“Nos trataron como si no fuésemos humanas”, dice Luciana Jaramillo, una de las cuatro mujeres mapuche que siguen detenidas en una prisión domiciliaria de Bariloche luego del operativo del 4 de octubre en el territorio de Relmu Lafken, Lof Lafken Winkul Mapu. Así es como Luciana y sus compañeras empiezan a describir la cantidad de hostigamientos y humillaciones físicas, emocionales, psicológicas y culturales que tuvieron que vivir desde el momento cero de la detención. La orden, dada por un poder judicial racista y patriarcal que hasta hace unos días mantuvo la causa bajo secreto de sumario, fue llevada a cabo por el Comando Unificado conformado por más de 200 efectivos de las distintas fuerzas de seguridad que creó el mes pasado el Gobierno Nacional.

Las mujeres mapuche detenidas explican que la particularidad de esta represión radica en que esta vez el ataque ha sido directamente contra la machi Betiana Colhuan Nahuel, la autoridad del pueblo mapuche, y contra el rewe, el espacio sagrado de salud de la comunidad. Por eso para ellas este hecho representa una señal evidente de un nuevo ensañamiento contra el pueblo ancestral: “Están buscando frenar nuestra lucha y cualquier levantamiento social como sea, porque de fondo están los intereses de las multinacionales extractivistas, de Benetton y de Lewis, entre otros poderosos terratenientes”.

Celeste Ardaiz Guenumil, Romina Rosas y Luciana Jaramillo, tres de las cuatro mujeres mapuche detenidas, y Débora Vera -quien ya recuperó su libertad pero estuvo 21 días presa en la Policía de Seguridad Aeroportuaria de Bariloche- conversaron con Las12 para contar lo que están viviendo, y también para transmitirle un mensaje urgente a toda la sociedad: “Si no despertamos, si no nos damos cuenta de todo lo que está pasando, no va a haber más vida para nadie, ni acá, ni en ningún lugar de esta tierra”.

¿Por qué las detuvieron el 4 de octubre pasado?

Luciana: -Nosotros y nosotras tenemos una machi, una autoridad que hace mucho tiempo que no estaba presente en este lado de la cordillera por todo lo que ocurrió en la Campaña del Desierto; ese genocidio de nuestros pueblos que muchas personas conocen y otras se hacen las que no. Nuestra tarea es defender a esa autoridad, y fue por eso que nos detuvieron: por defender el rewe, un espacio que para nosotros es sagrado, porque es donde confluyen todas las fuerzas de la naturaleza, y por defender a esta autoridad que viene a sanar no solamente al mapuche, sino a todo aquel que confía en la Mapu Lawen, en nuestra medicina ancestral. Y no solo viene a sanar a las personas sino también a los territorios, porque luego de que nosotros y nosotras vivíamos en equilibrio, con la llegada del huinca, del opresor, llegó mucho kutran, mucha enfermedad, desórdenes y transgresiones que hicieron las personas en esta tierra que llamamos Wallmapu. Esa es la lucha que tenemos hoy día como mujeres mapuche, y por eso estamos acá con nuestros pichikeche, nuestros niños, detenidas en este espacio. Quizás nunca hubiéramos pensado que íbamos a pasar por esto, pero nos tocó y lo asumimos con dignidad porque sabemos que no estamos reclamando nada que no sea nuestro, porque es nuestro territorio y es nuestra lucha.

¿Qué recuerdan del día de la detención?

Celeste: -Cuando empezamos a ver los gases lacrimógenos estábamos en el rewe. Yo bajé con una de mis hijas y mi bebé y cuando salí vi a varios oficiales que empezaron a disparar y a decir “¡al suelo o disparo!”. Dos de ellos se acercaron hacia nosotras, yo llevaba a mi bebé en una cunita negra que parece un bolso, y me preguntaban qué tenía ahí. Les dije que estaba mi hija, y en un momento patearon la cuna. Ahí mi otra hija se desesperó, y abriendo el cierre del bolso les dijo “acá está mi hermanita”. Entonces recién ahí se calmaron un poco. Después un par de oficiales se quedaron con nosotras y otros entraron a la casa de la machi insultando y tirando gases lacrimógenos. La sacaron con sus hijos, la tiraron al suelo y la llevaron al lado mío mientras iban agarrando a las otras lamngen. Me acuerdo que una de ellas le dijo “nazi” a un oficial, y él le respondió “con mucha honra”.

Y vos Romina, estabas embarazada en ese momento, ¿no? ¿Cómo viviste ese día?

