Interseccionalidad. Esa fue la palabra clave y una de las más mencionadas en las conversaciones sobre feminismo en Facción 2017; el encuentro que en su cuarta edición reunió a casi mil activistas y comunicadores de Latinoamérica y abrió decenas de debates que cruzan poblaciones en riesgo con economía solidaria, cultura libre con comunicación popular, medio ambiente con criminalización de la protesta. Y en un momento donde el feminismo está saliendo a la calle de manera organizada, masiva y contundente, con un claro mensaje político y una cantidad de consignas para poner en el ojo público de manera urgente, no estuvo ausente de las mesas de debate. Con sus peinados intervenidos, trenzas eternas de distintos colores, sus voces poderosas, entrenadas en la movilización y el agite, activistas como Emily Isabel, Kamilla Albino y Dríade Aguiar volvían una y otra vez sobre esa palabra, sobre la necesidad de que el feminismo se funde en la interseccionalidad, tal como interpelaba Angela Davis en su discurso del 21 de enero contra Donald Trump en la Women´s March, una de las puntas de la estrella junto con nuestro anterior Ni Una Menos, y que hoy tiene al feminismo mundial unido y alerta. “Esta marcha de las mujeres que representa la promesa de un feminismo en contra de los nefastos poderes de la violencia estatal. Un feminismo inclusivo e interseccional, que nos convoque a todos para unirnos en la resistencia en contra del racismo, de la islamofobia, del antisemitismo, de la misoginia y de la explotación capitalista” dijo frente a millares. 

“Pero el feminismo negro tiene su especificidad” aclara Dríade, comunicadora, activista e integrante de Fora do Eixo (Fuera de eje, la red de colectivos comunitarios que nació en Brasil en 2005 y que reúne cientos de personas que viven en comunidad en distintos puntos del país). “Cuando hablamos de interseccionalidad pensamos en las mujeres trans, travestis y trabajadoras sexuales. En Brasil hacemos un trabajo muy fuerte para hacer entender este concepto, porque el feminismo tradicional no abarca a las trans y a las trabajadoras sexuales entonces somos nosotras las que estamos insistiendo. Estamos viviendo un momento de gran protagonismo dentro del feminismo y fuera del país también, estamos ocupando lugares de referencia incluso para las mujeres blancas. Tenemos nombres como Djamila Ribeiro, que es una gran feminista negra y filósofa, una referente de activismo y de formación académica, y grandes eventos que tematizan nuestras problemáticas, ahora mismo el 25 de julio es el Día de la Mujer negra y Caribeña y en Brasil se hace Latinidades, donde exponen mujeres negras exclusivamente, pero mientras para las mujeres blancas el femicidio ha disminuido, para nosotras se ha incrementado.

Emily Isabel

 

–¿Crees que tiene que ver con el empoderamiento de estos últimos años? 

– Sí. En Brasil, en los últimos diez años, los femicidios contra mujeres negras aumentaron el 54 por ciento. Y se lo atribuimos al empoderamiento, claro: las negras denunciamos más, avanzamos con nuestra independencia, por ejemplo, en hogares donde ellas son el sostén y las que ayudan a tejer la red para cuidar lxs niñxs son otras mujeres y no varones. En ese sentido, Djamila habla mucho sobre la soledad de la mujer negra, con un índice altísimo de madres solteras, jefas de hogar. Para las blancas, el empoderamiento fue fundamental para bajar sus índices de violencia, para nosotras es un paso enorme pero nos ha devuelto más violencia. Y no estoy diciendo con esto que tenemos que retirarnos de la lucha, sino observarlo al interior del feminismo. Para nosotras las leyes de violencia contra las mujeres no son efectivas porque el trámite legal implica siempre un recrudecimiento: el Estado no te protege, te manda a denunciar pero después te devuelve a tu casa. Entonces hay que pensar estrategias para que no sea una trampa y lo comunitario, para mí, tiene que estar en el corazón de esas estrategias. 

–¿Cuál es la agenda del feminismo negro?

