Cuatro días, con sus noches, duró este capítulo del extenso conflicto de la ex Cresta Roja, que fueron coronados con los trabajadores cantando bajo la lluvia durante la madrugada de ayer, cuando se enteraron que ese mismo día podrían volver a sus puestos. Tras una larguísima reunión en el ministerio de Trabajo, representantes gremiales del Sindicato de Trabajadores de Industrias de Alimentación (STIA) anunciaron en la puerta de la planta 2 de El Jagüel lo acordado tras el encuentro con representantes del gobierno y la patronal: la conciliación dictada consiste en la reapertura de la faenadora de pollos con los 51 trabajadores despedidos en sus puestos laborales, por un período de quince días. Además, la empresa se comprometió a pagar los sueldos adeudados y los días caídos. Con respecto a las indemnizaciones que aún les deben del período anterior de Rasic, se tratarán luego de finalizado el plazo de la conciliación.

“La tarde se hizo interminable ante una posición muy dura de la empresa, costó mucho destrabarlo pero se ha logrado la reincorporación de todos los trabajadores despedidos”, dijo megáfono en mano Darío Sánchez, y sus compañeros festejaron con gritos de triunfo. Llovía en forma torrencial sobre la autopista Ezeiza-Cañuelas, donde habían montado el piquete. Más tarde posteaban en las redes “ya estamos todos adentro faenando”. 

La posición de la empresa era no dar marcha atrás, tal como publicó PáginaI12, porque, según voceros de la agrupación Cresta Unida, el reingreso de este grupo de operarios implicaría “una derrota” en la carrera del gerente, Santiago Perea. Así fracasó el intento de estigmatizar a los despedidos como violentos, que el propio Perea había protagonizado al afirmar que “no eran trabajadores sino barrabravas”. Según la misma fuente, también habría dicho que ya no le “importaba la producción”, que ya hicieron “negocios y ahora hay que barrer a estos pibes”.

El miércoles pasado habían comenzado los rumores. “Che parece que van a despedir gente, anda la policía alrededor de la panta”. El jueves Proteinsa, una patronal ligada al macrismo, despedía a 51 trabajadores, cuya mayoría eran los representantes de base elegidos por sector para expulsar a la comisión interna, también alineada con el gobierno y la empresa. Estos “delegados de hecho” son quienes estuvieron al frente de la recuperación de las conquistas laborales, que los nuevos dueños pretenden eliminar, y la reincorporación de los que aún faltan ingresar a la empresa luego de la quiebra de la ex Rasic.