El próximo viernes, 2 de diciembre, a las 10.30, se conocerá el veredicto por el asesinato de María Marta García Belsunce. Es evidente que, transcurrido el juicio, los tres magistrados que van a resolver saben que el vecino Nicolás Pachelo fue el autor del asesinato de la socióloga. El voto luego será otra cosa, porque dirán si consideran que hay suficiente prueba o no. En verdad la acusación fue apabullante en cada una de las audiencias. Por ejemplo, que Pachelo tenía un arma 32 largo, que fue la usada en el crimen; que al día siguiente preguntó qué se sabía de la mujer que mataron en el country, cuando todos por entonces pensaban que se había caído en la bañadera; que tres jóvenes vieron al vecino, a la hora del homicidio, cerca de la casa de María Marta y Carrascosa, cuando él decía que estaba en Palermo; que su coartada se cayó a pedazos; que robaba --y está probado-- todos los domingos en ese horario y que incluso tenía un antecedente de haber entrado a la casa de un amigo, encapuchado, amenazando con un arma a la madre.

El crimen, 20 años después

María Marta fue asesinada el 27 de octubre de 2002. Una desastrosa investigación del fiscal Diego Molina Pico --con cobertura de los grandes medios-- derivó en que recién ahora judicialmente se sabe lo que sería la verdad. La sospecha respecto de Pachelo estuvo planteada al poco tiempo de conocerse la autopsia, pero el aparato judicial de San Isidro, metido en una siniestra interna, no quiso admitir que se equivocó y fue encubriendo al fiscal y a todos los que actuaron. El daño fue irreparable. Una familia destruida, el viudo, Carlos Carrascosa, preso durante años en Marcos Paz y el asesinato impune por dos décadas.

En San Isidro quedó la marca, el actual fiscal general John Broyard viene insistiendo en corregir los errores que pueden surgir en una investigación.  Así ocurrió en el caso del doble parricidio de Vicente López, cuando habían detenido a la doméstica; y luego con Lucianito González, en el asesinato de Andrés Blaquier. El problema se torna insoluble cuando el poder judicial, aliado al mediático, se considera infalible, descendiente de la monarquía. En el caso García Belsunce todo estaba en falsa escuadra: no hubo un solo testigo que señalara que existiera algún conflicto entre Carrascosa y María Marta, nunca le encontraron un móvil al asesinato. 

Una condena segura, segura

Durante el juicio, el vecino Pachelo, asistido por su abogado histórico, Roberto Ribas, y también por Marcelo Rodríguez Jordán y Raquel Pérez Iglesias, confesó seis de los ocho robos de los que también está acusado en el proceso. No lo hizo de antemano, lo fue haciendo en la medida que las pruebas presentadas por los fiscales Patricio Ferrari, Andrés Quintana y Federico González --videos, ingresos a countries, testigos-- dejaron a Pachelo sin margen alguno. O sea que en el veredicto del viernes habrá una condena segura, que se suma a otros ocho robos por los que ya está condenado.

Pero ese paquete exhibe la hipótesis más probable de lo que ocurrió:

*María Marta estaba jugando al tenis aquel domingo, pero empezó a llover.

*Después de pasar por la vivienda de los Bártoli, volvió a su casa en bicicleta, no en la camioneta que compartía con su marido. Es decir que no se oyó su llegada.

*Dentro de la casa estaban robando, más todavía teniendo en cuenta que estaba instalado el rumor de que, como era época del corralito, había un millón de dólares en la vivienda.

*María Marta lo (o los) sorprendió robando. A Pachelo lo conocía de antes y ya lo había denunciado por el secuestro del perro Tom. En el juicio se probó que Pachelo tuvo el labrador en su casa y que intentó venderlo después.

