En una calle cortada

¿Cómo es que un pequeño lugar nacido modesto logra convertirse de pronto en un destino de culto en la gastronomía porteña? Las razones pueden ser varias: esfuerzo, calidad, tal vez azar. Todo eso y más se combina en Hola Chola, un “garage” refugiado en una calle cortada del barrio de Núñez, donde se consigue una deliciosa comida callejera y vegetariana al paso. Tanto fue su éxito que tras un breve cierre por refacciones, Hola Chola creció, sumó barra en el interior y anda estrenando nuevo menú.

Lucía, cocinera y propietaria de esta casa, trabaja 100% sin carnes, modificando platos cada semana, adaptándose también a clientes veganos que son siempre bienvenidos. Con vermú en mano, el recorrido culinario puede empezar por la papa aplastada con burrata y tomate reliquia quemado ($1100) o por los buñuelos de hojas con aderezo de ajíes asados ($1000). Entre lo más vendido está el sándwich de milanesa de gírgola con straciatella, pickles y alioli ($ 1100) o los hongos portobellos rellenos y gratinados (placer asegurado). Se suma la fainá a la plancha con vegetales asados y aderezo de palta ($730) y una milanesa de camembert con chutney de tomate, entre otros. De postre es inevitable el flan con dulce ($450) o los cascos de membrillo con mascarpone, ralladura de naranja y castañas.

Hay algo de resistencia cultural que se respira en Hola Chola, y que se explicita en la ausencia de gaseosas comerciales o cervezas industriales: todos los productos que venden son de emprendedores que coinciden ideológicamente con la propuesta del lugar: hay kombuchas, aguas frescas del día, vermú Valientes ($550), gin tonic con Heráclito London Dry y vinos de baja intervención para acompañar la comida. Buenos precios, ricos sabores.

Con las vías del tren cerrando la calle, en los días lindos ponen unas reposeras en la vereda y en la placita que se forma al fondo: el lugar donde ir y sentirse parte de una comunidad.

Hola Chola queda en Paroissien 1871. Horario de atención: miércoles a domingos de 19 a 23. Instagram: @holacholagarage.

Cantina del nuevo siglo

Con la primavera coqueteando con el verano llegan esos primeros calores intensos que exigen comidas frescas. Temporada ideal para recorrer algunos de los numerosos restaurantes vegetarianos y veganos de Buenos Aires, destino no sólo de quienes evitan la carne, sino también de comensales tradicionales con ganas de probar algo distinto. A todos ellos apunta Amador Cantina, una de las últimas novedades palermitanas.

El local muestra aires contemporáneos pero amigables: salón luminoso, colores claros, una pared cubierta de plantas al fondo, mesas de mantel blanco y sillas cómodas. Es una cantina plant based (sin usar ingredientes derivados de animales) creada por los mismos socios del vecino Koko Bao Bar, sumando la consultoría del cocinero Maximiliano Rossi (el mismo que está detrás del muy de moda Picarón).

Servidas en las típicas platinas metalizadas de los bodegones porteños, en Amador Cantina ofrecen platitos como los edamame con salsa macha ($1400), la empanada de maíz rellena de tempeh y boniato con salsa criolla ($1500) o los estacionales espárragos al sartén, con crema de papa y vinagreta de mostaza de dijon con nueces ($1900). Aprovechan cereales muchas veces menospreciados como la cebada perlada que sale en una ensalada con crema de espinacas, arándanos rojos y limón confitado con pan lavash ($2500). Y aparecen más opciones de principales como los conchiglioni rellenos de espinaca, girasol y ricota de almendras ($2700) y la berenjena frita con passata de tomates, aceitunas negras, alcaparras, alubias y albahaca ($2600). Entre los postres, un goloso cremoso de chocolate amargo con sal, leche de coco condensada y almendras ($1100) y el strudel de manzana, crema de almendras y vainilla con salsa de caramelo y whisky ($1200).

A tono con el joven público del lugar, la carta de vinos deambula por bodegas pequeñas con mucha presencia de varietales no tradicionales (garnacha, cordisco, riesling, entre otras) de distintas regiones del país. Una cantina pensada para el siglo XXI.

Amador Cantina queda en Cabrera 5991. Horario de atención: lunes a domingos de 20 a 24; sábados, domingos y feriados de 12:30 a 16. Instagram: @amador_cantina.

Escondido a la vista

Casi escondido en una avenida comercial como lo es Scalabrini Ortiz, Sampa 99v

es uno de esos lugares que la juegan de callado, en voz baja, sin forzar la atención. Aun así, a lo largo de los últimos tres años, este restaurante logró una clientela apasionada y fiel acorde al slogan de la casa: “99% vegetariano, 100% creado con amor”.

Sampa nació como parrilla de vegetales al paso, tuvo luego un boom durante la cuarentena con su delivery de sándwiches (el de gírgolas, uno de los favoritos), y hoy, tras una remodelación que sumó salón al fondo (además de la barra de siempre), se muestra en su mejor momento gastronómico. Una de las claves de la casa es la búsqueda constante de productos de calidad, utilizando mayoría de materias primas agroecológicas e incluyendo una gran presencia de hongos: nadie debería irse de Sampa sin probar los portobellos rellenos de queso sardo y pimienta negra ($1050) o las gírgolas en chuzo con choclo asado, arepa de maíz y ají de maní ($1580).

En los sabores se adivina la influencia de la cocina latinoamericana, con ingredientes típicos y otros alternativos, pero siempre manteniéndose cerca de las recetas y las técnicas tradicionales. Hay así anticuchos (sin carne) y ceviches (sin pescado) que convencerán a cualquier purista. Otro clásico reversionado es una deliciosa causa peruana que sale con arvejas ahumadas, zanahorias asadas, huevo cremoso y aceitunas negras ($1190), y se suma la torta de mandioca y queso llanero con almíbar de cedrón, verdeo y queso ($760), las berenjenas fritas con labne y pasas de arándanos, o los brócolis gratinados con queso gouda, ajo frito crocante y limón quemado, entre más ejemplos. La apuesta está clara: sabores intensos y mucha libertad en las mezclas.

Como novedad de la casa, y profundizando en esa búsqueda de los mejores productos, acaban de lanzar su propio vino: se llama Gru, un blend de malbec, cabernet franc y petit verdot de la cosecha 2014, “hecho en Luján de Cuyo para ser disfrutado en Villa Crespo”. Si ellos lo dicen, habrá que probarlo.

Sampa 99v queda en Scalabrini Ortiz 769. Horario de atención: martes a sábados de 20 a 24; Teléfono: 11-5152-5425. Instagram: @sampa99v.