"Le ganamos a la incertidumbre y estabilizamos la macroeconomía", enfatizó este viernes Sergio Massa al hacer un balance rápido de sus tres meses de gestión. Cuando asumió como ministro, el 3 de agosto, la situación era delicada y las perspectivas sombrías. El dólar paralelo y los dólares financieros venían de sacudón en sacudón, el Banco Central no podía detener la sangría de reservas, el cumplimiento del acuerdo con el FMI parecía imposible y la inflación aceleraba de manera alarmante. El crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo se diluían en ese escenario. Noventa días después, la recuperación de cierto control sobre las primeras tres variables se contabilizan en el haber del ministro, en tanto que la inflación sigue apareciendo enorme en el debe.

Hacia adelante, la meta del equipo económico y del Gobierno en su conjunto es ir estirando el puente de la estabilidad del dólar mientras baja la inflación de manera paulatina. La aspiración de máxima en este momento para el próximo semestre es neutralizar las expectativas negativas de actores económicos y la ciudadanía en general, de modo de encarar el semestre previo a las elecciones con algún margen para poder instalar una idea de futuro un poco más promisorio.

Para eso, otra vez, la evolución de las reservas, el dólar y los precios son los factores principales.

Las reservas del Banco Central

Cuando Massa asumió en el Palacio de Hacienda, el Banco Central tenía menos de 1000 millones de dólares de reservas netas. El éxito del dólar soja para recolectar divisas, a costa de la entrega de beneficios a exportadores y productores rurales, elevó esa cifra a algo más de 5000 millones.

"Massa es un pragmático, como lo ha sido siempre el peronismo. El hecho de que el país haya llegado a un grado tan alto de tensión operó como un disuasivo para ciertas taras ideológicas de un lado y del otro del Frente de Todos", analiza el economista Sergio Chouza, de la consultora Sarandí. Sin un mínimo de cohesión política dentro del oficialismo, aunque sea precaria como en la actualidad, el ministro no hubiera podido desplegar acciones clave para retomar el control de la economía.

En ese sentido, otro frente en el que Massa se muestra muy activo para sumar reservas es la negociación con los organismos de crédito. Se movió rápidamente con el BID, el Banco Mundial y la CAF para destrabar desembolsos y sumar otros, de modo de revertir el saldo negativo entre pagos e ingreso de divisas desde esas mismas instituciones que se había registrado en la primera mitad del año. 

A su vez, el cumplimiento de las metas del programa con el Fondo Monetario despejó dudas sobre la continuidad del acuerdo, en tanto que el organismo aceptó el plan de estabilización light que diseñó el ministro, sin devaluación brusca ni ajuste fiscal recargado.

Una tercera pata de la estrategia para apuntalar las reservas es la creación de trajes a medida para distintos sectores económicos, como el dólar soja, Coldplay o tecnológico. Y medidas defensivas para contener la salida de divisas, como el encarecimiento del acceso a divisas para turismo internacional -dólar Qatar- o la oferta de una mejor cotización para los turistas del exterior que vengan al país.

Con todo ello, el Gobierno va dando pelea semana a semana para sostener las reservas y evitar que se instalen especulaciones de devaluación. Esta semana el Banco Central volvió a ceder reservas, 243 millones, y los funcionarios reconocen que el panorama para los próximos meses es difícil por la sequía, que afectará la liquidación habitual de exportaciones de trigo en diciembre, más las dudas sobre la evolución del cultivo de soja por la misma razón.

La cotización del dólar

La fuerte suba de las tasas de interés logró frenar las corridas hacia el dólar, aunque entre otros perjuicios rehabilitó la bicicleta financiera del carry trade. Es decir, apostar a la tasa de interés en pesos por unos meses, captar las ganancias y después saltar al dólar, lo que más temprano que tarde termina ocasionando fuertes presiones sobre el valor de la divisa.

Otra explicación a la estabilidad que registra el mercado paralelo en este momento es el aumento de turistas que llegan desde el exterior, que generan oferta en ese segmento, aunque la contracara es que el Banco Central se pierde de embolsar esas divisas. Para remediarlo se instrumentó el nuevo dólar MEP para turistas que paguen con tarjetas de crédito o débito de otro país.

La apuesta más fuerte, de todos modos, es el nuevo sistema de importaciones para regular el comercio exterior en función de la disponibilidad de divisas. Junto con ello, se habilitó la utilización de dólares propios de las empresas para realizar importaciones. Son mecanismos de emergencia ante la escasez relativa de divisas, que presentan contraindicaciones de distinto orden, pero que el Gobierno evalúa menos costosas que el riesgo de sucumbir a una corrida cambiaria descontrolada.

"Habíamos visto una sobrerreacción del mercado cuando los dólares financieros llegaron a 350 pesos. La suba de tasas fue clave para superar esa situación", indica Chouza. "El escenario que considero más probable para los próximos meses es que los dólares financieros empezarán a moverse, pero por debajo de la variación de la inflación", estima el analista.

El intríngulis de la inflación 

Los resultados positivos que puede mostrar Massa en materia de estabilidad cambiaria y de recuperación de las reservas, sobre todo en comparación con el escenario crítico anterior, no se repiten con la inflación. 

El argumento del ministro y su equipo es que no había margen para medidas como un congelamiento de precios mientras continuara el desorden cambiario y la salida permanente de reservas, por lo cual la secuencia obligaba primero a estabilizar esas variables. La inercia de aumentos era demasiado fuerte como para pretender clavar los frenos, comparan los funcionarios.

Sin embargo, los acuerdos sectoriales para disminuir la suba de precios no resultaron efectivos y casos como el de las prepagas, con aumentos exorbitantes que solo fueron parcialmente revisados a partir de la crítica de Cristina Fernández de Kirchner, exponen falta de voluntad política para conducir a sectores económicos que aprovechan para maximizar ganancias.

Si la acción del Gobierno no mejora en este punto, los esfuerzos por ordenar la macroeconomía, contener el dólar y fortalecer las reservas serán insuficientes para revertir el descontento social.