Los líderes de las Farc y el presidente colombiano Juan Manuel Santos se estrecharon por segunda vez las manos ante los ojos del mundo. Santos dijo que era el acuerdo “definitivo” y decidió que el documento sea refrendado por el Congreso, a diferencia del anterior que fue rechazado en un plebiscito. La vía parlamentaria es la elegida, dijo, porque “la paz estaba en riesgo”. La paz, agregó, devolverá “la esperanza, la fe en el futuro y la posibilidad de tener un mejor vivir.

“Con este acuerdo ponemos fin a la guerra”, expresó Timochenko (Rodrigo Londoño), uno de los jefes de la Farc, durante la ceremonia en el Teatro Colón de Bogotá. Timochenko pidió perdón a las víctimas y extendió “un ramo de olivo para lograr la convivencia en la diferencia. “Reiteramos nuestra solidaridad con las víctimas de esta nueva guerra, así como nuestra petición de perdón para las consecuencias para ellos”, expresó. 

Con el acuerdo ya firmado, el texto será enviado en las próximas horas al Congreso, donde se descuenta que va a ser aprobado ya que hay mayoría oficialista. Cinco días después de la aprobación, las Farc se movilizarán a las zonas seguras, 60 días después la guerrilla depondrá las armas, que 150 días después serán entregadas a las Naciones Unidas. “Entonces, las Farc desaparecerán como grupo armado”, manifestó Santos.

Los cambios más significativos de este acuerdo respecto del primero se dan en la justicia transicional y en la reparación a las víctimas. “Este nuevo acuerdo es mejor porque recoje las esperanzas y las observaciones de la inmensa mayoría de los colombianos, de los que votaron si y los que votaron no”, señaló Santos.

El nuevo acuerdo reconoce a los guerrilleros el derecho a ser electo para un cargo gubernamental. Pero los obliga a declarar sus bienes y pagar reparación a las víctimas. Los miembros de la Farc que sean condenados en la Justicia podrán ir a la cárcel, cosa que el acuerdo anterior dejaba en el plano de la ambigüedad. El plazo para denunciarlos es una década. “Incorpora la inmensa mayoría de modificaciones pero preserva los objetivos esenciales. Las víctimas pudieron hacer valer sus derechos a la verdad, a la reparación y a la no repetición”, dijo el presidente, mientras los invitados al teatro vitoreaban “sí, se puede”. 

Esta ceremonia fue mucho más modesta que la que se realizó el 27 de septiembre, con la presencia 2.500 invitados y 15 jefes de estado. En esta oportunidad, la paz se firmó ante expresidentes colombianos, legisladores, magistrados, víctimas del conflicto armado y representantes de organizaciones sociales.