Dos nominaciones al Oscar, varios éxitos de taquilla (King Kong, La llamada, Divergente) y películas de bajo presupuesto pero excelentes críticas como Birdman y El camino de los sueños: Naomi Watts tiene un curriculum envidiable. Aun así, cómodamente instalada en el sofá de un hotel londinense, la actriz habla con cautela de Gypsy, la serie que protagoniza en Netflix. “Me gustó que no fuera la típica mujer estereotipada” dice sobre su personaje, Jean Holloway, una terapeuta neoyorquina que se siente atraída por la ex pareja de uno de sus pacientes. “Está montada en ambos mundos de ser buena y mala. No se ve mucho eso desde un punto de vista femenino. Esa cosa del antihéroe se ve mucho más en hombres, y el público suele aceptarlo más, pero así es la naturaleza humana”.

La creadora del show, Lisa Rubin, dio una respuesta similar a los periodistas que le preguntaron por las críticas negativas recibidas por Gypsy, explicando que el público no se acostumbra del todo a ver mujeres que “tienen el mismo tipo de dimensiones ocultas que los hombres”. Los hombres suelen dominar el terreno del antihéroe, del Walter White de Breaking Bad al Don Draper de Mad Men. Aun sin tener un largo historial, Rubin fue clave a la hora de convencer a Watts de sumarse al proyecto. “Tuvo un discurso muy convincente”, explica Watts. “Quería que Jean fuera alguien que se reinventara a sí misma, aun cuando su vida pareciera perfecta desde afuera. En el interior ella se está asfixiando, siente la necesidad de cavar más profundo, producir una sacudida en su vida”.

Se necesitó un equipo de mujeres para darle vida a Jean, incluyendo a Sam Taylor–Johnson, realizadora de Cincuenta sombras de Grey, que dirigió los primeros dos episodios. “Al trabajar con este grupo de mujeres tan fuertes una siente que está en buenas manos”, dice Watts. “Es la mejor manera de poder plasmar lo que está en el papel, un esfuerzo colectivo hecho por mujeres con un pensamiento fuerte”. Para las más arriesgadas escenas de Gypsy, tener mujeres detrás de la cámara hace más cosas más fáciles, creando un ambiente relajado que consigue lo mejor de cada una. En otros proyectos, de todos modos, no ha sido el caso. “Llegás profundo muy rápidamente con otras mujeres”, explica Watts. “De manera inevitable, las emociones juegan su parte, pero te sobreponés pronto. Las mujeres esperan mucho de cada una, y es algo que amo de mis amistades femeninas. Soy definitivamente una mujer que se lleva bien con las mujeres, me gusta rodearme de personalidades fuertes. De esas que no tienen miedo de decir la verdad”.

Netflix ha hecho toda una costumbre de crear shows conducidos por mujeres, Recientemente incorporó a su menú Glow, protagonizada por Alison Brie, una actriz que expresó conceptos similares sobre trabajar en el set con otras mujeres. Está Orange is the New Black, la serie carcelaria que, con su  combinación de drama y comedia, lleva ganados varios premios y fue celebrada por su visión progresista de las mujeres en pantalla. Por otra parte, mientras las mujeres han tomado un lugar central en la TV, en el cine no es tan así. Puede verse, por ejemplo, en la más reciente oferta de los superhéroes de Marvel, El hombre araña, Thor, Capitán América, Guardianes de la Galaxia: los personajes femeninos apenas existen.

“Se siente como si estuviéramos en un momento en el que la industria del cine se está escondiendo”, dice Watts de modo enérgico. “No se está haciendo una gran cantidad de dramas impulsados por mujeres. Hay mucha ciencia ficción, superhéroes, franquicias, comedias, que no son lo que más me apasiona. Muchos escritores dejaron la escena y se fueron a la televisión. Y yo tengo que ir donde están los escritores”.

Uno de los lugares en los que los dramas impulsados por mujeres pueden prosperar es el cine arte. Aun allí, de todas formas, no están bien representadas. A comienzos de este año, Jessica Chastain le dijo al público del festival de Cannes que se sentía “perturbada” por la representación de personajes femeninos en el cine. “Está mejorando, y estamos avanzando porque la gente está empezando a hablar de eso”, dice Watts. “Estamos haciendo grandes esfuerzos para cubrir el área, no solo frente a las cámaras sino detrás de ellas. ¿Por qué no deberíamos impulsar esas historias? Somos el 50 por ciento de la población, ¿por qué no existen estas interesantes historias sobre las mujeres?” 