–Creo que para mi tiene dos puntas de lanza. Por un lado, insistir en la importancia de la formación, queremos acceso a la universidad y garantizar la formación básica de nuestras niñas, la inclusión de las infancias negras. Sin olvidar que la historia oficial es la historia de la colonización, aun cuando hay una ley en Brasil que manda a las escuelas estudiar historia negra, no se cumple. Y por otro lado, hay una agenda muy fuerte contra el genocidio de las mujeres negras. Claro que los hombres negros también mueren, sobre todo a manos de la policía pero las mujeres tenemos vulnerabilidades muy graves. La población carcelaria es mayoritariamente negra en Brasil y el acceso a la salud es complicadísimo para nosotras. Por eso es tan importante la militancia de María Zezé, una líder del MTST (Movimento dos Trabalhadores Sem Teto) ya que en Brasil es un momento de mucha ocupación de casas y ahí lo que se pone en juego es muy fuerte, ya que los que lideran casi siempre son varones. Ella es casi una madre de la ocupación, una gran figura espiritual para nosotras.    

–¿Qué pasa con la representación en los medios de comunicación?

–Ahora está habiendo una ola de participación negra, nosotras creemos que es una cuestión de marketing claramente, algo que se pone de moda. Nos venden cosméticos, cosas para el pelo, nos ponen en las portadas de las revistas, de grandes marcas, etcétera, pero seguimos siendo criminalizadas. La población negra continúa siendo señalada, pero sí hay un cambio, porque eso de que los y las negras nos ponemos de moda marca una visualidad diferente para los niños, que crecen con otra idea de la imagen, con otra idea de lo que es bello. Crecer sabiendo que tu belleza es posible es una cosa transformadora. Nosotras insistimos mucho en visibilizar el hecho de que carecer de representación estética te roba los sueños, los deseos, te saca todo. Entonces este momento, esta ola de las mujeres ocupando el marketing de la belleza es muy importante, no debemos ignorarlo. Son cambios claves. Lo que necesitamos ahora es diversidad negra, que se vean diferentes modelos de cuerpos negros. 

–En el debate se mencionó varias veces la sororidad selectiva, ¿cómo se da en la práctica?

–Por un lado estamos juntas pero por otro lado hay un fenómeno que llamamos sororidad selectiva, que existe y que incluye a las mujeres blancas comprendiendo todo, aceptando que en cuestiones de salud por ejemplo, nosotras somos mucho más perjudicadas que ellas , pero cuando hablamos de estética, de relaciones, etc, no aceptan nuestra desventaja. Hay una cuestión en donde no nos encontramos que tiene que ver con lo emocional: acordamos en lo jurídico, en lo institucional, en lo político pero cuando entran a jugar factores más privados, ya no estamos tan juntas. En la cuestión sensible, el amor, las amistades, estamos separadas. Cuando una blanca organiza una mesa, por ejemplo, solo elige blancas para hablar. Cuando vamos a marchar, nosotras estamos siempre juntas, entonces si no estamos mezcladas, es que algo no se puede pasar por alto. Y muchas mujeres que luchan, blancas brasileras tienen chicas negras que cuidan de sus hijos, ¿entonces? Ahora estamos trabajando juntas, nuestras voces son fuertes, marchamos juntas tres veces al año y el 8 de marzo fue enorme, pero la sororidad selectiva existe. 

Jose Nicolini
Dríade Aguiar

 

