Al Don

Al Don

Al Don Pirulero

cada cual, cada cual
que atienda su juego,
y el que no, el que no

una prenda tendrá.

Desde hace siglos, rondas de niños y niñas imitan oficios, al ritmo del Pirulero o Pirulera. Quién no se detenga a su orden, queda fuera del juego. El último es el nuevo Pirulero.

Con el tiempo, Don se convirtió en Antón. El cambio supo referirse a un Antonio femicida y al obispo que robó en Perú, a cuenta y orden de la poco santa inquisición.

Las versiones tienen común denominador.

“Pirulero” es quién “hace acciones con mala intención” **.

Se sabe. Diversiones infantiles como “Antón…”, “Aserrín, Aserrán” y el (aún menos obvio) “Patrón de la Vereda” era/es salvaguardar la memoria de hechos históricos.

La moraleja original era advertencia: “Cuándo cada cual atiende solo sus propios intereses… gobierna Don Pirulero”.

O si el lector prefiere: “Sin solidaridad mutua, tarde o temprano, todos quedan fuera de juego”

El Pirulero a favor de un Pirulero mayor.

Nada raro que tantos juegos y canciones populares se remonten a la Baja Edad Media.

Alimentaron grandes cambios sociales y políticos y la creación del Estado Nación.

La “pedagogía del oprimido” siempre fue creativa. En cambio, los tiranos prefieren vaciar formas, alterar y apropiarse de los contenidos.

Baste un ejemplo atroz: el cartel de ingreso al campo de muerte de Auschwitz dice “Arbeit macht frei”o El trabajo libera”.

Todavía buscan convencer al Pueblo que siempre ganará Don Pirulero.

Anton Pirulero

Son tiempos en los que cualquier pequeño espacio de confort exige fuertes dosis de negación. Casi una crueldad reiterar a los internautas nacionales (en especial,  a quienes ganan honestamente su sustento con equipos y aplicaciones) que, sin Política y Tecnología Nacional de Comunicaciones, la convergencia es reino de piruleros y mafiosos. La concentración de datos favorece la servidumbre de las mayorías. Para el control alcanza con algunos pocos algoritmos.

Siervos de la gleba y feudos de clase media recogen una nimia parte de la cosecha y la concentración TIC global neutraliza los mejores esfuerzos para lograr Soberanía sobre riquezas colectivas, materiales y simbólicas.

Las grandes usinas internacionales de la sociedad del conocimiento y de la desinformación insisten en vender la neutralidad de las tecnologías.

Al mismo tiempo, realizan ingentes esfuerzos para limitar cualquier desarrollo tecnológico en las periferias de los imperios y diseñan innovadores chiches tecnológicos para evitar liberadoras sinapsis neuronales.

Ya se nota como Internet y los medios de incomunicación clásicos corean guiones similares.

Promueven síntesis de palabras e imágenes y simplifican los dispositivos subjetivos.

La sencillez es aparente.

Encubre sofisticadas campañas y estrategias de marketing de manipulación y raudo impacto de control de emociones. Apelan al miedo. El mensaje es claro y contundente: Acá manda Don Pirulero. Y llámese como se llame Don Pirulero destruye democracias.

El gran pirulero

No es la primera vez que la humanidad enfrenta procesos similares. Ahora, les apremia el reemplazo de ciudadanos por consumidores. Para verificarlo alcanza una mirada global. Desde la Edad Media, nunca se atrevieron a aullar con tanta impudicia que “el que tiene guita hace lo que quiere”. En frase del Presidente Lula: “La libertad que ellos pregonan es la de oprimir al vulnerable e imponer la ley del más fuerte”

Las personas sensatas esperan que Don Pirulero (aunque sea por propia conveniencia) registre que la ilegalidad no durará siempre. Sin embargo, a la matraca de la ruindad innata de traficantes pobres y ladrones de gallinas, añaden las evidencias de que robos y asesinatos son prerrogativas del más fuerte de la cueva y sus lacayos. Tal como ayer, comunican “A falta de pan, buenas son las tortas”.

Argumentos idiotas a los que siguen crímenes y condenas a líderes populares.

En pleno siglo XXI, corporaciones y añosas mafias internacionales (feudos de Medio Oriente, incluidos) reclaman impunidad por sus crímenes y saqueos a la Soberanía. Ignoran que el miedo (como el amor) es flecha de dos puntas. Planearon aplausos para los Jeques. Las mayorías populares aclamaron y celebraron la común identidad. En casa y en tierras muy remotas del planeta.

¿Será solo por fútbol? ¿Qué significa?

Con las respuestas no alcanza.

Los problemas de la Polis no se resuelven frente al espejo. Hablar con el espejo (o entre espejos) es propuesta de los algoritmos. Fingir convergencia tampoco alcanza para rescatar Soberanía ni Democracia.

En metáfora campestre: Hay que “bajarse del caballo”, abrir cancha, juntar buena madera, encender hogares, acercar el mate y renunciar al juego de Don Pirulero.

*Antropóloga Universidad Nacional de Rosario.

** “Gran diccionario sohez Larousse” - Delfín Carbonell