Cuando se refiere al público argentino, Polo no lo hace con palabras. Su cara lo dice todo: no puede creer tamaña intensidad. El rostro que estampa es de quien jugó con fuego y se quemó. Hace unos días estuvo en Chile y pronto experimentará lo que pase en Brasil, pero lo que vivió acá superó la realidad. Y sigue gozando ese momento.

Luego de su performance del domingo en el escenario Alternative de Lollapalooza, Polo & Pan protagonizó este martes el último sideshow del festival, que fue el primero en agotarse, meses atrás. Por lo que en la entrada de Niceto Club hubo trasnochados que no alcanzaron a hacerse de un ticket y que ofrecían fortuna por ser parte de la oda al dance floor más picante del planeta Tierra esa noche.

La última vez que se vio algo similar en la sala de Palermo fue en el debut local del productor y DJ canadiense Kaytranada en 2016. Al igual que en aquella ocasión, vino gente de todo el país y hasta de Paraguay. Todos locos por el baile. Aunque también vale la pena rescatar el live set que consumó el ecuatoriano Nicola Cruz ahí mismo, tres años más tarde, justito antes de despegar para siempre.

Una vez dentro, alguien llegó a decir que el dúo parisino fue la banda de sonido de su pandemia. ¡Alta fiesta que se pegó durante el encierro! Cada uno de los que estaba ahí tenía su propia historia para contar sobre lo que le pasó con la dupla.

► Polo & Pan; pan y circo

Si el sideshow fue promocionado como dj set apenas se puso en venta, su paso por el Hipódromo de San Isidro era un enigma. No había mucha idea de lo que iban a presentar. Ni tampoco del formato. Las referencias visuales que tiene la mayoría acá, previo a este desembarco, son esos dos memorables Cercles (serie de streamings, a lo Boiler Room, pero con el refinado gusto francés) que encararon. Uno en una carpa de circo.

Y aunque la actitud con la que llevan adelante sus sets es muy parecida a lo que se ve ahí, como explica Paul Armand-Delille (Polo), por otro lado no se recuerda en Buenos Aires algo similar a lo que Polo & Pan preparó para la tercera jornada de Lolla AR. Lo más cercano, con ese acento francés, lo encarnaron Daft Punk y Air en sus únicas visitas al país.

Tras una espera de 10 minutos a raíz de problemas técnicos, que despertó el fantasma de la cancelación entre el público, el binomio apareció con una performance que se llevó el premio a la elegancia y la exquisitez en el festival. Arrancaron con Come, incluido en su último álbum, el pistero Cyclorama (2021). Y le secundaron Lorenzo in Sicilia, con dedicatoria de Polo al público, escoltado por su remix de E preciso perdoar, clásico de João Gilberto.

Entonces salió a escena la "Mariana" -en alegoría a ese símbolo tan francés- del pop de la nación europea, Victoria Lafaurie: vocalista invitada y artífice de un manejo de escena hechicero. Si bien Polo ya había tomado el micrófono para cantar, seguido por Victoria, Pan también tuvo la oportunidad de hacerlo. Y con esas visuales de impronta kitsch, como cuarta pata de su puesta en vivo, siguieron repasando su obra.

Avanzaron con Attrape-rêve, de su último álbum. En tanto que Mexicali forma parte del primero, el fabuloso Caravelle (2017), que contiene otros dos temazos que sonaron esa noche: Dorothy y Nanã. Mientras que Gengis compone su EP Feel Good (2020) y Jacquadi es lo más insular de su producción debido a su minimalismo.

Así, Polo & Pan demostró que puede ser lo que desee, sin perder su identidad. Desde oscuro hasta tropical, pasando por legatario de Giorgio Moroder y del french touch. Con ese groove narcótico como motor. De lo que dan fe el himno Canopée, su technoso From A World To Anothe, y el flamante single Charanga.

Al despedirse con ese tema, a la dupla ya le colgaba la chapa de revelación del evento para los que no lo conocían. Mientras que para sus fans la espera había sido infinita.

Polo & Pan en Lollapalooza | Foto: Alejandra Morasano

► La comunicación performática

Dos días después de clavarla al ángulo, en el ínterin de la previa del DJ set, Polo se encontró con el NO en Humboldt, la sala Lado B de Niceto Club. El artista (cuyo apócope se desprende de su alias solista, Polocorp) es sobre todo alto pero también amable, de habla expeditiva, trato cariñoso y da la sensación de que la tiene clara acerca de su lectura de las cosas.

--Por fin llegaron a Buenos Aires. ¿Por qué demoraron tanto?

--Venimos deseando estar en Sudamérica hace tiempo. Especialmente porque nuestra música está muy conectada con Latinoamérica. De Argentina, sabíamos mucho de su público porque en los últimos tres años recibimos mensajes en los que nos preguntaban cuándo íbamos a venir. Y hasta hubo gente un poco molesta queriendo saber "¿Por qué diablos nunca estuvieron en Argentina?". Sin embargo, estuve acá hace 10 años: la esposa de mi padre es argentina.

--Entonces sí tenés una idea de cómo es la idiosincrasia aquí.

--Naturalmente, estoy muy conectado con esta cultura. Entiendo que hay un fuerte vínculo franco-argentino que se remonta a 100 años, en términos de arquitectura e intercambios musicales. Para nosotros es una situación familiar. Por eso disfrutamos de cada minuto. Hasta ahora, el público ha sido increíble con nosotros. Hay algo especial acá. Es el comienzo de una historia hermosa con Argentina.

