, de aquí a los próximos años, el crecimiento de su constelación de satélites, que servirá para ejecutar un remapeo de la Tierra. Satellogic se convertirá, de esta manera, en una de las primeras compañías en cubrir toda la superficie planetaria mediante técnicas de alta resolución y frecuencia.

Uno de los aspectos más destacables de la empresa, que en el presente opera más de 22 satélites, es que realiza todo el proceso productivo por su cuenta: construye sus naves, administra sus satélites y genera los datos de observación. Protagonizar todos los eslabones de la cadena le permite bajar los costos y ofertar un servicio de calidad a un menor precio. Hacia el 2025, su flota se podría ampliar a 200 satélites.

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