El MUNTREF (Museo de la Universidad de Tres de Febrero) acaba de inaugurar la muestra “La poesía está en la calle” sobre el archivo de Miguel Ángel Lens. En simultáneo, la editorial de Blatt & Ríos acaba de lanzar Tu muchacho tan soñado, su poesía publicada (1980-2009). A 12 años de su muerte, la obra que Lens tejió en la marginalidad adquiere estatus central.

Cuenta la leyenda (es decir Alejandro Capua, alias “La Ricky”) que en los años ’80, en el local de telefonía y electricidad que tenía su familia en el barrio de Floresta, Miguel Ángel Lens (1950-2011) decoraba la vidriera atestada de artefactos polvorientos con pequeñas imágenes como estampitas de chongos semidesnudos

En ese gesto menor, pero subversivo, puede prefigurarse el arte que inmediatamente empezaría a desarrollar en el contexto represivo de la dictadura y la transición a la democracia. En plena primavera alfonsinista, Lens inició un largo derrotero por distintos tipos de agrupaciones de disidencia sexual, como la Coordinadora de Grupos Gays, el Grupo de Acción Gay, el Grupo Federativo Gay, la Hermandad de los Paraísos, el Grupo Pluralista y la CHA, entre otros. Luego de chocar con figuras como Jorge Gumier Maier (por su falta de experiencia militante) o María Felicitas Jaime (por su desparpajo marica a la hora de vestirse), Lens se dio cuenta de que su lugar no estaba en ninguno de esos centros, sino en la periferia y abrazó el camino de la independencia.

Alejado de las elites y los intelectuales, Miguel Ángel Lens desarrolló una militancia política y poética que conjugaba poesía y arte con reclamo social. En consonancia con la subcultura punk del D. I. Y (do it yourself: “hazlo tú mismo”), compuso un sinnúmero de volantes con estética fanzine que integraban mecanografía y dibujos y servían de vehículo para sacar la poesía a la calle. Repartidos o desparramados en manifestaciones como el "Día internacional de la dignidad homosexual" de 1985, o entregados personalmente a algún chongo codiciado, esos collages que el propio Lens llamaba “mariconadas anarco rococó” circularon de mano en mano al igual que sus libros de poesía, como resultado de una fuerza productiva marginal y popular. En la hoja, Lens volcaba una escritura-testimonio de la represión social y policial que pesaba sobre los homosexuales, en un contexto en que las fuerzas de seguridad eran una continuación de la dictadura por otros medios.

Alojado en el Archivo del Instituto de Investigaciones en Arte y Cultura Dr. Norberto Griffa (IIAC), dependiente de la Universidad de Tres de Febrero, el Fondo Miguel Ángel Lens se compone de cuatro tipos de documentos: personales (fotografías y postales); profesionales como artista visual y escritor (poemas, collages, dibujos, pinturas, cuadernos, maquetas y libros); profesionales como docente (de los talleres literarios que dictaba) y hemerográficos y de difusión (periodismo y prensa). 

La muestra “La poesía está en la calle”, con curaduría de Francisco Lemus y Mariano López Seoane y realizada con el apoyo de Trans.arch, se concentra principalmente en el segundo tipo y rescata material sensible muchas veces destinado a la efimeridad del momento. Allí se pueden ver volantes, collages y dibujos, como así también sus libros publicados e inéditos. El salto de su versión digital (que puede consultarse en la web del Archivo IIAC) a la concreción del objeto exhibido en vitrinas y cuadros, permite admirar el esplendor marginal y popular de los soportes empleados por Lens para su obra. Esta exhibición, junto con la edición de su poesía publicada, sirven como corolario para un proceso de exhumación y puesta en valor de un artista que siempre padeció la falta de reconocimiento oficial. Hoy, finalmente, sale a la luz la Poesía Gay de Miguel Ángel Lens.

¿Cuál fue el criterio curatorial de la muestra?

Mariano López Seoane: Como curadores nos preocupaban dos cosas. Primero: cómo exhibir piezas que no fueron pensadas para ser exhibidas, no en un sentido tradicional al menos. Lens creó numerosos volantes, ilustraciones y tapas de libros (muchos de ellos inexistentes), pero nunca mostró esos trabajos en un espacio formal. Tuvimos que pensar cuáles piezas destacar en las paredes, y en este punto es que entra nuestra segunda preocupación. Que tenía que ver con poner en primer plano el hecho de que Lens era ante todo poeta. Intentamos que esto no se perdiera de vista. Por eso hicimos una instalación sonora con Mariano Blatt, pero además organizamos unas vitrinas para exhibir los “dibujopoemas”, esas piezas en las que conviven palabras e imágen de manera íntima y fértil. Del mismo modo, exhibimos sus libros publicados y hasta la maqueta de uno de ellos (armada artesanalmente por él). Las piezas en la pared son aquellas en que hay una aparente emancipación de la palabra. Son piezas que se defienden solas digamos. Aunque la emancipación es parcial: los personajes de esa galería salen de sus poemas, son personajes reales o inventados, fruto de sus lecturas, de su relación con el cine y de sus noches y días de yire por las calles de Buenos Aires

¿Qué operación implica llevar la obra de Lens de la periferia (la calle, pero también la marginalidad) al centro (museo, archivo, mercado editorial)?

M.L.S.: Hay un paso clave en ese proceso que mencionás, una estación intermedia digamos, que es el ingreso de Lens al archivo. No sólo es importante mencionar ese paso (y agradecer a los responsables: sus amigos Horacio Menú, Nestor Latrónico y Alberto Retamar; el activista y archivero Juan Queiroz; el archivo de UNTREF) si no también preguntarse esta potencia del archivo en el presente, que no solo custodia y clasifica, y sitúa en la historia, sino que además autoriza, legitima. Tal vez sin este paso Lens no habría llegado ni al museo ni a la industria editorial contemporánea. Por supuesto, también llega por propios méritos: la obra poética y visual de Lens es un ejemplo brillante de cómo desde la disidencia sexual se exploraban posiciones políticas y opciones estéticas en la transición democrática. Ofrece, en este sentido, un complemento a trayectorias más transitadas, como las de los artistas que se reunirían en los 90s en el Rojas.

¿A qué creés que se debe la importancia de un archivo como el de Miguel Ángel Lens y por qué pensás que ese reconocimiento llega hoy y en este contexto?

M.L.S.: Creo que las obras de Lens encarnan muy bien esa búsqueda de emancipación cultural y sensual que se vive después de la dictadura, y lo hace de un modo muy personal, creando una mezcla muy propia entre los grandes éxitos de la alta cultura marica (fassbinder, genet, bowie) y la codificación de la aventura de la calle que le ofrecen el tango y el rock. Con esos dos repertorios el estetiza una experiencia que le es central personalmente pero que también es central para su generación: el yire. Hay algo ahí muy potente, sobre todo para un presente que un poco ha perdido esa experiencia. De algún modo es un artista que entraría perfecto en la galería que arma José Esteban Muñoz en Cruising Utopia.

La muestra Miguel Ángel Lens: La poesía está en la calle se puede visitar en MUNTREF, Hotel de Inmigrantes, Avenida Antártida Argentina sin número (al 900), entre Dirección Nacional de Migraciones y Buquebus. Ingreso por Apostadero Naval, Puerto Madero. De martes a domingos, de 11 a 18. Desde el 11 marzo hasta el 14 de mayo. Entrada gratuita.