A través de Facebook e Instagram se producían los acercamientos a los futbolistas menores de edad que vivían en la pensión de Independiente. Aprovechaban que los jóvenes tenían sus cuentas públicas y que sus redes sociales eran un lugar que usaban para lucirse frente a sus pares, poniendo sus fotos con la camiseta del club o incluso en cuero. 

Les escribían a todos y su modus operandi de captación consistía en hacerse pasar por representantes. Muchos sitios no oficiales de los equipos del fútbol argentino comparten formaciones de las inferiores y las incidencias de los partidos, con lo cual el señuelo era comentarles que los habían visto hacer un gol o defender bien en determinado partido. 

De base tenían tema para sacarles y rápidamente les pedían sus teléfonos. Les ofrecían botines, plata u objetos de valor para poder generar un encuentro. Eran conocedores del tema y apuntaban principalmente a los más vulnerables, a quienes venían de los lugares más inhóspitos y no tenían representantes.

Si bien desde la pensión se trabajó el tema de los cuidados en las redes, por el hecho de ser menores y de cuidar su privacidad, también es cierto que estos espacios de socialización digital eran ideales para conocer alguna chica o chico, y contrarrestar la sensación de encierro que se vivía en la pensión. 

Para contextualizar la situación, basta entender que el permiso de salida que tenían para los fines de semana -que estaba autorizado por sus padres con firma de escribano de por medio- lo usaban quienes podían ir a la casa de algún familiar y con suerte después a un boliche alguna vez. Pero la gran mayoría no tenía plata para ese paseo. Y si bien el club organizaba salidas recreativas los fines de semana, para los más humildes era difícil pensar en algo más.

La puerta de entrada al complejo de Villa Domínico. Imagen: Alejandro Leiva.

El otro tema de gran complejidad era la dificultad para hablar de sus sentimientos más puros, de lo que realmente les pasaba internamente. Para quienes estaban lejos de su familia, de su casa y de sus amigos mucho más. Su único contacto con el "mundo exterior" era a través de su teléfono y las redes. 

Ese era su refugio, el momento de escape a situaciones muy estresantes, porque su vida arrancaba 6.30 o 7 de la mañana (y antes en el caso de los arqueros). Desayunar, entrenar, bañarse, almorzar e irse a toda velocidad a la escuela. Algunos salían a las 17.30, otros 18.30 horas. Luego volvían, hacían alguna tarea o estudiaban, cenaban y su día terminaba cerca de las 21. Jornadas más largas que la de muchos adultos y con múltiples incertidumbres a cuestas.

“Hay jugadores que tienen que esperar muchos años para tener una oportunidad en Primera y otros que nunca la tienen, considerando que sólo tres o cuatro de 100 logrará convertirse en profesional viniendo desde la pensión. Los vendedores de ilusiones lo saben, y les prometen botines que no pueden comprarse y les dicen que quieren representarlos. La tentación es muy grande. Porque la mayoría empieza a pensar qué harán de grande cuando están cerca de terminar la secundaria, pero en el caso de estos jóvenes y tantos otros dejaron sus casas a miles de kilómetros a los 11, 12 o 13 años. No están psíquicamente preparados para decidir qué quieren ser. Y en el medio le entran un montón de dudas, se lesionan, no juegan, piensan si está bien lo que están haciendo y cómo deberían hacer para llegar lo más rápido”, contó Fernando Langenauer, quien coordinó la pensión de Independiente entre 2015 y 2021.

Lejos de una primera lectura simplista de lo que pasó en la institución que presidía Hugo Moyano desde julio de 2014, este Licenciado en Ciencias de la Educación importó un proyecto de articulación pedagógica que anteriormente había aplicado en el fútbol amateur de Vélez. El había detectado que no había un seguimiento pormenorizado entre los adultos que compartían el día a día con los chicos. Entonces podía pasar que un pichón de crack la rompiera en el verde césped, pero flaqueara en la escuela o no comiera bien.

“Empezamos un trabajo a través de un equipo interdisciplinario en el que yo era el nexo y tenía contacto con todos los adultos que pasaban por la vida de esos chicos: entrenadores, coordinadores educativos, cocineros, la recepcionista de la pensión que los despertaba a diario, los padres y los captadores. Esa era la mejor forma de optimizar la información de cada uno. Era un trabajo articulado e integrado”, sumó. Esa metodología de trabajo, además de eliminar la repitencia que era de casi el 95% por aquel entonces, sirvió de red de contención para que los jóvenes se abrieran y la verdad empezara a salir a la luz.

Así fue como un integrante de su equipo se acercó preocupado a contarle que le habían comentado de una propuesta de acceder a realizar algún tipo de favor sexual a cambio de dinero. Jugando a mentira-verdad le dijeron a uno de los chicos, de 14 o 15 años en ese momento (categoría 2003), que sabían lo que había hecho, que no lo iban a retar, pero que estaban al tanto de que había ido a encontrarse con un adulto. 

Eso bastó para que contara con quién había ido y a dónde. También dio nombres de otros compañeros que estaban pasando por lo mismo. “Lo primero que hice fue hablar con los integrantes de mi equipo. No podían creer lo que pasaba, fueron momentos de llanto y de mucha incredulidad. Porque eran chicos que conocíamos hace tres años y ninguno se imaginaba que algo así podía pasar”, agregó Langenauer.

