No solo hay un lago, sino un verdadero mar de cosas escondidas, fuera de nuestra vista pero presentes y atravesando nuestras vidas. Los hechos y las noticias de los últimos tiempos respecto a connivencias, complicidades y formas de construcción entre espacios políticos y espacios desde donde se ejerce el PODER judicial, indignan, asombran, lastiman el lazo social. Se vuelve imperioso entonces analizar escenarios, no permitir que el descreimiento se instale, dar pelea a la impotencia.

Tenemos en este país un privilegio, una marca de enorme poder simbólico: la historia de lucha y conquista del movimiento de derechos humanos, a cuya cabeza estuvieron y están las Madres, las Abuelas y los Familiares de lxs desaparecidxs. Herederxs de otras luchas, construyeron un ejemplo poderoso e iluminan el presente y lo por venir con una enseñanza clave: cuando todo parece arrasado, nos seguimos teniendo a nosotrxs mismxs, la organización, los valores y la fuerza de las verdades.

Como trabajadora de la salud mental desde hace muchísimos años me desempeño como psicóloga forense. No es sencillo moverse en el medio judicial, muchas veces alejado o en las antípodas de la representación que tenemos de la justicia. Sin embargo, para algunxs sigue siendo el espacio de acción para buscar aquello que resulte “justo” y donde “lo ético” cobra todo su sentido mostrando su espesura.

La extrema degradación del sistema de justicia, el movimiento de derechos humanos y mi tarea como trabajadora de la salud: todo eso se mezcla en estos días en que el Poder Judicial de la Nación y el de la provincia de Jujuy se cobra otra víctima en cabeza de Milagro Sala.

Durante el año 2022 participé como su perita de parte en dos causas que tramitan en Jujuy. Vi, y experimenté aquello escondido a la mirada pública que atraviesa la vida de esta presa política, pero que también atravesó mi experiencia profesional y humana.

Trataré de hacer comprensible una de esas experiencias vivida hacia fines de junio del 2022 (hay otras), cuando estaba prevista la realización de la pericia cuyo objetivo era determinar si Milagro debía permanecer en prisión domiciliaria o estaba en condiciones de salud para volver a la cárcel, una aspiración que el gobernador Morales expresa permanentemente con toda vehemencia.

Mientras nos preparábamos para subir al avión desde Buenos Aires, Milagro fue internada de urgencia por una trombosis venosa profunda en una de sus piernas, patología que le dificultaba caminar, le producía un intenso dolor y que podía ser mortal. Al llegar a la clínica la encontramos en terapia intensiva, con la tobillera electrónica colocada, custodiada por la policía que circulaba entre su cama y el resto del espacio de la terapia donde desde ya había otrxs pacientes, y esto lo hacían exhibiendo ostensiblemente su arma reglamentaria. La presencia policial armada junto a ella indudablemente configuraba una situación amenazante, de violencia psicológica y simbólica, de acoso y hostigamiento que impactaba directamente en su salud psíquica, generando angustia y desazón, lo cual dada la situación tendría repercusión en su cuadro clínico, tornando el pronóstico de su enfermedad más ominoso aún.

La presencia de la policía con armas dentro de la terapia intensiva también violaba el derecho de los pacientes, de Milagro y del resto, derechos establecidos en la ley 26.529 (1). El propio poder judicial jujeño en lugar de garantizar derechos los estaba violando.

Lxs peritxs que interveníamos por la defensa nos entrevistamos con el juez a cargo de la causa, Dr Cattán, para transmitir la preocupación por el escenario que estaba planteado, el impacto negativo en la salud de Sala, una paciente en ese momento con pronóstico reservado. El juez ordenó que la policía se retirara de adentro de la terapia intensiva. No pudiendo cumplir con la tarea forense volvimos a Buenos Aires. Como es de público conocimiento al día siguiente Milagro recibió la visita del Presidente de la Nación y esto produjo expresiones de profundo malestar de parte de Morales, las que fueron publicadas en medios gráficos, seguidas de una nueva acción judicial: a las 22 hs, sin autorización médica, la policía irrumpió en la terapia intensiva, se dirigieron a la cama donde Milagro descansaba, la destaparon y zamarrearon para entregarle una notificación judicial respecto al cálculo de días de condena por una causa de la que ya había sido notificada su defensa.

