En un nuevo aniversario del Golpe de Estado de 1976, el plantel de Racing de fútbol femenino, acompañado por Carmen Ramiro de Guede, Madre de Plaza de Mayo, visitó en Avellaneda el Espacio de la Memoria donde funcionó el CCDTyE, conocido como "El Infierno" e ideado por la mente macabra del represor Miguel Etchecolatz.

"La verdad que la recorrida es bastante dura, pero real. Fueron cosas que sucedieron, que quizá nosotras, las nuevas generaciones, tenemos que aprender y estar cercanas porque son hechos que no pueden volver a repetirse", dijo durante el recorrido Luana Muñoz, subcapitana del equipo.

La defensora, de pasos por River, UAI Urquiza y el fútbol universitario de Estados Unidos, agregó: "La historia hay que conocerla para que no se vuelva a repetir. Por más que sea duro, difícil, que se sienta el aire denso del lugar y que te duela un poco el pecho, es un recorrido necesario para afrontar lo que sucedió porque es parte de nuestra historia como argentinos y argentinas".

(Télam)

Parte del edificio conocido como "El Infierno" fue utilizado entre 1976 y 1978 como centro clandestino de detención, tortura y exterminio bajo la órbita militar del Comando Zona l, Sub-Zona 11, Área 112 y además fue parte del Circuito Camps.

Luego, hasta 2016, se asentó allí la Brigada de Investigaciones de Lanús, bajo la dependencia de la Dirección de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

Las jugadoras de Racing pudieron observar los lugares donde se torturaba a los desaparecidos y los calabozos de 1,50 por 2 metros sin ventilación, luz, ni acceso al agua donde encerraban hasta a ocho personas.

También escucharon relatos sobre las violaciones que sufrían las detenidas por parte de los represores y las ejecuciones sumarias que luego se hacían pasar por enfrentamientos.

Las investigaciones del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) determinaron que los restos de algunas de las víctimas de esos fusilamientos fueron ingresados como "N.N."en el sector 134 del Cementerio de Avellaneda, donde fueron encontrados más de 300 cuerpos.

La mayoría de las personas inhumadas de este sector fueron víctimas del circuito represivo dependiente de la Dirección de Investigaciones de la policía bonaerense, de la Subzona 11 y del centro clandestino El Vesubio, que estaba bajo el comandado del general Ramón Camps y secundado por su mano derecha Etchecolatz.

Según algunos sobrevivientes, en "El Infierno" también había personal militar, ya que dependía del Regimiento III de Infantería de La Tablada.

Según Claudio Yacoy, secretario de Derechos Humanos de Avellaneda y quien estuvo presente en la recorrida, la importancia de la visita radica "en la posibilidad de seguir teniendo vigente el ejercicio de la memoria colectiva popular, recordar lo que tocó atravesar como sociedad y seguir la búsqueda de la verdad ante tanta mentira que se ha dicho sobre el genocidio ocurrido en Argentina".

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"Hoy tenemos la posibilidad de pensar, de reflexionar, de generar políticas públicas que permitan garantizar que esto no se repita más. Por esa razón, reiteramos la importancia de recorrer estos lugares y tener en claro que la democracia por más imperfecta que sea es mejor que cualquier forma autoritaria, dictatorial", resaltó Yacoy.

Tras la visita, la Madre de Plaza de Mayo Carmen Ramiro de Guede, más conocida como "Tota", que tiene desaparecidos a su esposo, un hijo y a su nuera embarazada, explicó lo que significa el pañuelo blanco, símbolo de la lucha contra la represión dictatorial.

"En octubre del '77 decidimos ir a la caminata a Luján y, para reconocernos, para saber quién éramos cada una, decidimos por idea de una madre, llevar un pañal, que era blanco, de tela. Es que todas las madres guardábamos uno de nuestros hijos. Escribimos los nombres y la fecha de desaparición. Después lo seguimos usando porque socializamos la maternidad ya que íbamos a ser Madres de los 30.000", recordó Tota.

Y continuó: "Siempre nos preguntan qué sentimos las Madres cuando nos ponemos el pañuelo en la cabeza. Cada vez que lo vamos a atar sentimos que es un abrazo que nos damos con nuestros hijos y cada vez que lo hacemos decimos: 'Acá estamos hijo'".