Con rostro adusto, el triunviro de la CGT, Juan Carlos Schmid, anunció ayer la realización de una movilización en reclamo de las consecuencias del modelo económico y la represión a los trabajadores despedidos de la fábrica PepsiCo. La marcha se realizará dentro 40 días, el 22 de agosto, pero antes realizarán un plenario nacional ampliado, previsto para el 28 de julio, donde se aprobará “un documento crítico” que será presentado en la Casa Rosada. El anuncio lo realizó flanqueado por sus compañeros de conducción, Héctor Daer y Carlos Acuña y luego de una compleja y larga reunión del Consejo Directivo.

Schmid consideró “un acto de provocación” la represión a los desempleados de PepsiCo y aseguraron que “deberían haberse agotado otros métodos antes de recurrir a una violencia inusitada” que, para el dirigente de Dragado y Balizamiento, comenzó con el desalojo de los docentes en la plaza del Congreso cuando quisieron levantar la escuela itinerante.

“Naturalmente le hemos transmitido nuestra preocupación a las esferas gubernamentales porque creemos que se podrían haber utilizado otros métodos para evitar esta imagen triste, lamentable, cercana a la tragedia, de Argentina”, dijo Schmid para luego reconocer que fue solo el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, el que los atendió. Por último, advirtió sobre la posibilidad de “una escalada de esta naturaleza” y en ese sentido aseguró que la central obrera “hace responsable al Ejecutivo ante la posibilidad de que ocurra una tragedia en el país” para luego poner “a consideración de todas las fuerzas que hoy están intentando ocupar cargos públicos por las elecciones se tienen que expresar y decir que por esta vía no vamos a resolver ningún problema”.

La fecha elegida para la movilización está convenientemente alejada de las elecciones primarias y ese fue uno de los ítems que preocupaba a un sector de la conducción porque consideraban que podría beneficiar a algunos de los precandidatos. Durante la conferencia de prensa posterior a la reunión esa preocupación la expresó Daer cuando dijo que la CGT “no quiere ser utilizada en el proceso electoral” porque a su entender el rumbo político y económico del país “se define con el voto”.

En más de una oportunidad los triunviros sostuvieron que el gobierno está en “una ofensiva” que se traduce en políticas económicas perjudiciales para el sector trabajador. En esa línea, PáginaI12 quiso saber cuándo la central obrera pasará a la ofensiva. Schmid, un tanto molesto, respondió que la CGT es una confederación que representa a cientos de sindicatos y miles de trabajadores por lo que la unificación de posiciones es trabajosa y sorprendió al agregar que “el impacto que tiene hoy la desocupación está mayoritariamente en la franja industrial y no tiene el mismo impacto en otros lugares de la economía y por eso hay que aunar criterios”. Luego indicó que “cuándo nos preguntan qué vamos a hacer, eso excede el marco sindical porque la pregunta encierra interrogantes políticos y lo político lo vamos a resolver en las urnas. Lo que nosotros tenemos que hacer es un  golpeteo táctico y estratégico que permita influenciar en el resultado electoral y expresar el malestar de los trabajadores”.

La conferencia donde se anunció la futura movilización fue la punta del iceberg. La reunión fue un tanto compleja. Durante la mañana, algunos importantes dirigentes del Consejo Directivo dejaron trascender su preferencia por la realización de un paro en detrimento de una movilización por el temor fundado de la posible infiltración que se traduzca en violencia. Un escenario, aseguraron, que beneficiaría al gobierno que busca polarizar. Pero luego, durante el debate, al parecer cambiaron de opinión.

Durante la reunión uno de los primeros de expresar sin tapujos la necesidad de un paro fue Omar Plaini. El canillita, que tiene a su gremio intervenido judicialmente, postuló la necesidad de llamar a un paro a partir del mediodía con movilización. El metalúrgico Francisco “Barba” Gutiérrez se sumó a la propuesta de Plaini aunque prefirió que sea un paro de 24 horas porque “las condiciones han cambiado”. Se refería a la represión de la mañana de ayer en PepsiCo y por eso se inclinó por el paro aunque aclaró que debía hacerse, como muy tarde, la semana que viene. También pidió la realización de una reunión del Comité Central Confederal y de secretarios generales para elaborar un nuevo plan de lucha porque el que había desembocado con el paro de abril ya había sido superado. Le respondieron con un largo silencio.

Luego, el cervecero Carlos Frigerio se limitó a mocionar la elaboración del “documento crítico”. Andrés Rodríguez de UPCN consideró necesaria la convocatoria a un Confederal pero propuso que “se realice un acto en algún estadio”. El judicial Julio Piumato, que integra el sector moyanista de la CGT y que promovía una movilización, dijo que lo mejor era “hacer una movilización en la calle”. Así, entre discursos se fue armando la agenda que para algunos de los participantes ya estaba escrita desde antes. A modo de prueba señalaron el resumen que hizo el triunvirato hacia el final del encuentro y donde se le puso fecha a la reunión del 28 de julio y la marcha de agosto.