--Vienen con Cyclorama, un disco más clubero. ¿Qué pasó?

--No fue una elección consciente. El proceso de creación de Caravelle fue muy diferente porque nadie nos conocía. Tuvimos mucho tiempo para hacerlo. Tal vez esa sensación de relajación proviene de ahí. El nuevo tiene más energía porque estábamos de gira, y al mismo tiempo pensábamos en hacer música nueva. Actuar frente a grandes audiencias inspiró un poco el sonido del nuevo disco. Es toda una experiencia aprender a comunicarnos con el público, a tal punto de que algunos de los tracks se alimentaron de eso.

--¿Cómo se viene el nuevo disco?

--Llevamos nuestras computadoras a todas partes, siempre estamos componiendo. Tenemos nuestro estilo, nuestra forma de explorar. También evolucionamos desde que apareció el primer disco, y estoy seguro de que habrá cambios en el próximo. No tenemos una perspectiva real de cómo será. Sí puedo hablar de Caravelle, porque salió hace cinco años. Simplemente tratamos de hacer buenas canciones.

Polo perdido entre la gente del sideshow en Niceto Club | Foto de prensa por Cata Almada

--Llamó la atención de su live set que salieran a cantar sus temas.

--Es parte de nuestro ADN. Supongo que teníamos la opción de hacerlo. A diferencia de otros proyectos, lo que hacemos es más orgánico. Además, ambos componemos. Disfrutamos mucho de la musicalidad de los idiomas. Nos pasa con el francés, el español y el portugués.

--¿De dónde conocen a Victoria, la cantante que estuvo en Lollapalooza?

--Somos amigos desde hace muchos años. Alex (Pan) y yo pasábamos música en el club Le Baron, del que éramos residentes, y Victoria solía ir allí. Es amiga de amigos. Así como sucedió con mucha gente que hoy es parte de nuestro mundo, ella tenía la técnica, y Alex la conoció y la invitó a colaborar con nosotros.

--¿Cómo llegaron a consolidar esa propuesta sonora tan personal?

--A Alex le encantan las buenas canciones pop, y yo soy más bien del palo de la música sagrada. Anteriormente grabé en la India y Marruecos. Alex es perfeccionista, y yo soy más bien complejo, místico y espiritual. Si bien amamos la música, venimos de lugares diferentes. Eso nunca nos apartó de nuestra identidad. Uno de nuestros puntos fuertes es la fascinación y el respeto del uno por el otro, por más que tengamos puntos de vista diferentes.

--¿Por qué pensás que son tan exitosos los dúos franceses de música electrónica?

--La verdad es que no lo sé. Más allá de la escena francesa, hay otros casos que son geniales. Mi dúo favorito de productores de música electrónica, por ejemplo, es Red Axes, y son de Israel. En ocasiones, dos personas son más poderosas. La parte derecha del cerebro conectada puede hacer muchas cosas, al momento de arreglar y producir.

Pan y Polo, Polo & Pan, desde el escenario de Niceto Club | Foto: Cata Almada

► El beat de nunca jamás

Alexandre Grynszpan, quien antes de conocer a Polo llevaba una carrera con el alias de Peter Pan, se prepara en el camarín mientras su compañero de fórmula recuerda que en 2023 se celebran los 10 años de Polo & Pan. "Empezamos en la música como dos personas diferentes, y acá estamos", cavila Polo. "Nos queremos, y amamos lo que hacemos. Al igual que sucede en una pareja, pasan tres años y te tenés que enamorar de vuelta."

--A veces uno va en una dirección diferente a la del otro.

--Hablamos mucho al respecto. Tenemos un enfoque psicológico muy interesante para nuestra relación. Tanto al momento de elegir el título de un álbum como al venir de gira para Sudamérica. Todo esto sigue siendo un sueño.

--Cuando vuelvan a Francia se van a encontrar con un país revolucionado.

--Somos bastante apolíticos, por lo que no tengo una opinión sobre lo que está pasando. Lo que sí te puedo decir es que hoy la música no tiene el mismo poder que en los '60 o '70. Nuestra responsabilidad como artistas es hacer música real, con letras reales. Si querés cambiar el mundo, tenés que hacerlo a través de una app.

Minutos más tarde, Polo & Pan hacen acto de presencia de Niceto Club. La ovación es grande. Muy grande. A un tris del fervor. También las expectativas. Aunque ellos van soltando la cuerda cadenciosa y progresivamente. Comienzan con ese beat andino que Nicola Cruz (del que son fans confesos) supo patentar. Y de a poco van prendiendo la mecha hasta que entran en calor con un plan más de club.

Se trata de una propuesta siempre en construcción, a medio camino del desmadre y del control. Sonaron muchos tracks de otros, como Bom Dighi Bom (de Denis Ago), Bielizinho e incluso hubo cabida para un California Dreamin'. Pero no deja de ser un set del tándem, donde establecen su nuevo orden del dance mediante Dorothy o Pili Piili. Hay quien se indigna porque no tocaron más temas de su autoría. Y así son los DJs set. Un todo vale.

Luego de dos horas y un par de amagos de irse, Polo y Pan bajan a poguear con el público, mientras su equipo de trabajo baila arriba. Es la confirmación del nacimiento de un nuevo idilio.