Romina: -Sí, yo estaba embarazada pero en ningún momento hubo un trato distinto hacia mí, era como una persona más. Esa mañana estaba en mi casa con mi hija y de repente se empezaron a escuchar disparos y gritos. Le dije a ella que se abrigue y salimos para el rewe. Afuera no había nadie y todo era humo y gases. Antes de llegar a la ruca de la machi, me pararon unos efectivos y me dijeron que no podía seguir caminando sin ser escoltada por ellos. Como no se podía respirar por los gases, mi nena se tiró al piso y a mí me obligaron a ir a la ruta. Cuando llego, veo que están todas las lamngen esposadas en un círculo policial y todo el despliegue del Comando Unificado. A partir de ahí nos hicieron quedarnos en la ruta paradas durante varias horas; estaba lloviznando y los nenes no tenían ropa ni pañales. Después nos obligaron a subirnos a una patrulla, y nos llevaron.

¿Podrían contar las situaciones que fueron viviendo desde entonces?

Débora: -Pasamos torturas psicológicas y físicas de todo tipo. Nos mentían todo el tiempo sobre lo que nos podía llegar a pasar y sobre dónde estaban nuestras demás compañeras. Primero estuvimos en la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) todas separadas, cinco por un lado y dos por el otro. Y después querían llevar a la lamngen embarazada al hospital. Nosotras les decíamos que no, porque ella estaba en perfecto estado y no quería, y además nosotras tampoco queríamos que nos separaran, porque nuestra idea era que estemos todas juntas. Pero ellos insistían igual.

¿Y cómo fue el traslado forzado a Ezeiza?

D: -Ese mismo día, unas horas más tarde, nos subieron a un avión a cuatro de nosotras, todas esposadas. Lo único que veíamos eran policías, que desde que nos avisaron que nos iban a trasladar, nos empezaron a filmar constantemente. Nos llevaron a 1.500 kilómetros de donde estábamos sin decirnos absolutamente nada. Habremos llegado a Buenos Aires a la madrugada, no sé bien, porque hasta los celulares nos sacaron, y nos llevaron a un destacamento de Capital Federal. De ahí nos llevaron a la Unidad 28, y recién de ese lugar al penal de Ezeiza. Cada traslado se hacía con un despliegue de seguridad que parecía internacional, y todo el tiempo nos hacían requisas y cosas innecesarias: nos tomaron los datos y nos hicieron desnudar mil veces, nos ninguneaban, nos mentían, y desde que nos levantamos hasta que nos dormíamos nos filmaban sin parar, incluso durmiendo o cuando íbamos al baño, cuando nos bañábamos. La persecución y el hostigamiento fueron constantes.

El patrón común del operativo: traslados forzosos, requisas vejatorias y una exposición permanente 

¿Qué ocurrió con las demás personas y lxs niñxs que se habían quedado en la Lof?

R.: -Cuando empezaron los tiroteos, muchos compañeros nuestros, niños y niñas, se escaparon a la montaña. Y como los efectivos vieron eso, nosotras tuvimos que hablar con la jueza para decirle que había niños ahí. Y ella nos respondió que iba a avisarle a la Policía para que no tiraran balas de plomo.

L.: -Yo tuve que dejar a mis dos hijos; uno se escapó a la montaña y yo me había traído al más chiquito conmigo, pero después lo tuve que dejar porque me hicieron ir a mí sola a la PSA.

Todo lo que cuentan confirma que el operativo y el posterior proceso judicial fueron totalmente irregulares y violatorios de los derechos humanos, porque, además, supuestamente en ningún momento estaban autorizadas las balas de plomo en el desalojo.

L.: Sí, se hizo todo mal. A nosotras nos trataron como si no fuésemos humanas. Nos humillaron en todo momento. Ya nos habían requisado, ya sabían que no teníamos nada, pero igual cada dos horas nos hacían sacar toda la ropa de nuevo, hasta el calzón nos hacían quitar, y nos hacían agachar. Y a lo último encima nos pasaron una de esas paletas para controlar a ver si teníamos algún metal, pero nos la pasaban sin ropa y adelante de un montón de personas que pasaban por ahí. Se ensañaron con nosotras, porque no había necesidad de todo eso. Y el peor momento fue cuando nos subieron al móvil de traslado para ir a Ezeiza, porque además de las esposas nos pusieron una cadena en los pies.

