Tampoco importan los detalles (La Crujía), de Marina Elberger

El primer libro de Marina Elberger para adultos reúne quince cuentos. En Tampoco importan los detalles una voz narrativa que de a poco se va volviendo conocida atraviesa los distintos cuentos urdidos con el arte de la elipsis (como sugiere el título). Se exploran amores, maternidades, crisis laborales y sentimentales, conflictos y delicias de la vida cotidiana. “Tienen en común también la presencia de gatos, acaso testigos silenciosos, que aparecen, se enferman, acompañan –dice la autora–. Observan sin juzgar. La mirada y el punto de vista femenino y feminista es condición inherente a estos textos: es desde esa perspectiva, desde esa lente que la protagonista ve, experimenta, se interroga, descubre detalles”. En el cuento que da título al libro, un profesor esotérico intenta convencer a una de sus estudiantes de que un acontecimiento siniestro puede ser visto de modo complaciente; en “Oveja negra”, una sexóloga trucha alienta a un grupo de amigas a revelar secretos obscenos; en varios cuentos, las madres sucumben al hastío o la ira.

Sueños como cuchillos (Milena Caserola), de Gabriela Mayer

“Voces de niñas, adolescentes y adultas retumban por las páginas de mi libro –dice Mayer­–. En la primera parte del volumen escribí sobre mujeres que intentan recomponer o reinventar sus vidas”. Lazos a punto de romperse aparecen en relatos como “Reptiles”, “La condena de Peter Krag” (protagonizado por un reloj de péndulo y un matrimonio sin futuro), el inquietante “Vecina” y “La tucumana”, entre otros. “En el segundo tramo del libro, asimismo compuesto por ocho cuentos, entran mayormente en juego las miradas de infancia de las protagonistas. Entre la impronta autobiográfica como disparador literario y la ficción como manto que permite dibujar y desdibujar el recuerdo, se configura un mosaico de relatos”, agrega la escritora y periodista. Cierra el libro “Sueños como cuchillos”, que parece dejar abierta la puerta de entrada a un nuevo imaginario, más oscuro y perfectamente verosímil.

Milenio pasado (MT Ediciones), de Yael Rosenfeld

El primer libro de cuentos de Rosenfeld asigna a cada mes del año un relato; todos llevan epígrafes del poeta Alejandro González Terriza. De un Día de Reyes a las doce uvas de las vísperas de Año Nuevo, la autora convoca a un elenco de personajes con un pie en el pasado y otro en el presente. “Todos empiezan más o menos en el milenio pasado y llegan a la actualidad –dice la autora–. Algunos están contados mediante flashbacks y otros son más lineales, pero todos tienen ambos tiempos. Son cuentos que relatan asuntos pendientes que los personajes traen del pasado”. Todos los relatos (tan exhaustivos como ambivalentes) tuvieron su origen en el milenio pasado y se cerraron durante la extensa cuarentena de 2020, gracias al Mundial de Escritura.

Árbol que tiembla (La Ballesta Magnífica), de Denise León

La reconstrucción de la memoria familiar puede tener diversos orígenes y efectos sorpresivos. En el reciente libro de Denise León, ese proceso lo inicia un trámite. “A veces se destaca la puntería como una virtud de la escritura, como si escribir fuera acertar –afirma la autora–. Yo, en cambio, tengo la sensación opuesta, como si siempre hubiera algo que se nos está escapando cuando escribimos. En 2019, al comenzar con mis hermanos el proceso de solicitud de la nacionalidad española para descendientes de sefaradíes expulsados, me compré un cuaderno de tapas negras que tenía algo parecido a un árbol dibujado en la tapa, para registrar ahí todos los requisitos que nos pedían, los trámites que íbamos a hacer y las informaciones que obtendríamos”. Árbol que tiembla es a la vez un diario de hechos, imágenes y lecturas, una memoria familiar, y una reflexión sagaz sobre la emigración, los rituales y la muerte. “Escribirlo fue casi como me imagino que debe ser una cacería, donde iba persiguiendo la sombra, el rastro e incluso el deseo de mis ancestros judíos, expulsados descalzos, huyendo del ejército turco y subiéndose a barcos con nombres como Gloria o Campana –dice León–. Nunca lograba atraparlo del todo porque se hacía y se deshacía en cada historia que me contaban, en cada fotografía o en cada documento probatorio que no lograba probar más que el hecho de que estábamos para siempre partidos en dos mitades: los que vinieron y los que no pudieron llegar”.

