A la salida de la sala Area623, con las escenas y los diálogos de la pieza teatral ¿Quién es Dostoievski? todavía frescos, un hombre de cuarentaypico le comenta a quien parece ser su pareja: "lo que no se termina de saber es si esta obra es de izquierda o de derecha..." La respuesta de la mujer sube la apuesta de la ambigüedad ideológica y despierta la carcajada de quienes la escuchan, como si fuera una suerte de epílogo del espectáculo: "si no sabés si es de izquierda o de derecha, entonces debe ser peronista...". 

¿Quién es Dostoievski? es una obra tan hilarante como incómoda. La risa es aquí producto de la complicidad, a veces vergonzante, otras veces identificatoria, con un cúmulo de situaciones "incorrectas". El argumento es simple y absurdo: en una sala velatoria solo tres familiares están despidiendo a un esposo y padre de dos hijos. Un clima de fría naturalidad acompaña la despedida. Hasta que una protesta gremial decide tomar el edificio de la sala velatoria e impedirle a todes la salida. La esposa del muerto, Mabel (Lili Bucay), conoce a Mariano (Juan Cereghini), líder de la protesta y dirigente del PO, que en cuestión de minutos le abre la cabeza a la lucha revolucionaria después de haber sido un ama de casa apolítica durante toda su vida. Los hijos de Mabel, Luisito (Sebastián Femenia) y Andrea (Rocío Carrillo, la autora de la obra) reaccionan indignados y replican varios de los clisés gorilas de un sector de la clase media argentina, pero también se muestran atravesados por contradicciones y fragilidades.

El espectáculo, que se puede ver los viernes a las 22 en la sala ubicada en Pasco 623, está dirigido por Leo Bartolotta y se trata, en rigor, de un reestreno: en 2017 había tenido una primera puesta tras haber ganado el premio municipal de dramaturgia. En diálogo con PáginaI12, Carrillo hace alusión a la anécdota referida al comienzo de esta nota: "este tipo de comentarios de la obra son los que más me gustan, el que no puedan encasillarla en un perfil ideológico. Considero un gran mérito no bajar línea en un texto porque uno pone al espectador en un rol activo, si fuera un panfleto sobre mi ideología que, por supuesto, la tengo, sería un plomo la obra y estaría subestimando al espectador. Igual, como siempre digo, la ideología del autor por algún lado se vislumbra, el tema es no intentar mostrarla".

La dramaturga cuenta que la imagen disparadora para iniciar la escritura de esta obra fue el velorio de su propio abuelo, que se hizo solo porque era gratuito y tampoco fue nadie. 

-El humor negro suele estar asociado a la muerte y aquí es más que evidente en ese sentido. Pero en tu obra, esa "negrura", en forma de acidez, también se percibe vinculada a otros tópicos, como el amor, los vínculos familiares y hasta la diversidad sexual. 

-Sí, entiendo que el humor negro también tiene que ver con el hecho de tratar ciertos temas desde el lado oscuro como la violencia en los vínculos familiares, el amor al que no nos atrevemos y convertimos en artificio, la libertad en la elección sexual que sigue siendo difícil para ciertas generaciones. Y la acidez en lo dicho, el chiste incorrecto, es lo que lo vuelve negro.

-¿Te planteaste el tema del verosímil o precisamente buscaste lo hilarante que surge de situaciones absurdas?

-Yo doy clases de dramaturgia y el verosímil en una obra se determina por el contexto. Obviamente hay ciertas cosas que suceden en la obra que en la realidad serían inverosímiles pero que en la ficción y en el contexto de la obra (estilo, planteo) son totalmente verosímiles. Y justamente el poder cruzar ese límite es lo que genera el estallido en el espectador. La sorpresa en la comedia es indispensable y esta obra busca lo bizarro, el límite de lo impensado.

-¿Cómo surgió el personaje de Mabel?

-Está inspirado en mi abuela, era una mujer sin ideología propia, que seguía el discurso de su marido sin mucha idea de lo que repetía. Vengo de una familia muy peronista, muchas de las cosas que se nombran son ciertas pero el ejercicio fue preguntarme “qué hubiera pasado si...”, y así fue que la puse a mi querida abuela a liderar una protesta gremial. Le dí el destino que yo hubiera querido para ella, una mujer que se rebela. Esa pequeña venganza con la realidad que tenemos los que escribimos ficción.

-Quizás desde una mirada antipolítica, el personaje del militante trotskista, con su dogmatismo a cuestas, no queda muy bien parado. Sin embargo, el final de la obra lo redime, o al menos reivindica su filosofía de vida resumida en una idea de Dostoievski.

-El personaje de Mariano es una parodia, claramente, de los militantes de izquierda. Yo me crié en San Isidro, estudié en la facultad de Sociales y crecí en una familia peronista. Reírme de todos, de mi propia ideología y a su vez humanizar cada una de ellas, es lo que mejor hace la obra; y Dostoievski reúne en sus personajes todas las miserias, vanidades y deseos de gloria que estos seres humanos persiguen y por los que, a veces, hasta llegan a dar su vida.