Messi levantó la copa frente a millones de argentinos que observaron la esperada sonrisa del 10. Después de más de 120 minutos de sufrimiento, el futuro se disputó en los penales, que Argentina embocó. El último en patear fue Gonzalo Ariel "Cachete" Montiel, de 25 años, oriundo de González Catán, La Matanza. Los hinchas de River, apenas vieron a Gonzalo caminando hacia el punto de penal, supieron que íbamos a ser campeones. Porque Gonzalo, que debutó en 2016 en el Millonario, nunca erró un penal en toda su carrera. De 10 penales que pateó, metió 10. 

La historia de Gonzalo es como la de muchos otros pibes del fútbol argentino. Criado en González Catán, donde el papá era albañil y la mamá empleada de limpieza. Mientras sus padres trabajaban, Gonzalo acompañaba a su abuelo que salía a vender fruta en su carro. El abuelo le puso "Ariel" de segundo nombre, por el Burrito. Cuando tenía 7 años, falleció en una pelea callejera con una vecina. Es a quien Gonzalo dedica todos sus goles.  

Se formó en el Club Social y Deportivo El Tala, donde comenzó a jugar y construir la carrera que años después lo llevaría a la cima. Cerca del Club está el mural que los vecinos de Gonzalez Catán le dedicaron al jugador después de la obtención de la Copa América, donde pueden leerse las palabras "orgullo de un barrio". 

A los 10 años, estuvo seis meses probándose en Boca, aunque no quedó. Dos años después llegó a River. Viajaba dos horas y media desde Virrey del Pino hasta Villa Martelli, donde entrenaban las inferiores de River. "Al principio me acompañó mi vieja, pero como trabajaba y debía pedir horas, me las arreglé para venir solo", afirmó en 2018 a un medio local de La Matanza. 

"Me tomaba el 620, una traffic hasta Liniers y de ahí el 28. Dos horas y media de ida y lo mismo de vuelta. Lo hice casi dos años, hasta que me cansé. Les dije a mis familiares que no aguantaba más y pedí vivir en la pensión de River. Extrañaba y los necesitaba, por más que me hacía el duro. Pero también valoraba y sabía que ahí había más que lo que tenía en casa", recordó. 

Sus esfuerzos rindieron frutos, y se dió el gusto de jugar en el River de Gallardo. En las inferiores, jugó en todos los puestos de la defensa, de cinco y de ocho. Fue capitán y campeón en la 6ta, campeonato que hizo que el técnico de la Primera División lo tuviera en cuenta. En tres meses, Gallardo lo consideraba titular indiscutido y lo llamaba "bombero", ya que podía ponerlo en cualquier posición y cumplía. 

En 2018, además de llevarse con River la Copa Libertadores, pudo cumplir otro de sus sueños: terminarles la casa a sus padres. Desde que se convirtió en jugador profesional, sus dos objetivos fueron ayudar a sus padres para terminar su casa, además de terminar el secundario, para regalarle a su mamá el título. 

Los del barrio afirman que cuando Gonzalo volvía a casa, pateaba penales por plata en los potreros de Catán. Quizás por eso pudo patear indiferente lo que sin lugar a dudas era el penal más difícil de su carrera. 

En 2021, firmó para irse a patear penales y hacerle de bombero al Sevilla. Desde ayer, puede decir que sabe cuánto pesa la copa del mundo. Casualidad o no, Montiel tiene tres estrellas tatuadas en el cuello. Elijo creer.