Sergio Massa tuvo este sábado otra jornada intensa en su objetivo de lograr conmover a las autoridadesd del Fondo Monetario con las graves consecuencias económicas y sociales que está teniendo la peor sequía en 90 años que sufre la Argentina. Quienes conducen el principal emblema del poder financiero internacional no niegan la importancia del fenómeno, pero no están convencidos de la necesidad de desviarse de las metas fijadas en el acuerdo de facilidades extendidas de 2022. Sobre todo, viendo como se escapó la inflación en este primer trimestre, de lo cual las autoridades del organismo internacional no se hacen cargo en absoluto, sino que por el contrario, sostienen que con mayores ajustes se conseguirá doblegar el flagelo.

De todos modos, no dejaron cerradas todas las puertas al anhelo de Massa. Tras el encuentro de los funcionarios argentinos con la vicedirectora gerente del Fondo, Gita Gopinat, que tuvo lugar este sábado en Washington, voceros del Palacio de Hacienda no señalaron que habrá revisión en las metas, pero sí que "todas las alternativas están sobre la mesa". 

La comunicación formal que se hizo vía twitter en las cuentas de Sergio Massa y Gita Gopinat, no dice exactamente eso pero hace una referencia igualmente amplia. "Tuvimos una reunión muy productiva. Conversamos soibre el impacto de la peor sequía de la historia argentina y nos comprometimos a seguir trabajando juntos para fortalecer el programa ante este difícil escenario", publicaron ambos casi exactamente en los mismos términos. ¿Se puede entender que fortalecer el programa del FMI es flexibilizar las metas? Difícil.

Lo que sí obtuvo el ministro argentino en sus gestiones es una nueva promesa de financiamiento internacional, esta vez del Banco Mundial, por 950 millones de dólares. Tras un encuentro con la directora gerente de operaciones de la entidad, Anna Bjerde, Massa informó que el Banco "ratificó el sólido apoyo a nuestro país, especialmente luego del fuerte impacto de la sequía, lo que se traduce en proyectos en preparaciópn para mayo y junio por u$s 950 millones". Es decir, que pudo confirmar que dichos proyectos seguirán su marcha y quizás antes de fin de año comiencen a ser desembolsados. Pero no se trata de un auxilio que vaya a llegar, ni en una porción mínima, antes de 90 días.  

El tema de la inflación argentina seguramente no estuvo ajeno a ninguno de los encuentros que mantuvo la delegación que encabeza Massa en Washington (en el marco de la Asamblea conjunta del FMI y el Banco Mundial), aunque probablemente no en el mismo tono en que se trató la cuestión en Argentina. 

Una y otra cuestión están estrechamente ligadas. Las urgencias por reacomodar las exigencias del acuerdo con el Fondo y la disparada inflacionaria que pone en cuestionamiento la política oficial al respecto. Lo que se discute en Washington es la necesidad de oxígeno para una gestión ministerial dispuesta a cumplir a rajatabla con todas las premisas de ese acuerdo. Lo que saltó al debate en Argentina es que los condicionamientos a las políticas del Fondo van a hacer imposible salir de la trampa inflacionaria, porque el propio programa del FMI lo impulsa con las subas de las tasas de interés y la tasa de devaluación, y las demandas de ajustes tarifarios para reducir el costo fiscal de los subsidios. 

Expresiones desde veredas muy diferentes así lo reflejaron. "La inflación y la desaceleración posterior de la actividad eran los resultados esperables del acuerdo con el FMI. Nadie, sensatamente, podía esperar otra cosa. Alberto Fernández lo aceptó y Sergio Massa pretende cumplir sus metas. Cuando empezó el acuerdo nuestro país tenía una tasa anual de inflación del 50%, hoy ya supera el 100. ¿Qué más hace falta para darse cuenta que éste no es el camino?", opinó Claudio Lozano, de Unidad Popular, integrante del Frente de Todos. 

Otro economista del FdT, Emanuel Alvarez Agis, dijo a Página 12: "Cuando vimos el acuerdo con el FMI en marzo de 2022 dijimos que era recesivo e inflacionario. No lo experimentamos hasta que llegó Massa, porque luego de firmar el acuerdo se hizo exactamente lo contrario (Guzmán expandía el gasto y no subía las tarifas). El cumplimiento del acuerdo más una sequía qué también es recesiva e inflacionaria nos va a llevar a una caída del PBI y una suba de la inflación. Yo ya propuse qué había que hacer: Renegociar. Exigir un desembolso. Y permitir el mismo déficit fiscal que el año pasado. Ojalá hubiera más propuestas".

Pero también desde un enfoque neoliberal, el director de FIEL, Juan Luis Bour, en un reportaje radial dijo: "Lo que hace el gobierno es por un lado acelerar la devaluación. Está metiendo indexaciones, como la del transporte. Obviamente, no pudo seguir con la estrategia de no subir las naftas. Lo que tenés es muy poco margen para bajar, porque no podés frenar el tipo de cambio. Hoy la noticia es que van a renegociar las metas. Difícil que eso te baje la inflación”.

El golpe de gracia se le podría dejar a Wendy Sherman, número dos de Anthony Blinken del Departamento de Estado de EE.UU, que durante una breve visita al país dejó esta semana un claro mensaje sobre el apoyo que su gobierno da a las negociaciones entre Argentina y el FMI. "Argentina puede salir adelante si los ciudadanos soportan el dolor a corto plazo". Promesa conocida, pero que deja planteado otro desafío: ¿debe seguir atada Argentina al cumplimiento del acuerdo con el FMI?