Uno de los interrogantes que provoca la lectura de Conversaciones sagradas / Sacre conversazioni, poemario que surgió de una experiencia de escritura compartida entre María Lanese y Antonio Pinto durante la pandemia y sus cuarentenas, es si la poesía constituye un diálogo. Sagrada o profana, la conversación poética se puede entablar con los amigos, con los poetas del pasado y los lectores del futuro; incluso es posible mantener un coloquio silencioso, atónito, con los muertos. Ambos autores son italianos; Lanese, cuya familia de campesinos emigró a la Argentina en 1949, reside en Rosario y Pinto, que vivió en Buenos Aires entre 1984 y 1989, en la ciudad italiana de Lecce. Se conocieron en 2013, cuando la escritora preparaba ediciones bilingües (en italiano y en español) de sus libros de poesía.

“Con Antonio venimos trabajando en las versiones en italiano de mis obras desde la publicación de mi primer libro bilingüe, Ancora, en el que intervino corrigiendo mi intento de ensayar una muy defectuosa versión propia en mi lengua materna –cuenta la poeta, cantante y psicoanalista–. La idea de un libro conjunto surgió a partir de una ocurrencia de Antonio frente a mi ‘parálisis de escritura’ durante el primer año de pandemia. Su propuesta fue enviarme poemas, desafiándome a responder con un poema mío, aludiendo al suyo, de acuerdo a lo que sus escritos me provocaran”. Así se estructura el libro: cada poema en italiano y en español de Pinto (que aparece en cursiva) tiene como contrapunto una “respuesta en verso” de Lanese, en letra redonda; en la sección “Versos profanos”, es la escritora quien desafía a su amigo.

“Sentado al borde de la trama móvil de la existencia cotidiana / espero una señal”, escribe Pinto en “Predicciones”; “Al borde de la trama / de la existencia / confío en el vuelo de las aves / para encontrar un rumbo”, reescribe Lanese. Como dice la autora, “todo se fue componiendo como un juego que nos mantuvo trabajando, descubriendo, sorprendiéndonos, disfrutando de lo que íbamos encontrando de nosotros”. El ritual de escritura compartida durante el encierro duró casi un año. “Ambos escribimos los poemas en las dos lenguas, y cada uno mejoró la versión del otro, Antonio mi italiano y yo su español “.

“Conozco a María desde hace casi diez años, cuando una amiga en común me habló de una poeta argentina que buscaba a un italiano que conociera el español y la ayudara en la traducción de sus poemas en italiano –dice Pinto–. Ninguno de los dos hubiera supuesto, por aquel entonces, que ese acontecimiento transformaría nuestras vidas en una colaboración que sigue manteniéndose hasta el presente. Ante la propuesta de escribir juntos un libro, no tenía idea si para mí, un simple traductor de poemas de otra autora, hubiese sido posible. Sin embargo, María intuyó algo de mi talento, sostenido por un buen conocimiento de obras literarias y por una gran sensibilidad hacia el arte pictórico. No tengo duda en afirmar que el resultado final de todo este esfuerzo ha sido para mí casi terapéutico, porque me siento transformado en otra persona, una persona que mira a sus propios semejantes con mucha clemencia”.

Pinto se define como un poeta visual, porque varios poemas suyos están inspirados en obras de arte, como “Aquelarre”. Para escribirlo, se basó en la pintura Vuelo de brujas, de Francisco de Goya. A su vez, Lanese respondió con “Noche de brujas”: “Efectivamente / ¡acá estamos las chifladas! // Afilando nuestras voces / inflamando tu piel / con nuestro aliento”. Incluso el título de Conversaciones sagradas / Sacre conversazioni proviene de un género de la pintura religiosa del Renacimiento italiano, en el siglo XV, en cuyas obras aparece la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, conversando amablemente con santos, religiosos y fieles. La mística de la poesía también atraviesa épocas y acorta distancias.

Conversaciones sagradas / Sacre conversazioni

María Lanese y Antonio Pinto
Ediciones Diotima