El “homo ludens”, el que juega, es anterior al “homo sapiens”, el que piensa, y al “homo faber”, el que trabaja. El juego es el origen de la inteligencia compartida. A este mundo se ha venido a jugar. De hecho todo es un juego, la guerra, la política, las finanzas, y tal es el desconcierto en la realidad de hoy que el fútbol es lo más coherente que se vive en el sistema.

Cuando un futbolista se “integra” en el mundo “real” trae una enseñanza moral que ayuda a rebajar la vanidad de la especie. Una manera de devolverle a la vida lo que el fútbol le ha regalado. Cansado de repartir autógrafos Leo Messi se permitió un deseo: le pidió un autógrafo al juez Baltasar Garzón. Lo acaba de reconocer el propio magistrado: “Yo se lo pedí a él y él a mí”. Se conocieron en 2005, en un reconocimiento de personalidades destacadas en Ponferrada, España. 

El magistrado tenía por aquellos años una línea judicial abierta de cargos de delitos de lesa humanidad contra ciudadanos argentinos por la desaparición de civiles españoles durante la dictadura argentina de 1976-1983. “Muy tímido, me dijo que era un honor conocerme por las investigaciones que estaba llevando a cabo de la dictadura argentina sobre los vuelos de la muerte”. En ese marco de abril de 2005, la Audiencia Nacional española condenaba al represor Adolfo Scilingo a 640 años de prisión. 

En el año 1998, el Ministerio de Defensa español remitió a su juzgado una lista de altos oficiales del país que acudieron a Argentina en plena dictadura para recibir entrenamiento y compartir experiencias. Baltasar Garzón (Torres, Jaén, 26 de Octubre de 1955) fue magistrado del Juzgado Central De Instrucción de la Audiencia Nacional desde 1988 hasta 2012. Tuvo a su cargo la investigación de algunos de los delitos de mayor relevancia que se produjeron en España: crímenes de lesa humanidad, terrorismo de Estado, narcotráfico, corrupción política y delincuencia económica. 

El 22 de febrero de 2012 fue expulsado de la carrera judicial tras haber sido condenado por el Tribunal Supremo a once años de inhabilitación por un delito de prevaricación cometido durante la instrucción del caso Gurtel: un extenso entramado de corrupción económica del derechista Partido Popular. Las Madres de Plaza de Mayo decidieron acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para impugnar la “injusta e inmoral persecución” contra el juez. En agosto de 2021, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas exigió a España que borrara sus antecedentes penales y le ofreciera una “reparación integral al considerar arbitraria la sentencia".

Por su parte, Leo Messi se sumó en numerosas ocasiones a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, colaborando en la búsqueda de nietos desaparecidos. En 2014, el jugador se vio fotografiado con una pancarta en la que podía leerse “Resolvé tu identidad ahora”, junto a la presidenta Estela de Carlotto.

Todo sucede siempre por primera vez. En aquel encuentro Leo Messi y Baltasar Garzón contemplaron el mundo con los ojos del otro. Se unieron en un abrazo y en un par de autógrafos. En esa realidad desfigurada de polariza y vencerás, acabaron por encontrarse y descubrir un camino nuevo que no sabían que buscaban. Una imagen luminosa, cercana, contraria a las múltiples formas de extrema agitación de esta nueva ola ultra que copa las portadas.

(*) Periodista, ex jugador de Vélez, campeón del Mundo 1979.