“Un programa para niños y adultos con algo de Hayao Miyazaki, algo de Hora de aventuras, un poco de Lewis Carroll aquí y allá, y mucha fantasía”. Eso fue lo que el artista visual Toff Mazery le respondió a Joseph Gordon-Levitt cuando el actor le preguntó qué le gustaría hacer si pudiera hacer lo que quisiera. Bien podría haber agregado que pretendía un programa que alentara a las nuevas generaciones a pintar por fuera de las líneas y a barrer prejuicios para hacer lugar a lo nuevo, una desescolarización de la imaginación que finalmente resultó en la encantadora El Niño Lobo y la fábrica del Todo, la serie de Apple TV+ que el pasado septiembre estrenó su segunda temporada en el marco de una fuerte apuesta de la plataforma por las producciones infantiles animadas, entre ellas la película nominada al Oscar Wolfwalkers, el premiado cortometraje Aquí Estamos: notas para vivir en el Planeta Tierra o la adaptación del bestseller Súper Sorda.

En ese contexto, El Niño Lobo asomó como la nueva gran rareza orientada al público infantil. “El show trata sobre la magia del proceso creativo, esa alegría en la niñez de crear sin reglas”, explica Mazery desde su hogar londinense. A través de una cuidada animación que prioriza lo artesanal y con episodios divididos en dos capítulos de diez minutos cada uno, la serie sigue las aventuras de William, un curioso pequeño con máscara de lobo que descubre en el fondo de su escuela un portal que lo conduce hacia un reino en el que se crean todas las cosas imaginables (y las no tanto). “Queríamos que todo en el show se sintiera como si el mismo Niño Lobo lo hubiera creado”, apunta Mazery. “Eso se mantuvo a lo largo de todo el proceso, desde el aspecto visual general al diseño de sonido. La idea fue mantener todo encantadoramente básico, con un estilo que resultara tan orgánico e imperfecto como fuera posible”. Siguiendo esa línea, la animación se llevó adelante con métodos tradicionales: “Fue algo que consideramos una variante refrescante con respecto a cómo se ven las animaciones digitales en la actualidad”.

Uno de los artistas involucrados en la serie fue el argentino Fran Godoy Morales (Mister Pi en Instagram), quien estuvo a cargo de efectos visuales, aspectos del color y el diseño de diversos objetos esenciales en la trama. “Fran hizo un trabajo asombroso en Niño Lobo”, cuenta Mazery. “No solo es un diseñador increíble sino que también se mostró apasionado por la historia, algo que resultó de mucha ayuda. Tengo relación con varios estudios de Argentina, allá hacen un trabajo estupendo en animación tradicional. Ah, y hablando de eso… ¡Felicitaciones por la copa del mundo!”

Radicado desde hace veinte años en Londres, Mazery es oriundo de Chipre. Mucho del universo de la serie, con sus historias atípicas y personajes de lo más pintorescos, tuvo su génesis en la mitología de la isla natal de su creador: “Niño Lobo nació de mis extraños años de infancia en los que me aventuraba en esos campos llenos de historias entre montañas y playas”, recuerda. El ilustrador conoció a Gordon-Levitt a través de HitRecord, la red social pensada como una comunidad de artistas que el actor de 500 días con ella creó en 2004 y que continúa vigente al día de hoy. “Toff subía a la plataforma cuentos brevísimos con dibujos increíbles que me impactaron desde el primer momento”, contó Levitt en una entrevista reciente. “Siempre me pareció que se destacaba entre el resto, tenía algo muy creativo y con mucho corazón a la vez. Cuando le pregunté qué haría si pudiera hacer lo que quisiera, él lo tenía tan claro que me entusiasmé, y enseguida nos pusimos manos a la obra”. Pronto convocaron al guionista Edward Jesse -otro usuario de HitRecord sin experiencia previa en televisión- y al guionista Michael Ryan, que venía de trabajar en la franquicia de Scooby Doo. Ryan tomó el lugar de productor junto a Gordon-Levitt, y así comenzó a tomar forma el proyecto.

Una de las consignas que se plantearon desde el vamos fue la de trabajar sobre un ritmo narrativo que no dependiera de una hiperestimulación constante: “Joe (Gordon-Levitt) es un gran narrador de historias, sus consejos creativos fueron muy valiosos y trabajamos juntos durante mucho tiempo para esto”, cuenta el creador de la serie. Más allá de dar voz a uno de los personajes principales (el profesor-hechicero Luxcraft), el actor y productor estuvo muy involucrado en la etapa inicial del proyecto, cuando daban forma al concepto y los personajes. “Siempre me apoyó mucho para que diera rienda suelta a mi creatividad, y estamos en la misma línea con respecto a mantenernos alejados de cualquier cosa demasiado irónica o híperestimulante”, cuenta Mazery. “En lugar de eso nos dedicamos a mantener la extrañeza del show con un ritmo conceptual lento. Hay flashes con una energía muy alta pero también momentos para respirar, para que la capacidad de atención se expanda”.

La segunda temporada sorprendió desde un tono más complejo a partir de la decisión de William y su pandilla de conocer el revés de la fábrica: un supuesto reino de la destrucción donde, con el correr de los episodios, los personajes principales se verán enfrentados a sus propios prejuicios. “No hay nada explícitamente político en Niño Lobo, pero el principio básico de estar abierto a la gente con una perspectiva diferente a la tuya, o que llegó de un lugar diferente, es tan importante en un reino mágico de aventuras como en el mundo real actual”, contó Gordon-Levitt. Mazery completa la idea: “Para la nueva temporada tuvimos el desafío de explorar temas más profundos sin perder a nuestros espectadores más pequeños. Nos moríamos de ganas de dar el salto a mostrar el otro lado de la fábrica, y eso fue lo que hicimos. Terminó convirtiéndose en una historia más novelada y algo más oscura al comienzo, pero queríamos tratar a nuestra audiencia con respeto y mantenernos abiertos al hecho de que ellos también disfrutarían de ese desafío”. Y concluye: “Es el tipo de historias que yo disfrutaba de chico, y el tipo de cosas que todavía disfruto ver”.