El nivel de actividad económica cayó 3,7 por ciento en septiembre respecto del mismo mes de 2015, según lo informó ayer el Indec. En los primeros nueve meses, el retroceso se ubicó en 2,4 por ciento en relación con igual período del año pasado. Al finalizar el primer semestre, la caída con respecto a igual período del año pasado era del 1,7 por ciento. Es decir que en lo que va del segundo semestre, la proyección de descenso del PIB se deterioró en siete décimas, cuando el pronóstico oficial era que la segunda parte del año sería el momento del inicio del repunte económico. Incluso en las proyecciones presentadas al Congreso junto al Presupuesto Nacional de Gastos e Ingresos para 2017, el Ejecutivo previó una baja en la actividad económica para este año del 1,5 por ciento (y un crecimiento del 3,5 por ciento para 2017). Los números que ofrece el Indec ahora van trazando un panorama, para el cierre de año, más próximo al pronóstico que están dando algunas consultoras privadas, de una caída entre el 2,5 y 2,8 por ciento para este año, que al cálculo oficial señalado. 
El informe de prensa del Indec denominado Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se distingue de los que elaboraba la gestión anterior por su carencia absoluta de información. Apenas ocupa dos páginas en las que se ofrece un cuadro de la evolución mensual del estimador (desde enero a septiembre de 2016), un gráfico con las curvas de evolución del estimador “original” y del estimador “desestacionalizado” desde enero de 2004 hasta septiembre de este año, y otro cuadro con los datos mes a mes, de enero de 2012 en adelante, del índice en su serie original y desestacionalizado, y las respectivas variaciones mes a mes y de cada mes con respecto al mismo período del año anterior. Eso es todo. No hay información sobre las causales de la caída, los factores que tuvieron mayor incidencia en la misma ni un análisis o, al menos, comentario sobre la evolución que reflejan los cuadros. Se trata, vale recordar, de nada menos que el estimador que permite anticipar la tendencia del producto bruto y, por lo tanto, expresa la evolución de la economía en su conjunto. 
Con esos pocos datos disponibles, lo que queda de manifiesto es que el crecimiento mes a mes que se observaba hasta junio de 2015 se revirtió y se convirtió en caída desde septiembre de 2015 en adelante, acelerándose el declive a partir de febrero de este año. Eso provocó que, los niveles de actividad del primer trimestre del año todavía mostraran un mínimo incremento con respecto al período inicial de 2015 (0,4 por ciento), pero a partir de abril se inicia un proceso de deterioro constante de la economía. Ya hacia el fin del segundo trimestre la caída alcanzaba al 1,7 por ciento y en septiembre, mes de cierre del tercer trimestre, se amplió al 2,4 por ciento. 
El fenómeno de la recesión se expandió, tal cual ya lo anticipaban los indicadores de la actividad industrial y de la construcción que elabora el propio Indec. Al mes de septiembre, la producción manufacturera registraba un retroceso del 4,6 por ciento con respecto a los primeros nueve meses del año pasado. El ISAC (índice sintético de actividad de la construcción) reflejó en el período enero a septiembre de este año un nivel de actividad 12,8 por ciento inferior al de igual período de 2015.  
Aunque el Indec no lo informe, la marcada tendencia a la profundización de la recesión observada a lo largo de este año está impulsada por los bajos niveles de consumo interno pero también de la demanda externa. Al escaso dinamismo del mercado interno, se suma el impacto provocado por la mayor presencia de bienes importados en la  plaza local, que estaría desplazando a parte de la producción nacional en las respectivas áreas. En cuanto al frente externo, se presenta con un signo de preocupación creciente la sombra de la crisis económica de Brasil, que disminuyó la demanda de productos de fabricación nacional. Por otra parte, la política del gobierno de clavar los frenos sobre la obra pública profundizó la caída en la construcción, ya desvalida por la falta de inversiones privadas en nuevos emprendimientos inmobiliarios. 
La proyección para el año 2017 que hizo el gobierno marca un crecimiento esperado del 3,5 por ciento. El Ejecutivo promete reactivar la obra pública, pero lo mismo había prometido para los últimos meses del año corriente y no se dio. La demanda externa no ofrece, por ahora, elementos que permitan vislumbrar un vuelco favorable. La actividad económica del mes de septiembre, desestacionalizada, registró una caída del 0,8 por ciento con respecto al mes anterior. Una señal más de que el deterioro económico todavía no reconoce su piso.