La nueva edición de Nunca seré poesía. Antología homenaje a Ricky Espinosa, compilada por la música, poeta y productora Jacqui Casais y publicada por Milena Caserola es un tesoro inagotable sobre la vida, andanzas, arte y obra de uno de los personajes fundamentales de la música under latinoamericana, tanto en solitario como junto a sus bandas. 

Visitado y recorrido bajo las letras de personas que en la distancia o en la cercanía tienen mucho para decir sobre Manuel Ricardo Espinosa (1966-2002) y su indeleble paso por este mundo, el libro es un documento imprescindible para adentrarse en su creatividad y existencia a través de los ensayos de Pablo Cosso, Rosario Bléfari y Miriam Maidana, entre otres, los testimonios de amigxs, conocidxs y familiares, un homenaje poético bajo las plumas afiladas de Susy Shock, Nekro, Luis Aranosky, Florcita Podrix, Jacqui Casais, Anshi Moran, Sara Hebe, Flor Linyera y Lucas Espinosa (para nombrar solo algunxs), además de dibujos, entrevistas, letras de canciones, flyers de recitales y mucho más.

FLEMA, TERNURA Y DESCONTROL

Nunca seré poesía es, como su figura central, un misterio en permanente mutación. Y no podía ser de otra manera. En los años 90, cuando vi por primera vez en vivo a Flema sobre los escenarios del viejo Teatro Arlequines, Ricky Espinosa se plantó al frente de su banda y, al segundo de su aparición, todo se había convertido en un maravilloso caos: maquillado como casi siempre andaba, totalmente cubierto por una marea de pelos rojizos que flameaban excitados por el poderoso timbre de su voz en un torbellino de sonidos distorsionados, brillando bajo una lluvia de escupitajos entre un coro de pibxs que se sabían de la primera a la última frase de sus canciones. Todo en esa escena era carisma, ruido y una sensación de peligro, emancipación y descontrol total, cuyo mayor recuerdo que atesoro es la confusión y extrañeza con la que salí del teatro, sentimiento nuevamente excitado por la lectura de esta antología y su titánico trabajo de investigación y convocatoria: no porque busque “develar quién fue Ricky Espinosa” o algo similar, sino porque, como la propia Casais lo declara en el Prólogo, se planta como un "un homenaje polifónico" para ampliar cada vez más las lecturas y los horizontes de una persona y una época que marcó y sigue marcando a cientos de miles.

La primera edición del libro fue un éxito y estuvo agotada durante años, y al cumplirse ahora exactamente dos décadas sin Ricky, entre los variados homenajes que se realizaron sobre la partida del líder de Flema se le sumó a la edición original este volumen con unas cuantas novedades, como lo cuenta su compiladora a este suplemento: “participan Miriam Maidana que fue amiga de Ricky, Lucas Espinosa que es su hijo y también escribe poesía y compone canciones, sumamos un ensayo de Nicolás Stavisky y Carolina Nicora y nuevas ilustraciones de Luján Zárate, Ojo de Perro, Manu del Mar, Rip Gordon, Martín Navarro y un flyer de Los que perdonan, que hicieron para la presentación de la primera edición del libro en Rosario”.

RICKY INDOMABLE

Entre la ternura y el bardo, la autogestión organizada y el descontrol, desde que Ricky murió se dijo de todo sobre su personalidad, su vida y su despedida: calificado de intenso, profundamente inteligente, explosivo, indomable, con una honestidad que pocas veces se ha visto en un artista del under y mucho menos en el mainstream, dedicado a difundir de todas las maneras posibles a bandas desconocidas, en permanente combate contra el parasitismo de la industria musical o “genuino enemigo de cualquier orden”, como declara una línea del poema escrito por Fer Della Costa. 

En el ensayo que abre la antología, titulado "La impronta política en la experiencia punkrockera de Ricky Espinosa", Pablo E. Casso acentúa el nihilismo espinoseano recurriendo a las propias palabras del músico, para ilustrar una de sus filosofías de vida más marcadas: la de rechazar el futuro social empaquetado, la de no encajar conscientemente en el proyecto que imponen los poderes, la de ir contra toda hegemonía y autoritarismo, remarcando su postura anti-bélica, anti-sistema y anti-policial, entre muchos otros “antis” que lo acercaban bastante al anarquismo. También su identidad de poeta es puesta en primer plano por el hermoso ensayo de la muy extrañada música, actriz y escritora Rosario Bléfari: en "El último vaso de vino para una trilogía de la canción policial", Ricky es invitado a conformar una terna poética entre dos icónicos compositores del tango, como Homero Manzi y José González Castillo, en una red de literatura, poesía e intertextualidad punk bajo la cual releer sus letras, influencias e historias. 

Fragmento de la tapa de Nunca seré poesía

Sus ánimos cambiantes y sus diferentes facetas de escritura y actitud forman parte de las palabras de “Punk’s not dead”, Carolina Nicora y Sebastián Stavisky, que iluminan en una frase uno de los aspectos personales más marcados en torno a la composición: “Cuando estaba de buen humor, Ricky Espinosa no escribía, disfrutaba y se reía. Cuando estaba triste, sí. Era éste otro modo de elegir entre la escritura y la vida así como, posiblemente, la razón de la profunda oscuridad de sus letras”, en consonancia con las palabras de Chary, cantante de Loquero: “El tipo podía ser un verdadero salvaje a veces, o también podía ser una persona muy dulce con sentimientos amorosos para la gente de su entorno”, porque, como señala unas líneas más adelante, Ricky transmitía “rebeldía e inocencia. Siendo creíble siempre”.

Todos los caminos conducen a esta antología enorme: como un infaltable en la biblioteca de cualquier persona interesada en Ricky, en su música, en el punk y en los últimos 40 años de lo más explosivo del under local atravesado por una situación política asfixiante y desesperante. O, también, como una maravillosa pincelada de un mundo alternativo, autogestivo, sin ley y en constante expansión.

Para adquirir el libro: milenacaserola.com