*Tras una breve pelea --María Marta era una persona muy decidida--, la redujeron con un primer balazo, el pituto, que no ingresó pero la dejó indefensa, y a continuación otros cinco tiros en la cabeza, uno al lado del otro. La mezcla de masa encefálica, sangre y pelo impidió que se vean los orificios. Incluso en la autopsia tardaron en verlos.

Las evidencias demoledoras

Los jueces Osvaldo Rossi, Federico Ecke y Esteban Andrejin seguramente se quedaron con la convicción de que Pachelo fue el autor del crimen. Es que no existen variantes. Ya está probado que Carrascosa no estaba en la casa en el momento del asesinato. No hay una sola evidencia que indique que alguien vino de afuera del country, que entró por algún lugar y que haya ingresado en la casa de María Marta-Carrascosa. De manera que es Pachelo o un fantasma.

Y el hecho concreto es que tres jóvenes --adolescentes en esa época--, Santiago Asorey, Marcos Cristiani y Pedro Aspiroz, describieron a Pachelo al detalle cuando trotaba a 30 metros de la casa de María Marta, momentos antes del crimen.

La coartada del vecino fue destrozada por el equipo de fiscales que durante años integraron Andrés Quintana y la fallecida Inés Domínguez. Y también por Gustavo Hechem, el abogado de Carrascosa y de una hermana de María Marta. Quedó claro que Pachelo estaba en El Carmel a la hora del asesinato. Primero porque lo vieron los adolescentes. Segundo porque se vio su salida (por la puerta de visitas) por las cámaras del country. Tercero porque su celular se activó en Pilar, cuando el vecino decía que estaba en el shopping Paseo Alcorta. O sea que un prueba demoledora en contra de Pachelo es que mintió.

Los testigos del juicio

Hubo testigos de concepto o sea personas que no estaban en El Carmel pero que tuvieron experiencias con Pachelo. Eso incluyó a su hermanastro, que dijo estar seguro de que Nicolás mató a María Marta. También la esposa del padre de Pachelo dijo lo mismo.

Pero más determinantes fueron los dos empleados de la estación de servicio Esso en la que desayunaba el vecino casi todos los días y que testimoniaron que Pachelo preguntó “¿qué se sabe de la mujer que mataron en el country?” al día siguiente de la muerte de la socióloga. A esa hora nadie sabía que a María Marta la habían matado: se pensaba que fue un accidente. Exactamente la misma pregunta le hizo a Dionisio Simón, que trabajaba en la tosquera de los Pachelo. Otro empleado de la tosquera contó que Nicolás tenía un 32 largo y que pocos días antes del crimen lo mandó a comprar proyectiles.

Quedó probado en el juicio que Pachelo solía cometer los robos los domingos en ese horario, siempre entre las 17.30 y las 19.30, porque había cambios de guardia y poco control. E incluso está el antecedente de que Nicolás entró a mano armada en la casa de uno de sus amigos, Gastón Augé. Según testimoniaron, Pachelo le robó las llaves en una visita y luego entró, sabiendo que Gastón se había ido a una carrera automovilística. La sorpresa es que estaba la madre, Marta María Augé. Encapuchado, la amenazó con un arma y ese robo Pachelo lo terminó confesando.

La hora de la definición

Los fiscales, encabezados por Patricio Ferrari, pidieron la prisión perpetua de Pachelo por el homicidio de María Marta. Lo propio hizo Hechem, el abogado de Carrascosa y una hermana. El letrado también pidió condena para los vigiladores Norberto Glennon y José Ortiz, a los que consideró cómplices del robo y el asesinato. Los fiscales, respecto de los vigiladores, se abstuvieron de acusarlos por no tener las pruebas suficientes. Finalmente, Pachelo pidió ser absuelto por el homicidio, admitió los seis robos, pero reclamó la libertad por haber cumplido la condena.

Todo indica que este viernes no sólo se sabrá el veredicto, sino también los fundamentos. Será una respuesta tras veinte años de una actuación catastrófica de la justicia y los grandes medios.