A los dos días hicieron una reunión grupal, con presencia de nueve adultos y cerca de 60 chicos de entre 13 y 19 años de la pensión, les explicaron que las personas que los contactaban estaban incurriendo en un delito y les pidieron que confiaran en ellos. Se vivió un clima de tensión, mientras algunos se reían de lo que contaban y hacían chistes a otros se los veía visiblemente preocupados y nerviosos. 

Se informó a la coordinación de las Divisiones Inferiores a cargo de Fernando Berón y a las autoridades del club y se decidió realizar la denuncia. Un hecho prácticamente inaudito en la historia del fútbol argentino que rápidamente se adueñó de todos los medios de comunicación. A nivel político, era el momento de enfrentamiento más duro entre Mauricio Macri, Presidente de la Nación, y el secretario general del Sindicato de Camiones devenido en dirigente deportivo. Con lo cual una denuncia que debía ser privada tomó estado público a gran velocidad. El mismo día 21 de marzo de 2018 todos los medios de comunicación daban cuenta de una noticia que recién al día siguiente llegaría la Fiscalía. La misma policía se había encargado de filtrar a la prensa lo que había pasado.

“Nosotros ya teníamos los nombres de las personas acusadas (sin sus apellidos), sus teléfonos y sus respectivos barrios. Las siguientes tres semanas fueron de acompañar a los chicos a los protocolos médicos, a los judiciales y a los espacios terapéuticos especializados en temáticas de abuso. Todo el equipo redoblando la cantidad de horas, con mucho acompañamiento dirigencial. Hubo que traer familias para que acompañaran a sus hijos, conseguir hoteles, pasajes de micro y de avión. El club se hizo cargo de todo eso y ninguna familia sacó a su hijo de la pensión. Las familias estuvieron todo el tiempo informadas, tranquilas e incluso agradecidas, porque nosotros lo que hacíamos era aclarar. Les decíamos que si querían escucharan la televisión, pero que eso no tenía nada que ver con lo que realmente estaba pasando”, explicó este educador que se animó a implementar un novedoso modelo de educación no formal primero en Vélez y luego en el club de sus amores.

Los chicos vivían en la pensión del club. Imagen: Alejandro Leiva.

Sin titubear, la fiscal Soledad Garibaldi avanzó con la investigación y consideró que eran al menos 15 los chicos afectados y seis los participantes del abuso sexual agravado, explotación sexual, promoción de la prostitución y corrupción de menores, con penas de hasta 15 años de prisión por los encuentros que se habían dado entre 2013 y 2018. El mismo mes que explotó la causa (marzo de 2018) fueron detenidos de manera preventiva los acusados: el ex árbitro Martín Bustos, los supuestos representante Alberto Ponte y Alejandro Carlos Dal Cin, Juan Manuel Díaz Vallone que organizaba torneos amateurs, Silvio Fleyta un adulto que habría pagado a menores por prostituirse y el relacionista público Leonardo Cohen Arazi, quien volvió a quedar en el centro de la escena recientemente a partir del procesamiento de Marcelo Corazza de Gran Hermano.

Al cabo de seis meses recuperaron su libertad cuando la Cámara de Apelaciones cambió la carátula de la causa y sólo mantuvo la figura de delito de corrupción de menores. Luego se produjeron diversos vaivenes que fueron demorando la elevación a juicio, hasta que se le terminó de asestar el golpe definitivo cuando a fines de 2021 el Tribunal Oral 3 de Lomas de Zamora junto a la fiscal del juicio definieron que los casos de abusos fueron independientes, que no había una red de corrupción detrás y desarmaron la causa mandando a cada uno de los acusados a la justicia de los distritos donde se cometieron los delitos.

La dirigencia actual prefirió no hablar del tema porque no quisieron expresarse sobre algo en lo que no habían actuado. Una fuente de la institución que prefirió el anonimato indicó: “Estamos pendiente de la resolución del caso porque el club es uno de los denunciantes. En su momento fue la única entidad deportiva que presentó una denuncia de este tipo. A la vez, armamos un proyecto para las divisiones formativas que incluye a los chicos de la pensión en el que están permanente monitoreados por psicólogo y asistentes sociales para conocer sus necesidades y poder detectar y prevenir estas situaciones. Estamos expectantes y pendientes de que en algún momento se termine de resolver el caso para que la Justicia encuentre a los culpables de semejante aberración”.

También Langenauer quiso referirse al avance de la Justicia. “Vi en carne propia en la Cámara Gesell a abogados increpando a la fiscal. También observé las actitudes de los peritos de parte en las pericias psicológicas y las distintas artimañas de los acusados para extender la causa. Los palos en las ruedas son miles. La respuesta que dan son siempre las mismas: no sabíamos que eran menores. Más allá del enojo, porque ya van cinco años y no hay ningún avance, me preocupan los criterios de la justicia que permite que la causa se desmadre. Ahora algunos tienen que ir a declarar a Capital y otros a provincia, entonces al chico que fue abusado en Palermo y en San Isidro se lo revictimiza dos veces. Creo que la Justicia no está a la altura. Siento que hay tanta gente poderosa involucrada que evidentemente no se quiere que el tema siga en la agenda pública”, concluyó este profesional, que se permitió rescatar que lo sucedido en Independiente sirvió para que muchos chicos y chicas se animaran a hablar y a denunciar. Porque los procesos de reparación personales empiezan, precisamente, por poder pedir ayuda.