Tras varias horas de entrevistas, hablando de la inminente versión de Cosquín Rock, José Palazzo repitió lo mismo decenas de veces. Entonces se le propone otra dinámica: que se saque un rato el cassette y use el momento para decir lo que le hubiera gustado que le preguntaran. “Había dos o tres cosas en las que me quedé pensando hace un ratito”, confiesa el creador del festival de manufactura cordobesa. “Una es por qué se siguen refiriendo al festival como algo del interior del país, a pesar de ser uno de los eventos musicales más importantes de la Argentina. Sacando la subjetividad, Cosquín Rock es el festival más grande que tiene el rock argentino. Después están Lollapalooza, Primavera Sound y el Quilmes, que volvió en 2022. Hace 23 años que existe, lo que lo convierte en uno de los más prestigiosos incluso a nivel latinoamericano. Como trascendió en la tonada, me parece justo que hablen de él como un festival nacional”.

Cuando parece que terminó de explayarse, Palazzo toma impulso y redobla la apuesta. Y es que ahora pone el foco en la internacionalización de su invento. “Aparte de tener sedes en otras ciudades fuera del país, en el festival no sólo hay artistas de otras partes del mundo, sino también público extranjero”, enfatiza orgulloso. “Cada vez más, vienen colombianos, chilenos, uruguayos y paraguayos”. Ante la posibilidad de que toda esta bajada de línea pueda parecer un mero arrebato parido desde el pundonor, el productor y empresario musical advierte que esto se encuentra fundamentado en números y estadísticas. Respaldado, por supuesto, en la antiguedad del encuentro musical, al igual que en las variaciones que experimentó la curaduría de su programación. Cuando se le plantea la posibilidad de hacerlo en Buenos Aires, despacha: “Es inviable por una razón muy simple: Cosquín Rock incluye la peregrinación, la ruta, el viaje y los amigos”.

Babasónicos. Foto: Martín Bonetto

Cosquín Rock esta vez levantará el telón de la temporada de los festivales nacionales tras el auge que vivió el formato en 2022. “A Cosquín Rock la gente no va a povanearse sino que va con el objetivo de ver a su banda favorita. También el público va a descubrir artistas nuevos que hasta ahora pudieron recorrer el interior del país”, argumenta el productor. “Si te tengo que dar una proyección, te garantizo que el 70 por ciento del público que viene al festival lo hace con la intención de disfrutar de la música, mientras que el 30 restante asiste porque va un conocido, un amigo o un familiar. O porque le parece un plan. Todo eso está bueno porque te exige mucho a la hora de programar. La gente quiere ver a los clásicos, pero también quiere que la sorprendas”.

Las entradas para el festival están agotadas y la opción para quienes no las compraron es mirarlo por streaming (a través de Flow). Los que sí tienen su ingreso garantizado al Aeródromo de Santa María de Punilla disfrutarán tanto el sábado 18 como el domingo 19 de febrero, desde las 14:30, de una edición cuya grilla de más de 100 artistas hizo hincapié en las propuestas musicales de última generación, al punto de que se estrenará un escenario que sintetiza estos lenguajes: el Montaña. En la primera jornada, ahí se presentarán Usted Señálemelo y La Delio Valdez; en la segunda fecha estarán Bandalos Chinos y Peces Raros. Asimismo, servirá de vitrina para artistas foráneos del calibre de la cantautora estadounidense LP, del DJ holandés Tiësto y del grupo colombiano Monsieur Periné, a los que se sumarán los iconoclastas Babasónicos y Catupecu Machu.

La inclusión del Montaña (su estética está a cargo del diseñador visual Sergio Lacroix) amplía a cinco la cantidad de escenarios que contendrá al Cosquín Rock 2023. Si el flamante amplificador apunta a mostrar sonidos de vanguardia, el Boomerang recibirá a la escena independiente local. Los mendocinos Joven Breakfast y Guachito Club destacan en la primera jornada, al igual que los traperos Muerejoven y Saramalacara. Al tiempo que el domingo desfilarán El Zar, Anyi y Feli Colina, respaldados por figuras de la talla de Emmanuel Horvilleur y Lisandro Aristimuño. El cordobés Juan Ingaramo cerrará en la última fecha el escenario Sur. Precedido por Lara 91K, Conociendo Rusia, Trueno y Turf. En el mismo lugar estarán el sábado Ca7riel y Paco Amoroso, Dillom, Airbag, Fito Páez y el grupo español Vetusta Morla. Y en medio de este vaivén de tendencias, La Casita del Blues demostrará una vez más que hay músicas que son para siempre.