Como se hacía en la época de la Conquista del Desierto…

L.: -Claro, eso ya fue como volver a la época de los Kuifichekeiem, de nuestros antepasados. Mientras pasábamos todo eso, a nosotras se nos venía a la mente cómo ellos habían sido arreados, cómo habían sido los campos de concentración. Y cuando nos hacían sacar toda la ropa y nos filmaban en todo momento, nos acordábamos de las imágenes que hay de nuestros antepasados y de otros pueblos originarios cuando también los fotografiaban desnudos para humillarlos.

R.: -A mí como estaba embarazada no me llevaron a Buenos Aires, pero igual tuve que pasar por las mismas situaciones que cuentan mis compañeras. La Policía me decía que hacían lo que les ordenaba la jueza y la fiscal -Silvia Domínguez y María Cándida Etchepare-. Entonces ahí queda más que claro quién se ensañó y quién tomó todas las decisiones para que nos hagan lo que nos hicieron. A mí hasta me decían que me iban a filmar el parto, los doctores les decían que no podían hacer eso, que estaba prohibido, pero los policías decían que la jueza les había dado esa orden y que lo iban a hacer igual.

¿Por qué creen que se está recrudeciendo el ensañamiento con el pueblo mapuche?

R.: Porque quieren frenar nuestra lucha como sea, y también quieren frenar cualquier levantamiento social. Porque acá, de fondo, están las multinacionales extractivistas, el capitalismo, Benetton, Lewis, Burco, los árabes. Y en realidad a todos ellos habría que meterlos presos como estuvimos nosotras, porque la verdadera corrupción está ahí.

Sin embargo el poder político defiende los intereses de estos extranjeros poderosos y ataca a la comunidad mapuche; el mes pasado el Gobierno de Río Negro apeló un fallo de la Justicia que le ordenaba a Joe Lewis liberar Lago Escondido. ¿Qué sienten ustedes cuando pasan estas cosas?

R.: -La desigualdad y la impunidad se ven siempre. Lo que pasó con Rafael Nahuel también es un ejemplo de eso: se encontró la bala que le dio el tiro, pero se perdieron pruebas fundamentales de la causa. Y las desaparecieron así como si nada y listo, impunidad total. Y a nosotras hoy nos apuntan con armamento, nos muestran sus tanquecitos que pagan todas las multinacionales, y todo para venir a buscar el agua, el litio, el petróleo. Nosotras somos defensoras de esta mapu, no estamos haciendo nada que no corresponda, incluso es nuestro derecho hacerlo, recuperar nuestro territorio y vivir en paz como mapuches. Y estamos avalados por los derechos internacionales, por la misma Constitución. Por eso hasta que la machi no vuelva a su rewe, hasta que no pisemos nuestra mapu, no nos vamos a quedar tranquilas.

L.: -Todo lo que pasa no nos atemoriza, sabemos que si tenemos que dejar la vida por esta lucha, lo vamos a hacer. Si lo que pretende el Estado, los terratenientes, las multinacionales, es generar más miedo, entonces van por el camino equivocado, porque a nosotras esto nos da más fuerza.

¿Qué les parece importante comunicarle a la sociedad en este momento?

D.: -Que esto no pasó solamente por el conflicto que tenemos como pueblo con un Estado que no nos reconoce, sino que también es porque se está viniendo una gran avanzada de la derecha y de todo lo que conforma el Estado. Nosotras valoramos todos los actos solidarios que gran parte de la sociedad está teniendo con el pueblo mapuche, pero también queremos decirles que empiecen a hacer algo por ellos mismos, y por el presente y por el futuro que quieren tener.

R.: -En principio llamamos a todas las comunidades a defender el rewe, que es lo que hoy día está en riesgo, porque si nosotros y nosotras somos capaces de defender eso, seremos un pueblo mucho más fortalecido. Y también es muy importante que tanto la sociedad como nuestra propia gente estén bien informadas, porque los medios de comunicación les han hecho todo el trabajo sucio a las multinacionales y a los políticos corruptos. Le hicieron creer a la gente que los mapuche somos los usurpadores, los enemigos, y eso no es cierto, nosotras tenemos nuestra verdad, nuestra historia ancestral, y eso no va a cambiar.

C.: -En realidad esto que pasó es algo que le compete a toda la sociedad, porque el lugar que atacaron es el rewe, entonces están atacando un lugar de salud. Y es importante que nos empecemos a comprometer con las fuentes de vida, con la salud, con el agua, con la tierra, porque el buen vivir es algo que todos nos merecemos. Y esa conciencia no solamente la tiene que tener el pueblo mapuche sino toda la sociedad, porque si no despertamos, si no nos damos cuenta de todo lo que está pasando, no va a haber más vida para nadie, ni acá, ni en ningún lugar de esta tierra.