Watts ha actuado en muchas películas de bajo presupuesto, a menudo balanceando con personajes más grandes como el de Birdman, ganadora de un Oscar. El más importante fue El camino de los sueños, la película de David Lynch: puso a Watts, que hasta allì solo había hecho papeles pequeños en la consciencia de muchos espectadores. “Veo mi carrera dividida en dos, antes de El camino de los sueños y después”, señala. “Ciertamente, desde Mulholland Drive tuve más oportunidades para elegir proyectos. También tuve momentos en los que las cosas no fueron tan bien como hubiera esperado, pero siempre estoy tratando de intentar nuevas cosas, buscar cambios. Eso a veces significa trabajar con alguien nuevo, simplemente porque me gusta el personaje. Y a veces surgen cosas brillantes, como Lo imposible: el director Juan Antonio Bayona solo había hecho una película hasta entonces”.

Lo imposible fue una elección brillante para Watts, que le significó una segunda nominación en los Oscar tras 21 Gramos en 2003. Gypsy parece un riesgo similar, un proyecto de alguien con poca experiencia. “Solo puedo pensar en cómo pueden resultar las cosas”, explica su pensamiento antes de embarcarse en el proyecto. “Me gustó el personaje y sentí que no podía ser aburrido”. La preparación incluyó varias visitas de Watts a un terapeuta. “A través de los años he visto a algunos analistas”, confiesa, elaborando sobre cómo el aprendizaje sobre el psicoanálisis la ayudó a entender el comportamiento del personaje. “Es muy humano tener diferentes personalidades dependiendo de con quién estás”, dice. “Cuando estoy con mi familia o hablando con mi madre... me han señalado que tengo un acento completamente diferente cuando estoy hablando por teléfono con ella. No sé por qué sucede, simplemente pasa”.

Quizá una de las razones por las que Watts usa otro acento tiene que ver conque ha viajado por el mundo. Nació en Gran Bretaña y anduvo por el sur de la isla y por Gales hasta los 14 años, cuando la familia se mudó a Australia. En esos años adolescentes conoció a la colega Nicole Kidman, que eventualmente la introdujo al mundo de Los Angeles, donde se dedicó a pelear por un lugar. Con tantos movimientos, entonces, ¿dónde se siente en casa? “Es una pregunta muy difícil de responder. Viví en Inglaterra hasta los 14 y me siento muy cercana a la sensibilidad inglesa, el humor, y esa cosa autodespreciativa tan habitual en el país. Entonces me mudé a Australia, donde todos muestran su corazón, y me identifiqué con eso. Hay una apertura, una candidez, un ‘quereme como soy’ muy diferente. Los ingleses son mucho más reservados, con lo que siento que soy una buena combinación de ambas cosas. Pero vivo en Estados Unidos, y he vivido ahí mucho más tiempo que en los otros dos lugares. Mis hijos son estadounidenses, aunque yo no me siento estadounidense”. 

Watts tiene dos hijos con el actor Liev Schreiber, a quien conoció en 2005 y de quien se separó el año pasado. Una de las preocupaciones sobre sus hijos es la creciente obsesión de la industria por la violencia en pantalla. Mientras que el lenguaje fuerte o la desnudez llevan a calificaciones adultas, las reglas parecen más laxas en lo que tiene que ver con la violencia. “Hay ciertas cosas que no se pueden poner en pantalla sin una calificación especial”, dice. “La violencia se ha vuelto más aceptable, pero lo demás no. Es ridículo. Al ser madre de dos chicos que quieren ver lo más que puedan dependo de esas calificaciones. No me preocupa tanto algún momento sensual o un par de palabras gruesas. Es una parte normal de la vida, pero la violencia no lo es. No me gusta que vean cosas que les pueden dar terribles pesadillas”. Los chicos han visto algunos de los trabajos de su madre, ayudándola a ver de otra manera algunas cosas que la hicieron conocida en el mundo, como el King Kong de Peter Jackson. “Recientemente la vimos, es la única que pueden ver en la que haya estado. Está buenísimo haber bailado para un gorila gigante”.  

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.