A casi dos meses de la caída de Pedro Castillo en Perú, la situación política y social que vive el país latinoamericano es de una extrema complejidad.

De un lado están quienes creen que Pedro Castillo, con su decisión de disolver el Congreso —que iba a tratar nuevamente su destitución—, fue el autor en diciembre pasado de un golpe de Estado. En la vereda de enfrente, quienes vieron esa movida del ahora expresidente como una forma su superar el feroz bloqueo que se levantó en el ámbito legislativo contra su gestión.

En AM750 el exjuez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni analizó crisis social y política que vive el país andino y señaló, en primer lugar, que “la situación en Perú es demasiado grave” a pesar de que “nuestros medios monopólicos no dan cuenta de eso”.

Además, dijo que “Castillo parece haber hecho una locura, pero no fue tal”. Y recordó que el 7 de diciembre estaban a punto de destituirlo, en el enésimo intento de hacerlo, cuando decidió convocar a una conferencia de prensa y ordenar el cierre del Congreso y la convocatoria a una constituyente.

En este punto, cuestionó: "¿Por qué insistir en destituirlo ya definitivamente a fines del año pasado? Bueno, debemos señalar la verdadera causa. Este año, 2023, vencen todas las concesiones de la privatización masiva que realizó (el expresidente durante la década del '90, Alberto) Fujimori, y seguramente Castillo no era la persona indicada para renovarlas".

Para Zaffaroni, el Congreso, "además de intentar insistentemente destituirlo a lo largo del año y medio de su presidencia, le bloqueó todos los proyectos legislativos”. Por este motivo, indicó, Castillo no pudo cumplir con ninguno de los objetivos prometidos durante la campaña electoral.

“En estas condiciones, no es cierto que quiso dar un golpe de Estado a lo Fujimori. Sabía que no tendría ninguna eficacia. Era una suerte de proclama para que no lo echaran por ningún motivo de los que se suelen usar en el lawfare, sino por un gesto político que sabía absolutamente ineficaz”, analizó.

Por último, concluyó: “Era consciente de que los militares y la policía estaban contra él. Se trató de salir con un 'que se vayan al carajo', en lugar de hacerlo con el rabo entre las patas, acusado de cualquier cosa. Solo quiso salvar su liderazgo. De alguna forma lo consiguió”.