Marcos López espera un remise. Estaba previsto para las dos pero ya se hicieron las dos treinta. Las tres. Mientras tanto, en casa de sus padres en Santa Fe, se estresa porque sabe que todavía no chequeó el material para la charla que, a las siete de la tarde, dará en el Auditorio de San Cristóbal de Rosario, en calle Santa Fe e Italia.

"Soy un maestro de la comunicación", le dijo al remisero mientras veían juntos la pampa húmeda, por la autopista Santa Fe‑Rosario. "El no me cree", confiesa. "¿Esta vez no tomaste el Flechabus y subiste al segundo piso, como solías hacer?", pregunto. "Eso lo digo y no sé si es cierto. No importa si es un coche o un micro. Importa que hablábamos de teléfonos celulares con el conductor mientras entrábamos a la ciudad y veía los carruajes de los crotos, pasábamos por Barrio Rucci, el estadio de Central. En cada cuadra quería bajarme para hacer fotos", cuenta el fotógrafo, que aprendió a representar la identidad de un país desde que sus padres empapelaban las paredes de la casa con flores. "De a poco dejaron de hacerlo --confiesa López--. Por la edad". Requiere un esfuerzo empapelar paredes.

Anunciada para la tarde del pasado jueves, la disertación de Marcos López en Rosario se enmarca en el 30 Aniversario del Concurso Nacional de Fotografía que organiza la Mutual del Personal del Grupo San Cristóbal, que en esta edición aniversario tendrá a la "diversidad" como eje, y a López como jurado. En su charla, Marcos versa sobre la teatralidad y la puesta en escena, y suma la presentación de videos que estuvo haciendo últimamente para Instagram. "Se superaron las expectativas", reconocen desde la Mutual: debido a la cantidad de asistentes, el encuentro debió mudarse al edificio del Círculo Médico.

En la tarde noche del jueves, entre saludos y formalidades, el fotógrafo de la compañía se acerca a López con la intención de hacer su labor de prensa. "Hagamos como que conversamos", propone Marcos. Inmediatamente, el artista, con el cartel de San Cristóbal de fondo, arma una pequeña escena con dos sillas y le ahorra trabajo al reportero gráfico. Luego, uno de los empleados del Grupo presenta a López. Y empieza el show.

"¡Esperá!". López interrumpe al presentador antes de que finalice su discurso, toma el mando del auditorio y pide a alguien del público que use su celular para grabar lo que iba a pasar: cuando el locutor termine por presentarlo y la gente aplauda, todo ese ritual quedará grabado en el iPhone e inmediatamente colgado en instagram.com/marcoslopezvirtual. "El vértigo de la comunicación nos ha vuelto locos, y eso me pone contento", dice el artista.

‑ ¿Había un guión para la charla de hoy?

‑ Hace años que vengo pensando en este tipo de actuaciones. El guión siempre se rompe. Todavía no sé por qué.

La función continúa. El artista cuelga sobre un cartel publicitario una lámina que él mismo diseñó, donde pequeñas islas fueron pintadas dentro de un mar inmenso. Colores verdes y azules nos invaden. Invita a fotógrafos del público a que le hagan una foto con el fondo detrás. Cuatro de los participantes bajan a tomarle una foto con su celular. La consiga, declara Marcos, "es que sepan encuadrar y tengan muchos seguidores en sus redes sociales".

‑ Le voy a preguntar por el hecho del "ser artista", por la construcción del personaje por fuera de su taller, el personaje gracioso y provocador que aparece en los medios hablando del arte o explicando su obra.

‑ Creo que soy como una especie de payaso. Un animador de fiestas infantiles. Me pregunto yo mismo por qué salió el actor, por qué a esta altura de mi vida dejé aflorar un showman. El mes pasado en Santa Fe dí una conferencia en el Teatro Municipal, donde tuve la idea de recitar la letra de la canción "Bombón Asesino" vestido de mujer y simulando una voz trágica. "Ella baila, se agita... dice que tiene un bombón y lo mueve".

‑ Teniendo en cuenta que el Instagram es un formato pensado para el registro, en su obra se ve otra intención, ¿dónde está la diferencia? ¿Dónde termina el registro y empieza la obra de arte?

‑ Mi intención es experimentar contenidos narrativos. Contenidos poéticos de reflexión cultural y poner el conflicto de la híper comunicación en el mismo Instagram. Es un mundo vicioso y yo mismo estoy todo el día con el iPhone. Imagino al espectador cuando hago contenidos, mirando fotos o videos que hice diez años antes con una cámara Hasselblad. Porque la calidad es la misma con el teléfono o la cámara.

‑ Instagram nos deja ver otro costado de su persona y su obra, la manera en que produce y elige qué mostrar. ¿Bajo qué conceptos trabaja los contenidos de su obra en las redes sociales?

‑ Le muestro a los espectadores mis errores, mi ansiedad; un lado B. Ahí me da complejos, culpa. Me prometo subir una cosa por día. Tengo el enemigo adentro mío que es la soledad y la angustia existencial. Me siento desesperadamente solo, atravesado por la pregunta "¡¿para qué carajo estoy en esta vida!? ¿Por qué no me están amando las 24 horas por día?". Pongo algo en Instagram para que me den likes, para parecer que estamos juntos. Se transformó en una necesidad.

‑ ¿El smartphone es un aporte para los fotógrafos?

‑ Puedo fotografiar un caballo con el barrio Rucci detrás y puedo editar y esperar a subirla mañana, y a veces lo hago y otras, no. Creo que todavía no tenemos consciencia de lo que está pasando con el uso del celular. Se trata de comunicar todo el tiempo. Creo que es como una droga. Más que un aporte diría que es un elefante adentro de una juguetería. Puso al alcance de todos la automatización, como el foco, la calidad del jpg.

El auditorio se llena de aplausos y risas, muchas. Marcos cuenta con gran humor. La gente pregunta por los videos. Marcos sigue explorando las identidades latinoamericanas, aquello que habla de lo nuestro. El fotógrafo responde a la platea: "Es una necesidad la cuestión expresiva, ni siquiera sé si me pone feliz. Cuando descubrí la fotografía, sabía que no lo iba a hacer como hobby". Todo lo que hace, declara López, lo hace con la misma pasión de siempre y una ansiedad que no puede controlar. "Los amigos de mi hijo, que tienen 18 años, me piden por favor que no suba más cosas al Instagram. Yo les hago caso, es para no cansar", recomienda.