El juez, que previamente había colocado policía armada en la terapia intensiva, sabiendo la gravedad de la patología de Milagro Sala y que la muerte era una de sus posibilidades, conociendo que ese espacio de internación tiene como objetivo extremar los cuidados para la recuperación de personas enfermas con patologías que requieren atención especial y especializada, donde el control de los estímulos juega un rol importante buscando ofrecer estabilidad emocional al paciente, envía en horas de la noche a la policía, en una acción violenta desde lo físico, lo psicológico y lo simbólico, para cumplir un acto procesal innecesario, o por lo menos innecesario en ese horario y de esa forma. Sostenemos que la acción buscaba mortificar y generar sufrimiento psíquico en Milagro, miedo en los otrxs enfermxs. Dado que Milagro estaba en plena evolución de una patología que podía tener un desenlace fatal, queda expuesta la crueldad desplegada, lo deshumanizado del trato y que el objetivo no tenía que ver con lo legal.

Fernando Ulloa, un hombre sabio, psicoanalista fundante en nuestro país, un profesional profundamente comprometido con la salud pública y los problemas sociales, un gran hacedor y conceptualizador que dejó marca en nuestra disciplina, en tiempos de la postdictadura nos impulsó a pensar sobre el lugar de la ternura y la crueldad en la salud mental y su abordaje. En los años 80 supo definir la crueldad como un dispositivo sociocultural en cuyo núcleo podemos encontrar, como situación paradigmática, lo que él llamó la “encerrona trágica”.

En palabras de Ulloa “La encerrona trágica, es una situación de dos lugares sin tercero de apelación -tercero de la ley- sólo la víctima y el victimario. Lo que predomina… el dolor psíquico, aquel que no tiene salida... La salida parece identificarse con la muerte. Es que la crueldad siempre aparece estrechamente amarrada a la muerte, ya sea porque éste es su desenlace o porque la muerte ya está instalada en el mismo sujeto de la crueldad”.

Este es el escenario que se repite para Milagro en la provincia que gobierna Morales: una víctima de la crueldad, por un lado, quien/quienes ejecutan esa crueldad por otro y la ausencia de una tercera instancia a quien acudir para que ponga freno a la acción dañosa, establezca límites a la arbitrariedad, un tercero que pueda garantizar derechos y de esta manera cuidar y preservar la vida y la salud.

¿A quién acudir en Jujuy si quienes ostentan el poder son los crueles que con toda intencionalidad y planificación avanzan sobre la vida?

Dada la asimetría del poder y la arbitrariedad, si el tercero de apelación no surge, si no se rompe con la encerrona trágica, el destino fijado es la muerte de la víctima por el estado de vulnerabilidad y desprotección en que se encuentra. Y lo decimos con todas las letras porque entre junio y julio de 2022 eso podría haber pasado. Milagro venía además de haber desarrollado en el mes de mayo de ese año, una parálisis facial de Bell.

Pensamos que ese tercero de apelación deberá surgir de las decisiones políticas que, con la ley en la mano, esa que dice que todos somos iguales ante ella, restablezca reglas de juego claras, previsibles.

En el Movimiento de Derechos Humanos aprendí a luchar por la justicia y lo justo, pero también ratifiqué que la crueldad nos era ajena y la esperanza un puente al futuro.


(1) “Ley de derechos del paciente en su relación con los profesionales e instituciones de la salud” (ley 26.529, capitulo 1, articulo 2, inciso c y d).

(*) Adriana Taboada es Licenciada en Psicología. Perita en causas por delitos de lesa humanidad. Investigadora del Centro de Estudios sobre Genocidio (UNTREF). Miembro del Observatorio de Crímenes de Estado (OCE-FSoc-UBA)