Las dalias (Buena Vista), de Liliana Menéndez

El primer libro de poemas de la artista Liliana Menéndez es una galería de imágenes originadas en sueños, viajes y recuerdos. Un yo discreto y atento registra y comparte percepciones que asumen el rango de confidencias o visiones. “De la tierra sacra / nacen bulbos paganos. / Estremecen la tierra / explotan hacia arriba / como pequeños / volcanes encubiertos”, se lee en uno de los poemas. “Las dalias surge de una escritura escondida, no publicada y sostenida a través del tiempo –revela Menéndez–. Siempre he bogado entre las imágenes y las palabras, preguntándome cómo una puede convertirse en la otra y quizás no. De ese interés surge la escritura de estos poemas que se parecen en mucho a los dibujos que hago. A veces en la madrugada y a la luz del celular llegan palabras veloces que son imágenes que me traen los sueños”. El libro, además, lleva como regalo dos dibujos en papel de seda que integran la obra Raíz de flores.

Cigüeñal (Conejos), de Silvina Gruppo

La segunda novela de Gruppo transcurre en una misma jornada de enero (el Día de Reyes), y el escenario predominante es la mente de la narradora, una mujer en la cuarentena de la vida que deja a su hija en el micro que la lleva a una colonia de verano. En la oficina donde trabaja, dirime conflictos y deseos reales e imaginarios con sus compañeros, sin perder de vista los reflejos de ese margen rebelde que es el pasado. Como si fuera una Leopold Bloom aporteñada y al filo de la neurosis, la narradora rebota del presente al pasado (propio y ajeno), cambia de aspecto, medita sobre los incidentes cotidianos y repasa un listado de temores, entre los que aparecen dejar de ser joven y quedar nuevamente embarazada. Para leer sin levantar la vista de las páginas.

Aspas (Híbrida Editora), de Belén Zavallo

Aspas es un libro que se formó como por acopio de granos, en ese sentido tiene una conexión con el título y con la escritura –cuenta Zavallo–. Hay una voz que va de a poco desgranando y moliendo una historia familiar, recuperando la mirada desde la infancia, no con la inocencia sino más bien con la crudeza de esa perspectiva que dice sin velos, que nombra también con el paisaje y desde la maternidad con esa energía más salvaje que trae la concepción de la vida. Es un libro fortuito y orgánico en el sentido en que surgió sin demandas, más bien del impulso más genuino de la escritura”. Con este título se inaugura la colección de poesía de la editorial que codirigen Sergio Criscolo y Marina Mariasch. Hacia el final, la escritura de Zavallo gira del verso libre, con “impresiones del paso de la vida”, a segmentos narrativos de un astillado retrato de familia.

(Re)Calientes. Por qué la crisis climática es el problema más urgente de nuestro tiempo (Siglo XXI), de Marina Aizen, Pilar Assefh y Laura Rocha

Elocuente puesta al día que funciona como un llamado de atención de una temática que (de modo perezoso) gana espacio en el debate público, a cargo de tres periodistas especializadas. Además de las pérdidas irreversibles que provoca el cambio climático y la situación de los millones de personas desplazadas por las consecuencias de este fenómeno, las autoras también siguen la ruta de los ecocidios (que coincide con la de la producción de commodities y la matriz energética actual), y responden a las narrativas dominantes de los grupos de poder. Y se apunta el costo de una transición hacia economías descarbonizadas e independientes. “En una planeta que no resiste más quema de gas, carbón o petróleo, la industria quiere ir por más –se advierte–. Y esto ocurrirá hasta tanto alguien (las comunidades, los gobiernos, los mercados) les diga ‘basta’”.

Fin de temporada (Revólver), de María Inés Krimer

Otra vez la periodista Marcia Meyer se convierte en detective a la fuerza. La muerte de un allegado a la reportera de la revista femenina Lola motiva una pesquisa en el coqueto balneario de Punta del Este. Krimer impulsa a la protagonista por un terreno pantanoso, rodeada de personajes con poder que saben ser amenazantes si no hay otra alternativa, y brinda una pintura precisa acerca de la violencia fría de los delitos económicos o de guante blanco que, por más disfraces refinados que se usen, deja víctimas fatales. Lavadores de dinero, sindicalistas multimillonarios y empresarios que coleccionan obras de arte y mujeres habitan la trama de esta “antinovela” de verano.


Diario desde el balcón (Pasaje 865), de Damasia Amadeo

La autora cuenta que hizo las anotaciones de este atípico “diario de pandemia” entre el inicio de la cuarentena, en marzo de 2020, y los funerales de Diego Maradona en la Casa Rosada, a finales de noviembre. Al leerlos se tiene la impresión de acompañar la mirada de la autora (hacia el entorno y hacia ella misma), de tropezar con sus obstáculos a la hora de poner esa experiencia en palabras y de disentir con ella en el mismo tono amable y cauto adopta para compartir sus pensamientos, pequeños relatos y reflexiones sobre el hecho más extraordinario de las últimas décadas, “con los recursos de la ficción, que tendían sobe mis observaciones un tul, un velo fino”, como apunta en el prólogo Amadeo, que es psicoanalista.