Un sismo de magnitud 7,8 sacudió este lunes el sur de Turquía y el norte Siria, dejando miles de muertos y heridos así como importantes daños.

El terremoto se sintió a las 4.17 (hora local) y se produjo a una profundidad de 17,9 kilómetros, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

El epicentro se situó en el distrito de Pazarcik, en la provincia de Kahramanmaras, en el sureste de Turquía, a unos 60 km de la frontera siria. Tuvo una magnitud de 7.8 y también se sintió en el Líbano y Chipre.

Debido a la hora en que ocurrió el sismo, de madrugada, sorprendió a la mayoría de la gente durmiendo en sus casas. Muchos no pudieron escapar. Los rescatistas buscan sobrevivientes entre los escombros. Horas más tarde se produjo una réplica de magnitud 7.5.

Qué es un terremoto

Un terremoto o sismo es la vibración de la Tierra producida por una rápida liberación de energía. Los más pequeños liberan una energía similar a la de un relámpago, pero los más poderosos podrían igualar al consumo anual de electricidad en Estados Unidos y superan con mucho a las explosiones atómicas más potentes.

Por qué se produce un terremoto

Según se explica en "Ciencias de la Tierra", escrito por los geólogos E. Tarbuck y F. Lutgens, los terremotos se suelen producir por el deslizamiento de la corteza terrestre, la capa más superficial de la parte rocosa de la Tierra, en torno a una falla, que es una especie de cicatriz que se produce en zonas donde esta capa es más frágil.

Los temblores aparecen porque, a medida que se van deformando y doblando algunas partes de esta capa superficial (litosfera), se va almacenando energía elástica, al igual que una goma que se estira cada vez más. Pero cuando estas rocas alcanzan su límite de deformación, se fracturan y liberan esa energía acumulada en forma de vibraciones sísmicas.

Así, de forma similar a lo que ocurre cuando se lanza una piedra a un estanque tranquilo y se producen ondas concéntricas, desde el origen se libera energía en todas direcciones. 

A este origen se le llama foco o hipocentro y desde él se proyecta una línea vertical hacia la superficie para designar el llamado epicentro. Cuando esas ondas se liberan, pueden llegar hasta la superficie y sacudir los cimientos de los edificios y también viajar horizontalmente por el interior de la Tierra.

Una vez que se produce esa repentina liberación de energía, a veces los materiales necesitan cierto tiempo para acomodarse, y por eso no es extraño que se produzcan las llamadas réplicas, es decir, terremotos más débiles que el principal, incluso varios días después.

Con qué frecuencia hay terremotos

Al año se producen más de 300.000 terremotos con magnitud suficiente para dejarse sentir a lo largo y ancho de todo el mundo, pero por suerte la mayoría son temblores pequeños y que producen pocos daños. 

Normalmente, solo tienen lugar 75 terremotos significativos cada año, y muchos de ellos se producen en regiones remotas. Se calcula que cada año se producen por término medio 18 terremotos importantes y 1,4 terremotos muy grandes.

La escala de Richter

La escala sismológica de Richter, conocida comúnmente como la escala de Richter o escala de magnitud local (ML), es una escala logarítmica de medición de la cantidad de energía liberada en la corteza terrestre durante un sismo o terremoto, que recibe su nombre en honor al sismólogo estadounidense Charles Francis Richter (1900-1985), que fue junto con el alemán Beno Gutenberg (1889-1960) su inventor.

La escala de Richter es empleada mundialmente en la medición de la intensidad de los sismos que van desde valores de 2,0 y 6,9 en la escala y que ocurren entre 0 y 400 kilómetros de profundidad.

Cuando los valores de un sismo son de 7,0 puntos o superiores, ya no se emplea el método de Richter, sino la escala sismológica de magnitud del momento (Mw), más precisa para registros extremos y propuesta por Thomas Hanks y Hiroo Kanamori en 1979. Por lo tanto, no puede haber terremotos de más de 6,9 en la escala de Richter.

A pesar de su comprobada utilidad y de su popularidad, la escala de Richter presenta el inconveniente de ser difícil de vincular con las propiedades físicas del origen del terremoto. Para magnitudes cercanas a 8.3-8.5, presenta un efecto de saturación que la hace poco precisa. Además, al estar limitada a las posibilidades del sismógrafo con que se la inventó, requiere de extensiones y otras escalas adicionales.

Por eso su utilización es común hasta los sismos que registren una intensidad de 6,9 puntos, pues a partir de entonces se emplean otras escalas coincidentes pero de mayor precisión y utilidad. 

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