El domingo 4 de marzo de 1973, hace exactamente 50 años, comenzaba el campeonato Metropolitano de ese año. Y dos partidos centraban el interés mayor: como en el Nacional de 1972, en el Monumental River y Boca volvían a iniciar un torneo. Y en la cancha de Atlanta, en Villa Crespo, All Boys debutaba en Primera en el ciclo profesional ante el San Lorenzo bicampeón de Juan Carlos Lorenzo.

Pero la marca definitiva en la historia la dejó el que jugaron en Parque Patricios, Huracán y Argentinos Juniors. Ganó Huracán 6-1. Y fue un show de fútbol, un espectáculo para espíritus sensibles, galera y bastón. El punto de partida de uno de los mejores equipos de todos los tiempos, para algunos el mejor: el Huracán campeón de 1973, pensado, armado y dirigido por César Luis Menotti, es, todavía, una referencia ineludible cuando en la Argentina el fútbol se hace juego, emoción, belleza, identidad y pertenencia barrial.

"Por la propuesta, para mi fue el mejor equipo que hubo", dice con la distancia que otorga el paso de los años, Miguel Angel Brindisi, una de sus grandes estrellas. Y para que ese Huracán haya sido lo que fue y siga calando tan hondo en la sensibilidad futbolera, coincidieron varias coordenadas: la firme idea futbolística de un Menotti de 34 años, lleno de inquietudes, preguntas y respuestas, dos volantes notables, de características diferentes, pero ambos en el mejor momento de sus carreras como Miguel Brindisi y Carlos Babington, un centrodelantero guapo, velocísimo y goleador como Roque Avallay, otro volante como Omar Larrosa que ayudaba en la generación de juego, pero que también llegaba mucho al gol (de hecho fue el goleador de la campaña con 15 tantos), la experiencia y la personalidad de Alfio Basile apuntalando al equipo desde el fondo, la solvencia de Jorge Carrascosa como lateral izquierdo. Y un genio capaz de gambetear al viento: René Houseman

Menotti asumió como director técnico en Huracán el 2 de mayo de 1971. Por entonces era el ayudante de campo de Miguel Antonio "el Gitano" Juárez en Newell's y llegó en reemplazo de Osvaldo Zubeldía, cuyo ayudante de campo era Carlos Salvador Bilardo. Y en 1972, su trabajo empezó a dar frutos: Huracán salió tercero en el Metropolitano y en la zona B del Nacional, y convirtió al estadio Tomas Adolfo Ducó de Parque Patricios en una fortaleza: allí goleó 5-1 a Boca y 3-0 al campeón, San Lorenzo. 

En la pretemporada de 1973, Menotti lo dejó a ir al puntero derecho brasileño Marcos Pereira Martins, lo reemplazó por Houseman que venía de ser campeón de Primera C con Defensores de Belgrano. Y con los laterales cubiertos por el uruguayo ex Racing Nelson Chabay y Carrascosa, armó el equipo base que todavía sale de memoria: Roganti, Chabay, Buglione, Basile, Carrascosa; Brindisi, Russo, Babington; Houseman, Avallay y Larrosa. 

La primera rueda fue apabullante: goleó 6-1 a Argentinos, 5-2 a Atlanta, 5-0 a Racing, 5-2 a Ferro y 5-0 a Central en una actuación colosal que la hinchada de Central despidió de pie en pleno Rosario. Toque y toque por toda la cancha, lujos y goles, inspiración individual y funcionamiento colectivo. Sólo perdió 1-0 con River en el Monumental, una tarde en la que "Perico" Pérez, un especialista desde los doce pasos, le detuvo dos penales a Brindisi, y 4-1 con Boca en la Bombonera y se adjudicó la primera mitad con 25 puntos, a dos de Independiente.

El equipo se desmembró en la segunda rueda. Enrique Omar Sívori preparaba la Selección Argentina para jugar las Eliminatorias rumbo al Mundial de Alemania de 1974, y no tuvo mejor ocurrencia que llevarse a cuatro de los cinco delanteros: Brindisi, Avallay y Babington no estuvieron en las últimas doce jornadas, Houseman volvió antes. Y con los suplentes, ya no fue lo mismo: el equipo que goleaba pasó a ganar con lo justo 1-0 y sin brillar, o a empatar sin goles. Ya no hubo lugar para aquellos lujos, sólo para la eficacia: aún así salió campeón con 46 puntos, a cuatro de Boca. Fue el primero y hasta ahora único título de Huracán en el profesionalismo. Y así se lo celebró. En la cancha y en las calles de un barrio de bandoneón y pelota, el barrio de Ringo Bonavena. 

Tal vez no sea tan aventurado decir que Huracán del '73 fue el kilómetro cero del proceso que, cinco años más tarde, llevó a la Argentina a ganar su primer título del mundo.  En 1974, un año después, el propio presidente del club, David Bracuto, al frente de la AFA, nombró a Menotti al frente de la Selección Argentina que sería campeona mundial. En la historia del fútbol, ese Huracán de poetas y de locos fue un fogonazo. Pero su resplandor resultó tan fuerte que, 50 años después, todavía sigue encandilando los ojos de sus hinchas y la memoria futbolera de los argentinos.