Activistas climáticos volvieron a atacar una obra de arte, con el fin de hacer visible un reclamo contra el uso de petróleo y de gas. Esta vez, fue sobre el icónico cuadro “Muerte y vida” del pintor austriaco Gustav Klimt, en el Museo Leopold de Viena.

La vocera del museo Klaus Pokorny dijo a medios locales que "los restauradores están trabajando para determinar si la pintura, que está protegida por un vidrio, ha sido dañada".

El ataque fue realizado por el grupo Última Generación, que publicó un video en Twitter donde se ve a uno de los integrantes rociando un líquido negro sobre la pintura que sintetiza la vida y la muerte. Poco después, cuando el hombre es alejado por personal de seguridad, se acerca una joven—también miembro—y grita que “los nuevos pozos de petróleo y gas son una sentencia de muerte para la humanidad”.

También reclaman “medidas inmediatas” contra el cambio climático, como, por ejemplo, “reducir el límite de velocidad a 100 km/h en las autopistas, algo que ahorra 460 millones de toneladas de CO2 al año sólo en Austria”.

El cuadro “Muerte y vida”

"Muerte y vida" es un icónico cuadro de Klimt que simboliza los dos grandes misterios de la existencia: por un lado, la muerte, la calavera vestida en unos trapos de colores azules y morados, bordada con cruces. Del otro, humanos abrazándose y enredándose en el sentido de la vida, con esa estética tan particular del pintor austríaco entre colores dorados y pieles.

Más ataques de activistas

A fines de octubre, algunos miembros de la misma organización lanzaron puré de papas contra un cuadro del artista Claude Monet, en el Museo Berberini de Potsdam, a 30 kilómetros al sur de Berlín, en Alemania. La obra del ícono del impresionismo francés, que forma parte de la serie "Les meules" ("Los almiares"), se encontraba protegida por un vidrio y por eso no sufrió daños.

A principios de noviembre, dos activistas ecologistas de la organización "Futuro Vegetal" se pegaron a los marcos de los cuadros de "La maja desnuda" y de "La maja vestida", del pintor español de Francisco de Goya, expuestos en el Museo Nacional del Prado, en Madrid, España. Y escribieron en la pared: "+1,5º", en referencia al anuncio de la ONU sobre la imposibilidad de cumplimiento del Acuerdo de París sobre el cambio climático.

Por su parte, la organización “Just Stop Oil” fue la que protagonizó la mayoría de los ataques: tiraron sopa de tomate sobre el cuadro "Girasoles" de Vincent Van Gogh en el Museo de la Galería Nacional de Londres. Y pegaron su mano a la obra “Masacre en Corea” de Pablo Picasso, que se encontraba en una exposición en la ciudad de Melbourne, Australia.

También arrojaron dos "tortazos" contra una estatua del rey Carlos III, que encuentra expuesta en el museo de Madame Tussauds. Además, pintaron de naranja fachadas de edificios emblemáticos de Londres.

Tras los ataques, grandes museos internacionales como el Prado, el Louvre de París, o el Museo Guggenheim de Nueva York, declararon estar "profundamente conmocionados" por la amenaza contra obras que son "irreemplazables".

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