Luciano Cáceres protagoniza el thriller de terror apocalíptico El nido, estrenado en cines el jueves pasado. Y evalúa que el cine de género en el país "creció un montón" a partir del impulso de los festivales, la demanda de las plataformas y, sobre todo, porque "asustarse un poquito es algo que se vuelve un interés universal".

La coproducción entre Italia y Argentina abarca una trama de encierro en la que los personajes interpretados por Cáceres y la italiana Blu Yoshimi encaran una película pensada dentro de la ciencia ficción previo al coronavirus, pero que tras la pandemia luce como un film con temática de pasado cercano.

La trama sigue a una chica de 18 años (Yoshimi) de una familia de clase alta y un voluntario interpretado por Cáceres que quedan encerrados juntos en un refugio durante una cuarentena mientras afuera un brote viral convierte a las personas en zombies.

Opera prima del italiano Mattia Temponi, con guion escrito en 2015, El nido es un thriller apocalíptico de encierro que fue diseñado en Roma como película de ciencia ficción pero que tras rodarse en la primera mitad de 2020 en pleno aislamiento por el coronavirus y estrenarse ahora, pierde un poco su carácter original para convertirse en un filme de pandemia.

El ritmo parsimonioso de la primera mitad del largometraje, en el que se introducen al calmo voluntario que asiste médicamente a la joven, infectada por un mordisco, contrasta con la segunda parte del film, en el que un juego de desconfianzas e intrigas guían la trama hacia su resolución a través de un gran trabajo de dirección de arte, fotografía y maquillaje.

"El guion me llegó en mayo de 2019 y lo relacionaba a la ciencia ficción, pero en 2020 el set de filmación era con todo el decorado sanitario que estaba sucediendo en la pandemia. Todo eso que me parecía tan extraño de estar todo el tiempo con barbijo, guantes de látex y todo el proceso que el personaje hacía para sanitizar se daba al entrar al estudio en Roma y era todavía más extremo que lo que sucedía en la película. Más allá de que el virus es distinto, es muy visionario lo que escribió Temponi años atrás", contó Cáceres en diálogo con la agencia Télam.

El actor, que en los últimos Martín Fierro ganó el premio al mejor rol protagónico en la telenovela La 1-5/18, explicó que "la preparación para el papel fue distinta a todo" porque como no podía viajar a Roma por las restricciones sanitarias, tuvo que ensayar por videoconferencia con su coprotagonista y el director.

-¿Cómo fue el método para hacer una película sobre una pandemia durante una pandemia?

-¿Quién iba a pensar que íbamos a estar en cuarentena después de leer ese guion? Tardé como cuatro meses en poder viajar entre permisos de un lado y otro, con fronteras cerradas y sin vuelos a Europa. Ni siquiera se podían mover de ciudad a ciudad en Italia en la primera mitad de 2020: los que estaban en Roma eran los únicos que podían estar ahí. Hasta que salieron todos los permisos y tras estar guardado cinco meses en mi casa, llegué a una primera cuarentena en un departamento en Roma hasta poder empezar a trabajar. Y todo el proceso de ensayo durante esos cinco meses eran tres veces por semana laburar el guion con el director y la actriz por Zoom. Ambos se habían contagiado, así que era contar la cuarentena de cada uno a la distancia. Luego, al llegar y tras tener un par de ensayos, directamente empezamos a rodar. Estuve en una Roma sin turistas... ya había ido antes a todos los lugares turísticos, pero lleno de gente. En este caso, después de filmar me iba a tomar un helado a la Fontana Di Trevi solo porque no había turistas.

Con la italiana Blu Yoshimi

-En una película de encierro como esta lo central es la interacción con tu coprotagonista, ¿cómo fue el trabajo con ella para consolidar un dúo que necesitaba llevar adelante la totalidad de la historia?

-Quedamos muy hermanados porque convivimos durante siete semanas y toda la previa. Además éramos los únicos que podíamos tener contacto. Se filmó todo cronológicamente, así que eso estuvo bueno. Fue muy intenso, es una película de dos actores, un duelo actoral, que propone ser cómplice de todo este delirio y hacerlo verosímil, que creo que está bastante bien logrado. Además, se decidió que la película se haga en español para ampliar el mercado porque el idioma italiano se habla solo en Italia, así que hubo mucho trabajo con la actriz y su español. Estuvimos escena a escena conviviendo casi: en cuarentena a la distancia y sin conocernos, hablando tres veces por semana, contándonos la diaria.

-¿Cómo se encontró ese tono tan calmo y parsimonioso del personaje, que suma tensión?

-Es un poco la complicidad del género, ir contando a cuentagotas quién es este tipo. Hay detrás un laburo muy emocional para hacer verosímil esta locura, porque no vemos nada de lo que ocurre afuera, y todo eso había que sostenerlo sin siquiera mostrar una ventana lo que estaba sucediendo. Para mí la película tiene que ver con la relación de dos desconocidos con intereses totalmente distintos y cómo una convivencia obligada va a sacar lo mejor y lo peor de cada uno.

-Últimamente tuviste varios roles en el cine de terror, ¿qué te interesa del género?

-Me divierte laburar en géneros distintos. Me genera mucho interés porque es clave a la hora no solo de crear un personaje sino de laburar y entender el género, y uno no hace de bueno en una de terror igual que en un culebrón. Hay algo que va cambiando, porque vos tenés que ser cómplice del género más allá de lo que creas que tu personaje hace.

-¿Notás que el cine argentino está atravesando un momento de expansión en el terror?

-El género ha crecido un montón y hay muchos realizadores que están enfocados ahí. Por un lado, el crecimiento del (Buenos Aires) Rojo Sangre, que cada vez está más instalado como festival. Y después la cantidad de festivales que hay en el mundo, que hace que ya no sea un género menor. Grandes directores están dirigiendo género y con mucha producción y estructura. También las plataformas están interesadas en el terror. Asustarse un poquito es algo que se vuelve un interés universal.