Matías Caruzzo, el director deportivo de San Lorenzo, puso la cuestión negro sobre blanco. A propósito de la situación del defensor Federico Gattoni, quien decidió no renovar contrato con el club para quedar con el pase en poder el próximo 30 de junio, dijo que los clubes del fútbol argentino están indefensos frente a las maniobras de los representantes de los jugadores. Por estas horas, a Huracán le sucede lo mismo con Lucas Merolla y Boca hace poco atravesó la misma penuria con el arquero Agustín Rossi quien en medio de las negociaciones, terminó firmando un precontrato con Flamengo de Río de Janeiro y yéndose seis meses a préstamo al fútbol de Arabia Saudita.

La debilidad de la economía argentina y los jugosos contratos en dólares billete que se ofrecen en el exterior parecen haber acelerado en los últimos tiempos las conductas inescrupulosas de algunos representantes. Es tan entendible el deseo de los jugadores de cobrar mejor dinero como la postura de esos representantes de negociar con firmeza en defensa de los intereses de sus representados. Pero en todo este tire y afloje debe privar la buena fe de las partes. Y eso es lo que parece haber faltado (o estar faltando) en los casos antes citados. 

Los representantes de Gattoni (Marcelo Lombilla), Merolla (Carlos Papandrea) y Rossi (Miguel González) se sentaron a la mesa de negociaciones con la decisión de no acordar tomada de antemano. Plantearon de arranque condiciones inaceptables o inalcanzables para los clubes con la idea de no renovar y quedarse a mitad de año con la totalidad de los pases en su poder. Y la estrategia les viene funcionando. Gattoni y Merolla no jugarán este semestre en San Lorenzo y Huracán. Pero el 30 de junio serán dueños de su pase para poder venderlo o prestarlo al mejor postor, pero siempre en moneda dura. Rossi corría el mismo destino en Boca. Pero no quiso esperar tanto. Y en el viaje de regreso de los Emiratos Árabes Unidos se bajó del avión boquense en la escala de Madrid y se subió a otro que lo llevó a Riad, la capital de Arabia Saudita, donde firmó contrato para jugar seis meses al lado de Cristiano Ronaldo.

El pase de sus jugadores es en muchos casos el principal activo de los clubes y no deberían malgastarlo en operaciones turbias. Algo tienen que hacer para no descapitalizarse, pero no cuentan con los recursos legales para defenderse de los empresarios (y los jugadores) malintencionados. Si no pueden pagar el contrato que les piden, deberían poder venderlos y no quedar expuestos a que esos representantes del mal maniobren para birlarles los jugadores a la luz del día sin dejar un billete en la tesorería. Una cosa es que los representantes y los jugadores defiendan sus intereses sin sentimentalismos. Y otra muy diferente es que quieran pasarse de vivos y quedarse con algo que no es de uno. Eso y robar es lo mismo y el fútbol está lleno de estos ladrones de guantes no tan blancos.