Si el gol es un orgasmo, el grito que lo anticipa es como escuchar coger al vecinx: ahí se explica la gran tragedia de este Mundial para los argentinos que no pudimos viajar a Qatar y quedamos librados a la asincronía de las distintas modalidades de transmisión. Para, finalmente, exponernos al terror de perdernos la alegría suprema del fulbo porque otro se la fumó completa cinco segundos antes, diez, incluso treinta.

Durante los cuatro años y medio entre Rusia 2018 y Qatar 2022, fue notable el crecimiento de las diversas maneras de consumir contenidos audiovisuales más allá de la televisión convencional, sea de aire o de cable. Iniciando su cuarta década en los hogares de prácticamente todo el mundo, Internet parece finalmente ganarle la pulseada a la pantalla chica en el mercadeo de contenidos ya no solo a demanda (películas, pero fundamentalmente series), sino en los eventos en vivo y en directo.

Teles inteligentes de pulgadas cinematográficas y centenas de megas en oferta cebaron a los futboleros a poner una moneda para renovar la pantalla y ampliar el ancho de banda… hasta que, de repente, nos enteramos que el bar de enfrente tiene los goles medio minuto antes porque la señal más fiel parece ser la que entra desde la pared por el viejo y querido cable coaxial.

Las alarmas se encendieron pasadas las siete de la mañana del miércoles 22 de noviembre: la gran mayoría vio el gol de Messi a Arabia Saudita recién después de escuchar el tronido de vecinos, de comercios cercanos, de la calle. Horror.

Flow parece ser el que más inconvenientes reporta, según quejas de usuarios que la llevaron a ser tendencia en Twitter recurrentemente. La empresa había ofrecido varios atractivos de cara al Mundial, entre ellos transmisión en HD y la opción de elegir diversas cámaras. Pero ocurrió que la transferencia de datos entró en colapso y lagueó recurrentemente los partidos más demandados. De nada sirve ver en alta definición a Camerún si la imagen se congela justo cuando Argentina se acerca al arco rival.

Los cableoperadores que ofrecen el servicio con un deco presentan su problema justamente en ese dispositivo: para ser trasladada a la tele (o a una compu) desde ese aparato intermediador, la señal debe ser procesada varias veces, generando una latencia insoportable. Por eso muchos proponen conectar el coaxial directo a la TV, algo que solo pueden hacer los titulares de la cuenta, pues fueron a quienes le instalaron la boca en la pared de su domicilio o comercio.

¿Y qué hacen los otros usuarios que usan esa cuenta porque tienen la contraseña? El recuerdo más fiel, según coinciden todos, es buscar la TDA, lo cual permite ver solo los partidos transmitidos por la TV Pública (TyC no es parte de ese sistema), aunque en HD. Las teles más nuevas pueden rastrear los veintipico canales de la TDA, aunque un recurso tuitero de probada eficacia es enchufar el coaxial a la tele y dejar libre el otro extremo, idealmente pelando el último tramo de la malla para dejar una parte del cable al aire: ese pelito de cobre es el que fungirá de antena en búsqueda de los goles perdidos, los diletantes.

Quién diría: en el momento de mayor expansión de plataformas y dispositivos digitales, termina siendo el viejo truco de la antena pelada el que nos permite defender el aquí y ahora de los partidos, quizás en detrimento de la calidad de la imagen pero en favor de una rápida recepción del sonido. Ver para creer, pero sobre todo escuchar para festejar.