Militancia popular o nada

Estética y política negra fue la mesa que arrancó el viernes 14 en el Edificio Municipal Leonardo Favio de Avellaneda. La tarde apretaba con tormenta y vientos helados pero la charla aclimató enseguida los cuerpos. Matheus Alves, activista y comunicador de rede Negra habló sobre la manipulación de las noticias, de las manifestaciones, de los conflictos sociales que siempre inclinan la balanza para criminalizar y poner en duda a la población negra como un signo de estos tiempos: “ponernos en cuestión de un modo que nos acalla, que nos aplaca, pero nos aplaca porque no tenemos el espacio para ponerle nombre a nuestras razones. Y a muchos les pasa que sí, que efectivamente se quieren integrar apagando su identidad”. Enseguida surgió el tema del alisado del pelo como una clave para entender esa intención de borrar los signos propios de la identidad negra y Emily Isabel de de Só podia Ser Preto tomó la palabra. “Es muy complicado afirmar nuestras identidades negras porque cuanto más las afirmamos, más fuerte es el choque, el encuentro con las identidades hegemónicas. Acá en Buenos Aires se nos quedan mirando, no pueden creer solamente que seamos negras sino que tenemos el pelo corto, teñido, aros, trenzas, rastas y demás. Tener cabello corto es una forma de resistencia y pienso que para las blancas también lo es. Pero para una negra tener el pelo corto es tres veces más disidente. Me parece interesante trabajar esta experiencia en relación a la palabra empoderamiento que está tan de moda. Hay que tener cuidado con esa palabra, sobre todo nosotras como comunicadores, donde se pueden dar ejemplos como Tais Araujo que es negra y está en los grandes medios con un discurso político. Se habla de ella como referencia pero ella no es una referencia para la mujer negra de la periferia. Tenemos que tener cuidado de no mostrar gente que esté fuera del alcance de la población negra periférica, que es la mayoritaria y la más carente justamente de esos modelos”. Para Marcelo Rocha, del Colectivo Negro Secundarista, durante años al pueblo negro se le ha negado la autoestima. “En países mayoritariamente blancos, ser negros es una forma de resistencia. En esta mesa queríamos ser todos negros con nuestras trenzas, con nuestros turbantes. Y poner en cuestión el hecho de que no todas las personas negras somos lo que se espera que seamos, esto es, atléticos, con labios sensuales, narices anchas pero proporcionadas…. Esto es una construcción, el estereotipo de lo sexy en los y las negras, porque también hay personas gordas, peladas, muy delgadas, petisas, no estilizadas y demás. Toda la industria nos niega, mucho más cuando ocupamos espacios subalternos, y ya empezamos a ver cómo esa negación se transforma en beneficios propios. Y también nos han negado la intelectualidad, de modo que el diálogo que se produce entre nosotros encuentra su riqueza en nuestras comunidades, en las favelas, en los barrios periféricos… Y no en la academia, por más que pueda haber estudios negros”.  

Un llamado a la resistencia pero también la comprensión con lxs que no pueden, por ejemplo, acceder a un trabajo y se cortan las rastras, o se dejan de teñir el pelo. La complejidad de hacer entender a generaciones más grandes, a las madres y abuelas, que la impronta identitaria en los cuerpos, usos, costumbres y vestimentas es clave pero también agresivo el bombardeo de imágenes que apuntan a otros modelos. “Es muy importante entender esto, porque si bien nosotros llamamos a la resistencia, también entendemos quienes quieren lucir esa estética más aceptada por la población blanca. El debate sobre cómo resistir con nuestras estéticas pero a la vez no quedar afuera de un orden social que nos pertenece está vigente y tenemos que darlo ahora. La educación traza sus raíces en la influencia europea entonces América latina debe estar unida para rastrear nuestras historias, nuestros relatos, un rescate cultural que nos atraviese y nos refuerce. Como comunicadoras tenemos esta responsabilidad, esta obsesión de alguna manera de hacer nuestros espacios, nuestras redes. Nuestro papel es como comunicadores alternativos” aportó Kamilla Albino de Nega Livre y dijo que no quiere dejar de mencionar, en una mesa con varones y mujeres que hay un genocidio de mujeres negras, raleadas por la pobreza y la indiferencia estatal que las deja morir cuando entran a los hospitales públicos, cuando denuncian a sus agresores, cuando piden ayuda para sostener una economía familiar que mantienen solas. “Y es muy fuerte para nosotras hacer entender que somos asesinadas también por hombres negros”. Para Emily no se puede juzgar a una mujer por querer tener el cabello lacio. “Mi madre por ejemplo, que quiere tenerlo, no se convierte en racista por eso, sino que está intentando sobrevivir en un medio donde tal vez si tenés el pelo afro no podés acceder a un trabajo. 

Es un proceso muy lento. Si las personas no consiguen reafirmarse negras, es muy complejo. América Latina tiene profundas raíces en Africa pero si eso no se sabe, si eso no se cuenta, es muy difícil hacerlo carne. De manera que “negra” sigue funcionando como insulto en todos lados. Se usan muchos términos para hablar de nosotros: tu piel es café con leche, chocolate, mestiza, pero jamás se usa “negra” porque está considerado un insulto. Acá en Facción somos todos comunicadores, pues bien, hablemos de que la narrativa negra no se debe incluir, se debe autonarrar. Que no nos roben las palabras”.