Las bibliotecas públicas y las bibliotecas populares son instituciones de gran importancia cultural en nuestro país, que se fundan y sostienen con un compromiso emancipador y un espíritu de trascendencia. Eso escribió Horacio González sobre la primera y más importante de todas ellas: la Biblioteca Nacional que hoy lleva el nombre de su fundador, Mariano Moreno. Las bibliotecas destinadas a la ilustración y la libertad del pueblo, decía el sociólogo, ensayista y ex director de esa institución, son “instituciones dramáticas” de la cultura.

En la provincia de Buenos Aires hay unas quinientas bibliotecas populares formalmente registradas y seguramente unas cuantas más que todavía no completaron ese trámite, que se lleva adelante ante la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). Ese número, en una provincia que cuenta con 134 municipios, revela una característica del sistema bibliotecológico y del mundo cultural de la provincia, donde en promedio hay más de tres bibliotecas populares (en algunos la biblioteca municipal tiene también esa característica), un rasgo que se extiende en realidad al conjunto de nuestro país.

De ese medio millar de bibliotecas populares de la provincia, la más antigua se encuentra en el municipio de Baradero. Es la Biblioteca Popular Municipal “Fray Luis de Bolaños”, fundada en 1872, a solo dos años de la creación de la propia Conabip. Esta última institución había nacido, fundada por la Ley Nº 419 de 1870 promovida por Domingo Faustino Sarmiento para estimular la creación y el desarrollo de las bibliotecas populares que, como quería el sanjuanino, difundieran el libro y la cultura. El modelo estaba inspirado en los Clubes de Lectores fomentados por Benjamin Franklin un siglo y medio antes en Filadelfia, Estados Unidos.

Las bibliotecas populares bonaerenses están nucleadas en la Federación de Bibliotecas Populares de la Provincia de Buenos Aires, presidida desde 2017 por Juan Carlos Moscatel, quien trabaja voluntaria y activamente en la Federación desde hace más de veinticinco años. Moscatel destaca la función social y de promoción de la lectura de las bibliotecas populares, que son asociaciones civiles autónomas creadas por la voluntad de los vecinos, y pondera el trabajo de sus comisiones directivas. A través de ellas, cada biblioteca “lee” a su comunidad y trata de acompañar sus necesidades. Lo hace generando espacios culturales, talleres, articulaciones con escuelas para favorecer la finalización de estudios, propuestas de formación laboral y acciones en común con la parroquia, la salita, el centro de jubilados.

Conversando sobre los efectos de la pandemia y el aislamiento, Moscatel señala que muchas comisiones directivas se vieron diezmadas y aún están en proceso de reorganización. Algunas encontraron serias dificultades para afrontar sus compromisos. En ese marco, la Federación funcionó como mediador ante los organismos que podían ofrecer alguna ayuda, como la Conabip y la Dirección de Cultura de la Provincia, cuyo apoyo permitió garantizar la cobertura de servicios básicos. Moscatel subraya también la importancia del vínculo con la Dirección Provincial de Promoción de la Lectura, a cargo de Guillermo Korn primero y de Ximena Talento actualmente.

Si este vínculo con los organismos del gobierno provincial permite vislumbrar un futuro esperanzador, lo mismo ocurre con el que muchas bibliotecas populares sostienen con universidades nacionales con asiento en la provincia, como la Universidad Nacional de General Sarmiento y la Universidad Nacional de San Martín. Y con el aprendizaje que ellas mismas han hecho en la defensa de causas comunes, como ocurrió con la exitosa movilización por la sanción del proyecto de ley que prorroga por 50 años la asignación de fondos para el financiamiento de la industria y las instituciones culturales.

La Federación, dice Moscatel, tiene grandes planes para 2023: visitar las distintas bibliotecas populares de la provincia, mejorar, en diálogo con los organismos públicos que las subsidian, los circuitos vinculados con la regularidad en el pago de sus aportes y organizar la próxima reunión de Bibliotecas Populares de la Provincia de Buenos Aires. Será esa otra ocasión para discutir cómo las incansables bibliotecas populares de la provincia consiguen garantizar cada vez más la democratización de la palabra y lo que María Teresa Andruetto ha llamado el derecho a la lectura.

* Universidad Nacional de General Sarmiento