“La realidad es que el Cosquín Rock sigue siendo el festival más rockero de la Argentina”, sorprende Palazzo. “Pero hay otra realidad que es igual de importante: si nosotros nos hubiéramos quedado en lo que a mí me gusta, hoy tendríamos un sólo escenario. La música fue para otro lugares. Tuve la posibilidad de ver recitales de artistas como Dillom y Trueno, y el comportamiento del público es similar a cuando íbamos a ver a Los Piojos, a Divididos o a Las Pelotas. Hay pogo, se cantan las canciones, hay previa, la gente se divierte. Ha habido una adaptación, por parte de los que programamos, a lo que está viniendo en todos lados. Eso hizo que los festivales se parezcan. Sin embargo, creo que Cosquín Rock es un festival que sigue teniendo mucha personalidad. Más allá de que haya incorporado a la música electrónica, al trap, al hip hop y a la música latinoamericana. En ese sentido, este año tendremos a Lila Downs y a otras perlas interesantes”.

Ciro y Los Persas. Foto: Leandro Teysseire

-¿Qué balance hicieron sobre la celebración de los 20 años de Cosquín Rock?

-Hubo varios análisis y uno de ellos tuvo que ver con el impacto económico que genera el festival. Hicimos muchos cambios para llegar al 2023 y se vienen varios más. Si bien la gente no los va a ver, estamos trabajando en eso. Realizamos una encuesta muy pormenorizada, y de ahí sacamos un montón de conclusiones que las volcamos en la grilla y en los servicios que habrá en esta edición. Escuchamos lo que nos dicen.

A pesar de todo potencial turístico que le inyecta el festival no sólo Córdoba, sino también a la Argentina, Palazzo explica que como gestor cultural no puede hacer mucho más que lo que hace. Necesita que los actores políticos locales y nacionales lo comprendan para generar estrategias. Una vez que cierra ese ítem, su actitud hiperactiva abre otra ventana: “Lo mejor que le puede pasar a la música en este momento es que los chicos vean a Skay y vayan luego al show de Trueno. Y sin ningún tipo de prejuicios. Esta es una época en la que te pueden gustar todas las cosas. Puedo programar a Dillom y a Ca7riel y Paco, pero también puedo programar a Divididos y a Las Pelotas, que tienen músicos que están por cumplir 70 años. Al igual que a Juanse, que tiene 60, a La Vela Puerca, No Te Va Gustar y Las Pastillas del Abuelo. Tanto lo nuevo como lo clásico tienen la misma importancia para nosotros. Lo que sí hicimos este año es no poner en el mismo horario estilos parecidos”.

El ex violero de los Redondos, la banda liderada por Germán Daffunchio, la delegación uruguaya y La Aplanadora del Rock (tendrá en Cosquín Rock una de las paradas de la gira con la que celebra 35 años de carrera) serán parte de los atractivos del escenario Norte. Donde también actuarán El Bordo, Jóvenes Pordioseros y Ciro y los Persas, entre otros. Al mismo tiempo que ellos redimirán la tradición del rock argentino, esta versión del festival será la primera en la que concienzudamente la organización apunta a cambiar la agenda del mercado musical internacional, con respecto a Sudamérica, en esta época del año. De eso dan fe las invitaciones a artistas como LP, Lila Downs, Tiësto y a la DJ belga Charlotte de Witte. “Muchos artistas no bajan en esta época porque son los Carnavales de Brasil. Por eso nos costó. Lo otro que hay que sincronizar es que el artista tenga otras fechas en la región”, justifica el productor. “Pero ahora, finalmente, dejamos de pagar derecho de piso”.