Basada en el thriller del escritor y fotógrafo austriaco Bernhard Aichner y dirigida por el alemán Nicolai Rohde, La dama de los muertos (Totenfrau) se ubicó rápidamente entre las diez series más vistas en Netflix a comienzos del nuevo año. 

Seis episodios de no más de 45 minutos la convirtieron en el policial del momento, con una protagonista de pasado oscuro (y presente desolador) que inicia un raid de venganza que envidiaría la mismísima Electra. Después del sospechoso accidente en el que muere su marido (Mark, un policía de una comunidad donde funciona un exclusivo centro de esquí), Brunhilde Blum (interpretada por la actriz alemana Anna Maria Mühe) comienza una investigación por su propia cuenta y riesgo. 

Dueña de una funeraria, vive con su suegro y sus dos hijos, ahora huérfanos de padre, junto con un ayudante (Reza, encarnado por Yousef Sweid), refugiado sirio al que Mark protegió en vez de detener en un frustrado intento de robo y al que le encargó el cuidado de su esposa e hijos en caso de que él muriera. Además de colaborar con ella en el negocio, Reza acompaña a Blum, como todos la conocen en el pueblo alpino, en sus actividades mortuorias paralelas.

A diferencia de otras series policiales, La dama de los muertos presenta la acción en los primeros momentos del primer capítulo. La psicología de los personajes, si llega, aparecerá después mediante las acciones que cada uno ejecute o si les toca el turno de argumentar. La serie no ahonda tanto en los conflictos entre el bien y el mal, sino más bien entre dos escalas diferentes del mal. El único personaje bondadoso es Mark, que muere atropellado en los primeros minutos de la serie.

Muy pronto, Blum confirma sus sospechas de que Mark fue asesinado porque estaba tras la pista de un grupo de secuestradores de mujeres jóvenes provenientes de Europa del este. Dunja, una de ellas, ha logrado escapar y Mark la ha ocultado en las afueras del pueblo, sin dar aviso a sus jefes (de los que con toda razón se sospecha porque parecen estar al servicio no de la ley sino de la poderosa familia Schönborn). “Este pueblo está maldito”, le dice un anciano a Blum en los funerales de Mark.

En su pesquisa, la implacable Blum arremeterá contra autoridades policiales (sin dejar de mantener una ambigua relación con uno de los compañeros de su marido), un sacerdote católico, un artista que no se priva de tomar fotos en sesiones de tortura, un reconocido cirujano y los matones de Johanna Schönborn (la actriz austriaca Michou Friesz), contracara de la protagonista y madre de una de las primeras víctimas de la vengadora. Después de la grandiosa performance de Muhe en la serie, Liam Neeson tiene una rival femenina en materia de justicia por mano propia.

La trama de La dama de los muertos es en gran parte lineal, si bien concede algunas escenas (también escalofriantes) a episodios de la infancia y la juventud de Blum. Y hay unas pocas escenas fantasmagóricas en las que los cadáveres que “la dama” maquilla en su sala de trabajo (o los que se topa en su investigación) le brindan claves o, simplemente, la impulsan a seguir adelante, pase lo que pase. Y lo que pasa no es poco.

Con la moto reparada de Mark o el coche fúnebre, la viuda atraviesa los serpenteantes caminos de montaña en busca de los culpables. Tiene pocas dudas, más frialdad que la nieve y ningún remordimiento a la hora de ajustar cuentas con el grupo de “amigos espantosos” (como los define Johanna) que asesinó al padre de sus hijos. Por experiencia, Blum sabe que la ley no hará nada por encontrarlos y que incluso se volverá en contra de ella en cuanto asomen las primeras sospechas.

La dama de los muertos

Netflix – Seis episodios. Con Anna Maria Mühe, Yousef Sweid, Hans-Uwe Bauer, Michou Friesz y Felix Klare. Creada por Nicolai Rohde, Barbara Stepansky, Benito Mueller yWolfgang Mueller.